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CRÓNICAS DE ÁFRICA

Por qué lo llaman amor cuando quieren decir...

ANA MANSERGAS. 30/08/2015 Viven como pueden. Ven en el "blanco" su salvación de vida. O eso creen. Son los "beach boys", que lejos están de ser los afamados vigilantes de la playa

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Ana Mansergas

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Fotograma de 'Amor: Paraíso', de Ulrich Seidl

LAMU (KENIA). Antes de entrar en materia, aviso a navegantes que en este artículo hablaré casi todo el tiempo en masculino pues ahora vivo en un contexto donde son los chicos principalmente quienes entran en este perfil debido la cultura musulmana de la costa keniana, pero si cambiamos de país y de continente el concepto de Beach boys se puede aplicar tanto a hombres como mujeres en cualquier caso, sólo hay que cambiar de nombre, los Beach boys kenianos serían los jineteros cubanos, por poner un ejemplo. Los comportamientos son los mismos.

Se trata de un estilo de vida que suele reunir la siguientes características: juventud, simpatía y verborrea. Viven en zonas de playa y no se les conocen oficio ni beneficio. Se dedican a la ardua y aburrida labor de ver la vida pasar y esperar a enganchar a un blanco. Un trabajo nada fácil aunque parezca que no les cueste esfuerzo y sea algo natural. Para nada. Detrás de estas artes de seducción hay todo un manual de instrucciones que se aprende en la calle.

Hay quienes ansían y desean poder salir de sus entornos, marcharse a Europa y África en busca de una vida mejor y de cambiar de vida. Otros en cambio son conscientes que no pueden vivir mejor que en su país cuando tienen a alguien que les mantiene. E incluso hay quienes cuentan con varios mantenedores en sus vidas, en fin, que de todo hay.

Estos mantenedores en Kenia suelen llamarse Mzungus. Ahí entramos todos los que venimos de un país desarrollado, europeo o de América. Da igual. Ocurre lo mismo, en cada país tenemos un nombre diferente con un denominador común, nos ven como un dólar andante que les puede sacar de su situación de pobreza porque este tipo de situaciones y de relaciones se dan generalmente entre personas de países desarrollados y países en desarrollo. Y los hay de todo tipo. Los Mzungus más habituales podría ser lo siguientes:

- quienes viajan ya con cierta experiencia desengañados del amor y encuentran en este perfil de chicos su bastión para recuperar la autoestima y volver a creer en el amor, o al menos volver a disfrutar de él, lo que suele llevar a relaciones con diferencias de edad importantes.

- y quienes por su inocencia y su juventud aterrizan en estos países sin las herramientas o experiencias necesarias para poder diferenciar que es amor, pasión, exotismo o necesidad... Y se enamoran locamente con el único objetivo de conseguir una vida juntos en un entorno más desarrollado y con más oportunidades. Esto supone cambiar el contexto que fue escenario de ese amor normalmente idílico, desprovisto de responsabilidades y de las cargas de un sistema desarrollado por otro contexto diferente que puede ser testigo de los primeros enfrentamientos de las parejas.

La diferencia de edad, de cultura, de estatus y de formación suele ser una característica común en este tipo de relaciones. Una diferencia que en países exóticos para el "forastero" se convierte en un aliciente, novedad y en un atractivo para las relaciones; pero una diferencia que cuando la sacas de ese contexto normalmente se transforma en un problema. Y lo que antes era sorprendente, maravilloso y con un enganche total puede llegar a dejar de serlo. Por eso, la gran mayoría de parejas que conozco que han surgido en estos contextos, aunque hayan estado envueltas en amor verdadero, no suelen sobrevivir fuera de los contextos donde nacieron, principalmente si una de las partes no ha salido de su entorno natal. Siempre hay excepciones y existen parejas que si han funcionado, pero no es lo habitual pues cuando se enfrentan por primera vez a su nuevo mundo supone un choque tan brutal que la pareja deja de ser la misma. Todo cambia.

La persona segura tiene comportamientos de inseguridad, la vitalista de apatía, la alegre de tristeza... Todo se transforma y uno empieza a no reconocer la relación ni la pareja de la que se enamoró. Es un proceso duro y largo volver a recuperar el carácter y la personalidad que uno tenía hasta que vuelve a recuperar la seguridad y aprende a vivir en su nuevo lugar. Ese lugar siempre soñado que empieza a hacer aguas, porque la idealización que se tiene normalmente del mundo desarrollado desde los países pobres es total. Se idealiza un sistema y un mundo que resulta ser más duro, difícil y menos bonito de lo que pensaban. Y muchos ansían poder volver a su país, pero con dinero.

Al final resulta que lo que se idealiza cuando se conoce el otro lado, es una vez más el dinero para tener posibilidades económicas y poder vivir bien con los suyos, en su entorno, en el lugar donde nacieron, rodeados de su cultura, sus costumbres y sus tradiciones y, si es posible, tener la mismo tiempo la posibilidad de viajar o de vivir fuera, pero siempre de volver. Es muy duro, tener que estar años lejos de tus raíces y sin posibilidad de volver. Además con el añadido de sentirse siempre "inmigrante" por muchos años que esté viviendo en su nuevo destino. Pero de sobra es conocido el trato que normalmente recibe un africano cuando se marcha de su país en busca de una vida mejor. No entraré ahora en este tema.

Una escena de 'Amor: Paraíso', de Ulrich Seidl

Los miedos y las inseguridades que provoca el desconocimiento y enfrentarse a una nueva vida cuando, además, por lo general, no se dispone de medios económicos para ello, sino que depende de otra persona, provoca unas reacciones complicadas y normales al mismo tiempo. Y es que la independencia económica da mucha seguridad a la hora de lidiar con los miedos lógicos que provoca cualquier novedad desconocida. Yo me doy cuenta siempre que tengo que moverme. Aunque viaje de tirada, llevar una VISA en el bolsillo para cualquier emergencia me hace sentirme más segura y valiente, aunque a veces no sirva de nada pues hay contextos donde la visa se convierte en auténtico papel de fumar. Pero por lo general, cumple su función.

En todo este tiempo que vivo en un destino donde la realidad de los Beach boys está totalmente integrada en el pueblo, he visto y vivido de todo. Situaciones que si no fuera porque ya estoy entrenada a este tipo de situaciones, no las creería. Lo que más me sigue impactando es observar a mujeres y chicas aparentemente preparadas y formadas ante la vida que adoptan comportamientos y actitudes de perfiles de mujer maltratada porque pierden el control total y absoluto en sus relaciones. Y sus parejas empiezan a abusar de esta situación. Todo se confunde.

Pero hay que buscarse la vida. El problema es cuando es a costa de todo. Porque se crean situaciones dolorosas. Pero no olvidemos que en este tipo de relaciones no hay víctimas ni culpables, pues ambas partes son responsables de lo que ocurre. Son muchos años que el blanco hace uso de su condición económica y del color de su piel para aprovecharse, a veces abusar, allá donde va. Pues tampoco es tan raro que a veces estos abusos sean en sentido contrario. El mundo al revés.

Cuando llevas un tiempo viviendo en escenarios de este tipo, terminas viendo de todo, aprendiendo de la vida y, sobre todo, terminas dejando de juzgar y de criticar este tipo de actuaciones de la gente local porque consigues entenderlas. Es difícil juzgar a alguien cuando no ha tenido oportunidades en la vida, y cuando viene de situaciones muy desfavorecidas. Uno se busca la vida como puede. Habría que verse en una situación de necesidad para saber cómo reaccionaríamos. Hasta entonces, prefiero, como siempre digo: ver, oír y callar.

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3 comentarios

lamentable escribió
30/08/2015 12:24

A Jesus: Si me lo permite y respetando su opinión , el "estereotipo de bueno o malo", efectivamente es cuanto menos irreal, pero lo que marca las relaciones humanas no es "el status económico", sino "el poder del mas fuerte", que aunque parezca igual, no es lo mismo. Cuando el "mas fuerte" , que no necesariamente es el mas rico, utiliza ese poder para el progreso y el beneficio general, estamos ante un ser humano ejemplar y evolucionado (sea rico o pobre), pero cuando se utiliza ese poder para aprovecharse de los demás, estamos ante un simple miserable degenerado/a. Yo en las fotos solo veo unos hombres desprovistos de su dignidad que pasan hambre y unas decrepitas y repugnantes mujeres que se aprovechan de ello, no veo ni Beach Boys, ni jineteros cubanos ni otras palabras snob que suenan super guay en un articulo periodístico. Lamentable que andemos confundiendo y relativizando las cosas de esta manera.

Jesús Raza Mescalero escribió
30/08/2015 11:05

Bien. Por lo menos un artículo que no entra e el estereotipo del "género bueno"-"género malo". Y da en el clavo, aunque no se da plena cuenta de ello: no es el género, es el status económico lo que determina el resto de relaciones humanas. Si eres rica, puedes optar a un joven de ébano. Si eres rico, puedes "optar" a una jóven de ébano. Y no es por ser "occidental", -piénsese en los magnátes árabes o chinos- es por ser rico. Así de simple. Por cierto, "mzungu", literalmente significa "blancuzco", en swahili. Lo sé, porque he vivido en Kenia mucho tiempo.Por lo que se ve, en todas partes cuecen habas de meterse con las características físicas del "otro". Cosas del "género", pero del género humano.

kunta-kinte escribió
30/08/2015 10:12

Buen estilo literario para describir, quizás maquillado de "buenismo" lo que no es otra cosa que degradante explotación de la MISERIA. Viendo los africanos por nuestras calles llama la atención que son una raza fuerte, orgullosa, digna y solidaria, en definitiva buena gente que merecen más respeto y un futuro mas digno que el de consolar sexualmente a taradas/os occidentales por unos euros. Mal asunto tener que pagar por sexo, pero aprovecharse de la pobreza para tener sexo es simple y llanamente de miserables.

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