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Ya no nos queda ni Portugal: el Banco Privado Portugués liquida su presencia en Valencia y se va de España

LUIS A. TORRALBA. 20/12/2010 La entidad lusa ha decidido cerrar las oficinas de Valencia, Sevilla y Vigo, convertir la única que le queda, en Madrid, en una de representación, y finalizar el proceso de liquidación del banco en España
VALENCIA. Banco Privado Portugués (BPP) ya es historia en Valencia y muy pronto lo será en España, dado que la entidad lusa ha decidido cerrar la oficina que tenía en la 'City' valenciana, además de las de Vigo y Sevilla. Sólo dejará abierta la de Madrid como oficina representativa, mientras dure el proceso de liquidación la entidad de origen luso.

Así lo ha confirmado a este diario José Carrasco, director territorial del BPP y la última persona del banco que queda en la oficina valenciana, el último en abandonar el banco, que ha reconocido que "todos los clientes han sido debidamente informados de ello y están trasladando los patrimonios que tenían aquí hacia otras entidades".

Apenas cuatro años ha durado la andadura del BPP en Valencia, dado que abrió sus puertas en noviembre de 2006. Una entidad que contaba con una cartera de más de 200 clientes, con un volumen medio en torno a los 200.000 euros, básicamente profesionales liberales como abogados, médicos, arquitectos, futbolistas, amén de empresarios, políticos y grupos familiares, que compartían el denominador común del perfil conservador.

La entidad mantuvo estrechos lazos de unión con Valencia. Así, en julio de 2007 se incorporaba como socio a la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros (FEBF); en mayo de 2008 celebró un consejo de accionistas, cuyo broche de oro lo puso la actuación en el Palau de la Música de la reconocida cantante de fados Mariza; y, entre otros, el constructor y promotor valenciano Vicente Cotino, propietario de la compañía Sedesa, se convirtió en vocal consultivo del banco en España.

Dicho consejo llegó a tener en sus filas a reconocidas figuras del ámbito empresarial y político como Ricardo Martí Fluxá, presidente de la aeronáutica ITP y ex secretario de Estado de Interior; Cándido Velázquez-Gaztelu, expresidente de Tabacalera y Telefónica; Juan Miguel Villar Mir, exministro y presidente de OHL; Sebastián Escarrer, presidente de Sol Meliá, y el exministro Marcelino Oreja, entre otros.

Los problemas del BPP se remontan a finales de 2008, cuando fue intervenido por el Banco de Portugal (BdP) después de que el anterior presidente João Rendeiro solicitara una ayuda al propio BdP alegando que la crisis financiera había provocado un agujero en la entidad lusa por más de 700 millones de euros.

La causa fundamental que provocó tal agujero fue la devaluación de la participación que el BPP tenía en el Millenium BCP, el mayor banco privado luso, del que llegó a contar con un paquete del 24,5% (incluyendo lo que tenía el banco, la ampliación de capital, la participación del anterior presidente y la de los accionistas afines a el), y que incluso llegó a lanzarle una OPA.

SUSPENSIÓN, INTERVENCIÓN Y LIQUIDACIÓN

El agravamiento de la crisis financiera y, por si fuera poco, la rebaja del rating por parte de Moody's -que lo dejó al borde del 'bono basura', provocó una considerable merma del valor de la participación en las cuentas del BPP. Todo ello derivó en una especie de 'corralito' -las cuentas fueron congeladas- después de declarar unas pérdidas de más de 700 millones de euros. Muchos clientes llegaron a ocupar la sede central de la entidad en Portugal en señal de protesta.

Los clientes denunciaron que el problema subyacía de las inversiones realizadas por el BPP en fondos estructurados o de retorno absoluto, es decir, activos de inversión garantizados al 100% por los bancos portugueses, pero que no contaban con la cobertura del fondo de garantía de depósitos luso. En España no llegó a comercializarlos porque la banca lusa no pidió el preceptivo pasaporte europeo para su venta y comercialización en territorio español.

A la vista de los acontecimientos, el propio Gobierno luso salió en defensa del BPP avalando un préstamo de 450 millones de euros concedidos por media docena de bancos, pero fueron insuficientes. Finalmente, los esfuerzos para recapitalizar a la entidad fracasaron en la primavera pasada, lo que dio lugar a la primera caída de un banco en Portugal en más de dos décadas.  

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