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EL PEOR DE LOS TIEMPOS

¿Fin de la recuperación
en la zona euro?

MARIAM CAMARERO. 06/09/2015 Según el FMI, ante la inestabilidad en los mercados emergentes, todos los países deben actuar coordinados para mejorar el crecimiento y reducir los riesgos

EL PEOR DE LOS TIEMPOS

Mariam Camarero

Catedrática de Economía Aplicada y titular de una Cátedra Jean Monnet en la Universidad Jaume I de Castellón
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CASTELLÓN. El final del verano ha tomado la forma de importantes caídas en las bolsas de todo el mundo. Draghi ha vuelto a realizar declaraciones tranquilizadoras, pero cabe preguntarse nuevamente si lo que el BCE puede hacer es suficiente para devolvernos la tranquilidad. Pues, si bien no acabábamos de creérnoslo, trimestre tras trimestre el crecimiento estaba retornando a la Unión Europea en general y, con particular fuerza, a España. ¿Qué podemos esperar que ocurra en los próximos meses?

China es el país que ha sufrido mayores problemas durante los últimos meses. Comenzó en junio, cuando se hundió la bolsa de Shanghai y las autoridades chinas usaron más de 200.000 millones de dólares para mantener el valor de las acciones. Por si eso no fuera suficiente, después de la devaluación del renminbi en agosto, también las autoridades han tenido que intervenir en los mercados (comprando su moneda y vendiendo dólares) para frenar las tendencias depreciadoras. El coste, en términos de divisas, ha sido nuevamente de otros 200.000 millones de dólares. En conjunto, China lleva todo el año perdiendo reservas de divisas, lo que no supone necesariamente una mala noticia, puesto que presentaba un importante saldo acumulado. 

Durante la crisis, es decir, desde 2008, se han ido produciendo una serie de cambios en las posiciones internacionales de los países: tanto Estados Unidos como los países más deficitarios de la zona euro han ido reduciendo su saldo negativo por cuenta corriente, mientras que China, el principal país con superávit, lo ha ido reduciendo: la situación actual es que China está sobreendeudada, en una posición similar a la que tenían los países periféricos europeos, aunque aún genera superávit por cuenta corriente.

La explicación de la evolución en China la encontramos en la respuesta de las autoridades ante la crisis mundial: el gobierno lanzó un programa de estímulo de 4 billones de renminbis basado en la construcción de infraestructuras. Dichas infraestructuras las debían financiar, a partes iguales, el gobierno central, los bancos y los gobiernos locales. Sin embargo, no sólo los costes de los proyectos fueron mucho más altos de lo inicialmente previsto, sino que los gobiernos locales no tuvieron capacidad de financiación y tuvieron que recurrir a los bancos. Además, el gobierno aumentó sus subsidios a empresas exportadoras para frenar la desaceleración del crecimiento en 2012.

En conjunto, aunque no se conocen los datos oficiales, se calcula que el gobierno chino habría incurrido en déficits anuales cercanos al 10%, lo que se ha traducido en deuda pública alrededor del 55% del PIB. Aunque no parezca muy alta si la comparamos con los países del euro, su crecimiento ha sido muy rápido. También los estímulos públicos se dirigieron al mercado de la vivienda, con subidas importantes de precios y progresivo endeudamiento de las familias.

En conjunto, se calcula que la deuda china, privada y pública, se encontraría cercana al 300% del PIB. La cifra es elevada aunque, en su mayor parte, no se trata de deuda externa sino interna. No obstante, sabemos que un elevado endeudamiento limita la capacidad de crecimiento, por lo que es previsible que el de China se ralentice no sólo a corto sino a medio plazo. Lo mismo que en el sur de Europa, también en China debe comenzar el desapalancamiento de familias y gobierno.

Además de la inestabilidad procedente de Asia, otras economías emergentes se han visto afectadas por las mayores restricciones del crédito en los mercados internacionales y la bajada del precio de las materias primas y, en especial, del petróleo. Ese es el caso de Brasil, por ejemplo, o de Arabia Saudí o Sudáfrica. Otros países emergentes, no productores, como India, se han visto beneficiados por esta evolución y se encuentra en mejor situación y con buenas perspectivas a medio plazo.

Sin embargo, tanto en los países avanzados como en los emergentes existe preocupación por la lentitud de la recuperación. El FMI ha publicado hace unos días un documento sobre las perspectivas y los retos de la economía mundial, documento de trabajo de la reunión de los ministros de finanzas y los gobernadores de los bancos centrales del G-20 en Ankara los días 4 y 5 de septiembre. La principal conclusión de este informe es que todos deben realizar acciones coordinadas para mejorar el crecimiento y reducir los riesgos actuales.

El FMI recomienda a los países avanzados continuar con las políticas monetarias acomodaticias, junto con políticas fiscales que no frenen el crecimiento, aunque con planes de consolidación a medio plazo. Sigue insistiendo en las reformas estructurales, tanto en el mercado de trabajo como en el de productos, esto último especialmente en el área euro y Japón. Además, aunque los desequilibrios por cuenta corriente se han reducido, la zona euro tiene mayor superávit que antes de la crisis y éste debería reducirse, explicado, en parte, por la depreciación del euro.

En este contexto debemos interpretar las palabras de Draghi del pasado jueves. El programa de venta de activos está consiguiendo los efectos perseguidos, al aumentar la confianza y subir las expectativas de inflación. Sin embargo, la inflación sigue lejos del 2% y el FMI recomienda esfuerzo adicional por mejorar el acceso al crédito y reforzar los balances de los bancos. Aunque no dio detalles, parece que el programa de expansión cuantitativa podría continuar más allá de septiembre de 2016.

Ahora mismo la incertidumbre es importante, pues no se sabe si la inestabilidad introducida por el bajo crecimiento de los países emergentes será transitoria o permanente, sin olvidar la dosis que añaden las próximas elecciones griegas. Esperemos que la acción conjunta de países avanzados y emergentes que recomienda el FMI ayude a recuperar la tranquilidad en los próximos meses. Y esa acción conjunta incluye, una vez más, reformas estructurales.

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Mariam Camarero

Catedrática de Economía Aplicada y titular de una Cátedra Jean Monnet en la Universidad Jaume I de Castellón
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