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El arte de lo imposible

ABELARDO MUÑOZ. 14/01/2011 "Buscando desesperadamente esta semana una fuente cristalina de derechas que me explicara cómo se las ingenia el PP para ganar siempre las elecciones y, sobre todo, qué tal se llevan los conselleres y diputados de misa dominical con aquellos laicos y más modernos, encontré un mirlo blanco. Un pez gordo del Consell y no digo más..."

Dedicado a la memoria del periodista Art Buchwald (1925-2007)

VALENCIA. Llevo años intentando vender a los diarios, sin éxito, una secuela hispana de la magnífica columna satírica del periodista neoyorquino Art Buchwald. Inventaba entrevistas con políticos, senadores, presidentes y trufaba sus columnas de desopilantes diálogos de filosofía política. Lo suyo era el humor y la sátira y sus caricaturas literarias se basaban en fuentes reales.

Hoy en día los diarios aparecen alfombrados de columnas y opiniones todas ellas muy ideologizadas y serias. No se encuentra el sarcasmo fino ni con lupa; tan sólo grosería, leguaje político inventado e insultos, muchos insultos.

La sátira en política se ha dejado para los humoristas gráficos y prueba de ellos es que Forges o El Roto meten el pincel en la llaga de manera impensable para sus compañeros redactores. La última gran publicación de sarcasmo tipo época liberal II República, fue la legendaria 'Por Favor', en plena crisis de la dictadura y con las más prometedoras plumas del país para hacer chistes. Juan Marsé, Vázquez Montalbán, Maruja Torres, Josep Ramoneda... todos eran escritores o periodistas profesionales que también se reían.

Buscando desesperadamente esta semana una fuente cristalina de derechas que me explicara cómo se las ingenia el PP para ganar siempre las elecciones y, sobre todo, qué tal se llevan los conselleres y diputados de misa dominical con aquellos laicos y más modernos, encontré un mirlo blanco.

Un pez gordo del Consell y no digo más. Un tipo que cuando entra en el cónclave de Francisco Camps no deja a nadie indiferente. Un hombre que hace política a lo Gary Cooper en el Far West. A saco.

Me citó en uno de esos lofts de hotel caro y frente a unos bloody mary, se desarrolló una entrevista que, en mi discreta opinión, habría dejado perplejo al mismísimo André Bretón, capo surrealista del siglo pasado. Lo que sigue tiene cierto aire a guión de película de los hermanos Marx, pero la realidad a veces supera la ficción.

Carraspeo intimidado por su impecable y carísima indumentaria; luce el prócer una corbata de seda que bien podría costar sus cien pavos.

Entro en el tema de los numerosos místicos y muy católicos dirigentes de su partido y suelta sin pestañear: "Escuche, eso de que los beatos somos los de derechas es una falacia, por mucho que las pintadas de antaño situasen el corazón a la izquierda y la sangre roja y todo aquel bla bla bla de spray comprimido en los muros de la pared, pero igualmente surgido de las sacristías y las sotanas con que se condimentaron cenáculos de la izquierda, primero anunciada como colonia de la gauche divine y que pronto modificaría las rayas de la pana por las arrugas bellas".

"Contemporiza usted demasiado" le digo, "pues es bien sabido que en el PP valenciano abundan sectores reaccionarios que piensan como en el siglo XIX". "¡Falso!", salta de la silla el pez gordo del Palau de la Generalitat, "en el PP actual convive la libertad de los liberales. Los liberales de lo social y los místicos de casulla y mitra papal junto a la fe de los pragmáticos. Algo posible en una sociedad cuya rapidez dejó atrás incluso el posmodernismo".

La última frase comienza a inquietarme pues compruebo con pavor que no he entendido una palabra. De pronto, me figuro en un salón decimonónico, soy un periodista del 'Blanco y Negro' de 1920 que entrevista a Lerroux. Me tranquilizo al punto y pienso: un hombre que quiere dejar atrás el posmodernismo cuando éste ni siquiera ha llegado a la ciudad, merece cierta curiosidad".

-"Los liberales de lo social y los místicos de casulla... ¿se refiere usted a los dos bandos de su partido, los que van a misa y los que no?".
-"La razón de ser del PP es su facilidad para extrapolarse a la sociedad"...

-"Extra qué? Si me permite, señor, esa palabra no existe ni en el Casares ni en el María Moliner, acaso se refiere usted al término muy español y popular estrapalucio, que significa estropicio. ¿O alude a la abducción de ciertos políticos valencianos de ambos bandos por alguna secta vegetariana o teosófica?".
-"Eso lo dice usted, yo leo esa palabra todos los días en sus periódicos. Es un término político o quizás ignotamente filosófico".

-"Pero no me ha dicho qué significa...".
-"¡Déjeme seguir!; en esta Comunidad, la izquierda ilusionante se forjó a partir de demasiados aprendices de jemer rojo, que no dudaron en descabezar a cuantas personas o grupos elevaron su voz y sus ideas".

Viendo que el político importante posee el increíble arte de irse por las ramas como un mandril africano, pregunto:

-"¿Usted cree que los lectores van a tragarse que en un partido como el PP, como en cualquier partido, no existen a diario enfrentamientos sangrientos por el poder y luchas tan secretas como fratricidas entre los hombres que gobiernan? Fíjese en el affaire Calabuig y Broseta, que es como la película "El bueno, el feo y el malo...".
-"Usted delira; todo eso es sana política, la cancha, el ring; la política es el arte de lo posible, es decir, de la posibilidad de dejar KO al contrario. Volviendo a mi partido, el PP, se ha practicado cierto raciocinio, no mucho, a favor de la suma de intereses y eso ha conformado aparentes discrepancias en las que muchos medios se han entretenido, como está haciendo ahora mismo usted. Apariencias de lo individual. Apariencias elevadas a lo grupal, incluso a lo sagrado, pero apariencias".

-"La verdad, querido amigo, no entiendo un pimiento de lo que quiere decir, pero seguro que debe tener su enjundia pues suena de miedo. Es como una maraca su discurso, suena rumboso, pero ¿qué demonios hay dentro?"

El camarero trae dos consumiciones más y el hombre no para, aprieta los puños sobre la mesa como si la fuera a partir en dos y sigue:

-"¿Dónde puede convivir mejor la libertad individual forjada en el credo existencial -o existencialista- junto al credo místico que allí donde se tiene clara la libertad?"

-"¿Mande?", gimo exhausto.

Mi fuente de alto nivel político aprieta la mandíbula batiente y advierto cierto fanatismo en sus ojos al estilo Sarah Palin; antes de levantarme aterrado y balbuceando excusas por una repentina lipotimia, mi fuente de alto nivel aun tiene tiempo de decir algo tan inextricable que Alfred Jarry, el de Ubu Rey, quedaría perplejo al escucharle sentenciar:

"Dicho todo ello, amigo reportero, ciertas de estas libertades son perniciosas socialmente y, como las plagas, es necesario combatirlas cuando pasan de lo individual a lo social.  Yo me pregunto también, ¿son posibles los retos en la época de las chonis y los churris?".

Salimos al frío de la calle. Le susurro entonces, centrifugado de patafísica política: "Si le pongo bien en el artículo, señor conseller, me consigue un gabinete de prensa, jefe?".

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1 comentario

Manolo escribió
14/01/2011 15:02

Enhorabuena por estos grandes relatos... Abelardo es nuestro pequeño Eduardo Mendoza

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