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SECUELAS, PRECUELAS Y REBOOTS

¿Hay un guionista en la sala?

JAVIER CAVANILLES. 17/08/2015 La lista de los próximos estrenos de Sony refleja hasta que punto la Meca del Cine se ha convertido también en la del reciclaje

VALENCIA. La noticia es vieja, tiene una semana. Sony ha hecho pública la lista de películas que tiene pensado estrenar hasta finales de 2017. En total son 17 títulos que incluyen el remake de Jumanji (Joe Johnston, 1996), una cinta inspirada en un juego de mesa; otro de Los siete magníficos (John Sturges, 1960), una adaptación de Los siete samurais (Akira Kurosawa, 1950) que ya tuvo cuatro continuaciones e inspiró una serie; la sexta parte de la adaptación del videojuego Residente Evil (Paul W.S Anderson, 2002); la quinta entrega de Underworld (Len Wiseman, 2003), basada en un juego de rol; una sobre la muñeca Barbie, un reboot de Los Cazafantasmas (Ivan Reitman, 1984) ... Alguno de los estrenos, es cierto, tendrá un guión original pero pocas veces ha quedado más palpable la escasez de novedades en la gran pantalla.

En realidad, nada de qué sorprenderse si tenemos en cuenta que la semana pasada se estrenó Operación U.N.C.L.E (Guy Ritchie) basada en un serie de televisión y, esta, la tercera de Los Cuatro Fantásticos (Josh Trank), que además es un reboot. Recordemos también que en los últimos meses hemos visto desde la última de Misión Imposible (Christopher McQuarrie) -ya han confirmado que habrá sequela-, que siguió al a nueva de Terminator (Alan Taylor). Y antes de final de año, sin ánimo de ser exhaustivos, nos queda la número 24 de 007 (según la lista oficial, en realidad hay tres adaptaciones más) y la primera parte de la tercera trilogía de Star Wars. De locos.

Beber en otras fuentes es algo que se ha hecho siempre en la historia del cine. De hecho, en los oscars hay una categoría para mejor guión y otra para mejor guión adaptado. Lo que ha cambiado es la manera de hacerlo. Antes, una secuela era, simplemente, una manera de sacar rédito de un éxito sin excesivo esfuerzo. Se contrataba a actores de segunda fila, un texto lo más parecido al original y un presupuesto tirando a escaso y...a hacer caja.

NUNCA SEGUNDAS PARTES FUERON PEORES

Ahora, en la época de las franquicias que se alargan hasta el infinito resulta casi cómico recordar que todavía debe haber alguien que guarde en beta títulos tan destacados como Un hombre peligroso: Lawrence después de Arabia (Christopher Menaul, 1992) con un jovencísimo Ralph Fiennes; Los pájaros II: El fin del mundo (Rick Rosenthtal que obligó a retirar su nombre de los créditos); El Golpe II (Jeremy Kagan, 1983) o Más allá del Poseidón (Irwin Allen, 1979), con un Michael Caine en lo más bajo de su carrera. ¡Si hasta De profesión: duro (Rowdy Herringtonm 1989), ese clásico interpretado por Patrick Swayze en el papel de mazas de discoteca amante de la filosofía, tuvo continuación!

Ya no se guardan ni las formas. Antes, lo que se hacía era copiar. Que el 007 triunfaba, pues a tirar de papel de calco. Así, durante una época las pantallas de cine se llenaron de sucedáneos tipo Flint, agente secreto (Daniel Mann, 1966), con James Coburn de protagonista o Matt Helms, interpretado por Dean Martin. Ese es la mentalidad que dio lugar a Galáctica (Ricard A. Colla, 1978) o la impagable Orca, la ballena asesina (Michael Anderson, 1977), un meritorio intento con Richard Harris y Charolotte Rampling de mojar el curasán a costa de Tiburón (Steven Spielberg, 1975), que sin ayuda de nadie encadenó tres secuelas.

Pero si una secuela que no viene al caso es malo, peor es una continuación de una que acabó para siempre... hasta que alguien se le ocurrió que podría rescatarla. En esta categoría hay que incluir la secuela de Carry (La Ira, Katt Shea, 1999) o [ovación de gala] Rescaten el Titanic (Jerry Jameson, 1980).

LO QUE NO PUDO SER

Sin embargo, hay que decirlo, la fórmula no siempre funciona. En algunos casos, de manera incomprensible, como le ocurrió a los estudios Pixar con Los Increíbles (Brad Bird, 2004), en la que la escena final introducía a un supervillano para ir calentado el terreno, el temible Underminer. Aquí se impuso la cordura y Bird siempre ha dicho que no habrá nueva entrega hasta que no se le ocurra un guión mejor que la anterior. Eso sí, hubo un videojuego titulado The Incredibles: Rise of the Undermine.

En otros casos, alguien debió pensárselo dos veces después de amenazar con una nueva versión. Por eso, no hay remake de 1997: Rescate en Nueva York (John Carpenter, 1981) -aunque sí tuvo continuación- ni de The Warriors (Walter Hill, 1979). Mejor así.

Pero cuidado, la fórmula no siempre funciona. Tomorrowland (Brad Bird) nació con vocación de serie, pero todo apunta que no pasará de la primera. Pero peor fue lo de El destino de Júpiter (de los hermanos Wachowski, 2015) o la próxima de Los Cuatro Fantásticos, cuyo único mérito es ser peor que las dos anteriores (no era fácil) y que ya se habla de la que la siguiente sea (¡tachán!) el reboot del reboot. Pero no nos engañemos. Si Hollywood se repite más que el ajoaceite es porque sabe que la gente pica.

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