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La City construye su caballo de Troya para modernizar la bolsa española

Londres Plaza / VÍCTOR JIMENEZ. 27/02/2011

LONDRES. A miles de órdenes por segundo, servidores cuyos costes son inasequibles para el inversor ajeno a la elite de las finanzas internacionales, disparan algoritmos de interposicionamiento ultra rápido hacia los mercados. ¿Pero los reavivan o los derrumban? El holding que agrupa a todas las bolsas españolas, Bolsas y Mercados Españoles (BME), está a punto de descubrirlo

"Seguimos trabajando para salir al mercado antes del próximo septiembre", confirma la Plataforma de Valores Alternativos Españoles (PAVE) a Valenciaplazacom en un escueto correo electrónico.

Mientras Javier Tordable, consejero delegado de esta nueva plataforma, paseaba el martes por Liverpool Street en Londres, las alarmas deberían haber sonado en el interior de las oficinas de Bolsas y Mercados Españoles (BMA), en la plaza de la Lealtad de Madrid. Aunque ya era tarde: BMA, omnipotente y único operador de las bolsas españolas en todas sus variantes, puede despedirse de su dominio sobre el 97,4% (datos de Thomson Reuters) del negocio de valores en el país. El nuevo competidor que le acecha es diferente a cualquier otro de la media docena de complejos exteriores de comercio multilateral que funcionan en España con minúsculos volúmenes de negocio en títulos bursátiles.

PAVE será la primera base de diversificación de transacciones de valores con un núcleo de inversores españoles. El proyecto de Tordable, de hecho, ha abierto sede en Barcelona y va a conectar el capital privado español con fondos de especulación y agentes de bolsa que utilizan técnicas de algoritmos e interposicionamiento de alta frecuencia en la City de Londres. Así, a través de PAVE, la City comerciará directamente títulos y valores españoles a gran velocidad en un entorno que ─asegura la firma─ dispondrá de mayor liquidez y, sobre todo, de menor coste: la plataforma promete aplicar descuentos de hasta un 66% en las comisiones por intervención.

Tordable, exasesor de Deutsche Börse y Eurex, es fundador y propietario del 33% en SendeCO2, el bolsín español de emisiones de dióxido de carbono que también trabaja en Portugal e Italia. Además, ocupa el puesto de jefe ejecutivo en MTS Spain, un mercado automatizado de deuda soberana española y productos financieros de renta fija afiliado a EuroMTS ─que, de hecho, pertenece al grupo London Stock Exchange, LSE, la bolsa de Londres.

Y Wall Street no ha perdido comba: tampoco se halla demasiado lejos de la primera apertura real en el sector de la bolsa española, hasta hoy inasequible a la fragmentación que las redes independientes de transacciones electrónicas de valores Chi-X, Turquoise (propiedad de LSE, por cierto), o Nordic Nasdaq OMX Europe han proporcionado a los mercados oficiales del capital en la Unión Europea. La plataforma PAVE desplegará su actividad con los medios tecnológicos de Equiduct, que proporcionará la conexión entre el capital de riesgo y valores españoles en el marco paneuropeo. Tanto el fondo especulativo Citadel Securities como Knight Capital, ambos con sede en Nueva York, aparecen en la lista de los principales accionistas de Equiduct.

Carol Clark, técnica en comercio automático de alta frecuencia en Financial Markets Group, asegura que "probablemente, todavía no hemos visto la magnitud, la capacidad ni la velocidad máxima a la que estas plataformas pueden generar transacciones de títulos". PAVE les va a tender una alfombra roja.

LA LEY DEL MÁS RÁPIDO

Las cifras de los análisis de TABB Group en los Estados Unidos reflejan el impacto al que se enfrenta Bolsas y Mercados Españoles o BME: el comercio algorítmico electrónico de valores norteamericanos representaba el 30% del volumen total en 2005; hoy equivale a más del 70%. Tomen nota del siguiente dato: sólo un 2% de las cerca de 20.000 firmas que efectúan transacciones de títulos es responsable de ese salto de 40 puntos en apenas media década. No sorprende pues, que según Deutsche Bank Research, haya "operadores participantes en los mercados que protestan al sentirse en desventaja ante unos avances tecnológicos que requieren gastos inasumibles para firmas de tamaño medio y pequeño".

Sin embargo, la normativa europea o MiFID (Markets in Financial Instruments Directive) cuya puesta en marcha se produjo en noviembre de 2007, hace hincapié en el necesario "desbloqueo de los mercados, que son ahora accesibles desde diversas plataformas de manera remota y gracias a procesamientos de órdenes automáticas", lo que a su vez ha provocado el aligeramiento de la cargo burocrática para los inversores y la mejora de los costes fraccionarios de transacciones reducidas.

El resultado inmediato de estos cambios es el aumento de los flujos líquidos de capital. Los agentes de los nuevos tiempos, claro, carecen de paciencia ante las quejas procedentes del antiguo régimen. Stephan Leroy, del proveedor de soluciones de interposicionamiento sistemático Quant House, se expresa en estos términos: "¿A qué desventajas se refieren? Los inversores tradicionales no sufren perjuicio alguno; a menos, claro está, que intenten competir contra los métodos de frecuencia más elevada".

Y tan elevada. Deutsche Bank calcula que las acciones de compañías norteamericanas cambian de manos cada 22 segundos, de media. En su informe más reciente, el analista Michael Chilstalia explica que "los agentes de alta frecuencia en bolsa no pretenden establecer ni mantener posiciones a largo plazo, sino que cierran la jornada con el contador a cero [...] Gracias a los algoritmos de transacciones, no exclusivos de la actividad con alta frecuencia, determinan el momento, el precio, la cantidad y la ruta a seguir de las órdenes sobre los valores, para conseguir aprovechar las ventanas con las mejores oportunidades". Interout, por ejemplo, una red electrónica de conexiones entre plataformas multilaterales y bolsas en 28 estados europeos y 24 mercados oficiales e independientes, computa movimientos que suman hasta un millardo de euros en una única sesión.

La práctica de la automatización y la alta frecuencia soporta, sin embargo, sus propias contingencias. En 2002, un banquero de Bear Stearns dio un órden de venta de 4.000 millones de dólares cuando su intención había sido teclear solamente cuatro millones, pero el error zarandeó el índice Dow Jones, que se desplomó 100 puntos en cuestión de minutos; otro tanto sucedió en 2007, esta vez a cuenta de un agente de Morgan Stanley que confundió 10,8 millones con 10.800 millones. Que el peligro de este tipo de fallos no va más allá de la pura anécdota es lo que se trata de comprobar en estos momentos en los despachos del regulador de los Estados Unidos, la SEC, que investiga la pérdida de 862.000 millones de dólares registrada en menos de media hora el pasado mes de mayo.

¿Y si se abriera un boquete similar en alguna de las bolsas europeas ─incluídas las españolas- en breve? La respuesta todavía debe llegar de Bruselas. La revisión de las reglas de la MiFID llega a su conclusión en junio. Pero las redes privadas de transacciones automáticas no van a esperar hasta entonces.

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