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medios y ciudadanos

El modélico caso de Studio B: un crowdfundig intenta salvar un medio serbio que se va a privatizar

JELENA ARSIC/ÁLVARO GONZÁLEZ . 29/07/2015 Intelectuales, cineastas, artistas, y figuras de Serbia crean una cooperativa para intentar comprar los medios que privatizará el gobierno

BELGRADO. La situación no es comparable a ningún caso, ni siquiera al cierre de RTVV, pero sí que constituye un ejemplo de que la mejor reacción es una acción. El grupo mediático serbio B92 ha despedido a la plantilla de periodistas de su emisora de radio. Es una noticia, procedente de un pequeño país, que pasa desapercibida en la crisis económica mundial y la de los medios en particular, pero tiene mucha importancia en una república con un pasado tan sensible como Serbia.

Esa radio fue durante el último cuarto de siglo uno de los pocos medios independientes que hubo en el país. Independientes en el más amplio sentido del término. Lo prueba la larga de lista de periodistas que fueron agredidos, amenazados en la puerta de sus casas,  detenidos e incluso asesinados en este periodo. En el caso de B92, se opusieron primero al comunismo, luego al nacionalismo y después a la guerra y a Milosevic. Por comparar con el caso español, vendría a ser como un diario como Triunfo, La Calle, hecho radio; medios que lucharon contra la dictadura en la Transición y que al llegar la democracia quebraron y desaparecieron.

Muchos ciudadanos que no tenían otro medio de referencia en plena efervescencia patriótica respondieron y la pequeña radio creció. Incorporó una editorial de libros, luego una productora de vídeos periodísticos y al final una cadena de televisión. Pero el negocio, aunque se ampliara, nunca fue realmente boyante y, finalmente, una multinacional griega compró el grupo mediático. Se propuso rentabilizarlo y ésta ha sido su última decisión: cerrar la emblemática emisora de radio donde empezó todo. Ahora cambiará el nombre y se dedicará a la radio fórmula.

Lo paradójico es que el cierre de B92 se ha producido a la vez que el gobierno ha decidido privatizar Studio B, otro grupo mediático, esta vez público, pero que históricamente conservó  una gran autonomía, aunque en los últimos años anduviera de capa caída. Pero igualmente la sensación entre muchos ciudadanos es que el periodismo profesional independiente se está extinguiendo. No se trata de ninguna broma en un país que tuvo que soportar la propaganda comunista durante décadas para ver cómo se transformaba en propaganda nacionalista en los años 90. Tal vez por eso, por su gravedad, ha surgido una curiosa iniciativa. A la licitación por Studio B van a presentarse los propios ciudadanos serbios. Competirán con empresas multinacionales como la que compró B92 y con las rusas, que cada vez están más presentes en los Balcanes, pero les da igual, quieren luchar por recuperar su medio; contra el apagón.

Acimovic y promotores de la iniciativa Plan B.

Aleksandar Acimovic es el portavoz de la plataforma ciudadana que se presentará al concurso. Está viviendo unos días frenéticos tratando de coordinar la iniciativa, ‘Plan B'. ‘Acim' tiene un programa de música en una de las emisoras de Studio B y fue uno de los primeros en enterarse por los pasillos de que el grupo se iba a privatizar. "La empresa públicamente no era rentable, los equipos están muy viejos, tienen más de cuarenta años, y hay muchos trabajadores. Ahora que la UE y el FMI han recomendado a Serbia que privatice todo, un medio de comunicación público orientado a la cultura como Studio B ha sido lo primero que han puesto en la lista", explica.

LOS CIUDADANOS PUEDEN COMPRAR LA EMPRESA

Acimovic primero le comentó a sus amigos que iban a vender la empresa, estos se indignaron, lo mismo que el resto de personas a los que se lo iban contando. En pocas horas todo el mundo en Belgrado hablaba de la privatización y así surgió la idea de que los ciudadanos podían comprar la empresa: "Tenemos que reunir medio millón de euros solo para poder presentarnos, por ahora hemos conseguido mediante crowdfunding unos cuantos miles, y ha llegado muchísimo dinero de fuera de Serbia, de gente que aunque trabaje en otro país no olvida a la cadena con la que creció. Teníamos que presentarnos como empresa, pero como no hemos querido organizarnos así, nos hemos inscrito como cooperativa, una figura legal que viene de la Yugoslavia comunista que prácticamente ya no existe en todo el país, pero que es ideal para lo que queremos hacer".

Intelectuales, cineastas, artistas, figuras emblemáticas del país de todo tipo han ofrecido su ayuda. Tan solo le han denegado la participación a los partidos políticos: "No queremos que lo instrumentalicen, de modo que no hemos permitido a los partidos que se inscriban, puesto que algunos querían sumarse. Si un político quiere hacerlo que lo haga a título personal, como un ciudadano más", advierte Acimovic. Para unirse a la cooperativa solo hay que pagar mil dinares, unos ocho euros. Eso da voz y voto.

Si pudieran recuperar su cadena, la idea que tienen es echar mano de las nuevas tecnologías para hacerla sostenible. "Nuestra obsesión es mantener el periodismo independiente y cultural en un medio moderno que pueda reducir gastos, pero con este plan de lo que nos hemos dado cuenta es de que si no podemos competir con las multinacionales para recuperar Studio B, lo que sí podemos hacer con el dinero recaudado es crear un medio nuevo".

Studio B surgió hace cuarenta años en Yugoslavia, en los 70. Era una estación de radio que se creó por iniciativa de artistas y periodistas de la época. No buscaban establecer un imperio mediático, sino dar información de calidad. Los belgradenses la aceptaron enseguida como su radio. La clave estuvo en que pinchaba música no comercial, rock y nuevas tendencias, y conectó rápidamente con los jóvenes.

Dusko Radovic, director de la empresa.El director de la empresa era Dusko Radovic, un poeta y humorista satírico que se burlaba del sistema comunista y evidentemente tuvo problemas por ello. Entonces el socialismo yugoslavo estaba enfilando la cuesta abajo, ya era una dictadura bastante light en las zonas más desarrolladas y urbanas del país, y Belgrado lo era, pero aún así era una locura que alguien tan crítico con el sistema dirigiera un medio. En realidad, confiesa Acimovic, hacían eso para que se viera que había una oposición y que se pensase que el sistema era democrático. No se sentían amenazados. Pero a Radovic se le debían poesías como una relativa a que los trabajadores cogían los autobuses a las seis de la mañana, de noche, para que sus hijos no vieran en qué chatarras iban a la fábrica.

Sin embargo, por esa pequeña fisura se coló después la mencionada B92. Inicialmente, era un programa de radio de Studio B, pero tomó entidad propia y se convirtió en otro medio. También apostó por la música más vanguardista, en este caso fue el rap y la electrónica, y desafío directamente al poder. El problema que se encontró, era el final de la década de los 80, fue que el viejo sistema comunista ya estaba en retirada. Ahora el la ideología impuesta era el nacionalismo personalizado por el presidente Slobodan Milosevic.

En 2011, los dos firmantes de este artículo fueron recibidos por Veran Matic, director de B92, para comentar la trayectoria de su medio entre las guerras de desintegración de Yugoslavia y el bombardeo de la OTAN de 1999. Matic empezó relatando que la primera gran misión, y peligrosa, a la que se enfrentaron fue a la de dar cobertura a los insumisos serbios.

CÓMO AYUDARON A LOS INSUMISOS

No es un fenómeno que haya tenido mucha publicidad en la prensa occidental, pero en los conflictos de secesión de Eslovenia y Croacia, en los que actuó el Ejército Federal de Yugoslavia (JNA) la insumisión en Belgrado alcanzó porcentajes entre el 70 y el 80%. Incluso muchos desertaron una vez llamados a filas o en mitad de los enfrentamientos armados. Durante esos días B92 informaba sobre las zonas de la ciudad por las que se movían los reclutadores. También ayudaban a cambiar los nombres de las calles para confundirlos, estrategia gracias a la cual Matic se libró de ser detenido:

"Estábamos informando sobre unas manifestaciones muy importantes que se produjeron, la policía intentó cortar la emisión, pero yo me negué inicialmente. No obstante, como había muchos periodistas en la redacción y les ponía en peligro, al final accedí. Sin embargo, lo que sí que no hice fue dar la información filtrada que me enviaron y por eso vinieron por la noche a detenerme a mi barrio. Pero no pudieron porque los insumisos habían cambiado todos los números de los portales y las calles".

B92 emitía con el eslogan No te fíes de nadie, ni siquiera de nosotros. Matic comentó que entendía que así es como debe enfrentarse cualquier lector de prensa a la información que le están dando venga de donde venga.

En 1991, cuando estallaba la guerra de Croacia y Milosevic se asentaba en el poder, en una manifestación duramente reprimida por la policía murieron dos personas. Se cortó la emisión y solo se permitió que pusieran música, entonces en B92 se pincharon canciones que llamaban a la rebelión, como ‘Fight the power'.

También estuvieron en las protestas antes de que comenzase la guerra de Bosnia. Sus presagios se cumplieron, el lema de la manifestación más importante decía que lo que empezaba con barricadas (las que se estaban colocando en Sarajevo en esas fechas) acababa con limpiezas étnicas y crímenes de guerra. Matic restó importancia a la premonición. "Todos lo veíamos venir", confiesa, "aunque al principio nos negábamos a creerlo".

El equipo de la emisora durante unas jornadas de protesta.

Durante estos conflictos, en B92 siempre se refirieron a las otras nacionalidades yugoslavas, ahora beligerantes, por sus nombres. No como el amplio frente de medios nacionalistas que llamaba "ustacha" (aliados de los nazis) a los croatas o "turcos" a los bosnios musulmanes. Además, siguieron emitiendo rock croata y de otras nacionalidades durante el conflicto.

Pero por lo que más recuerdan a B92 los ciudadanos que ahora quieren recuperar Studio B es por su sentido del humor en mitad de la tragedia. Veran Matic tampoco quiso darse importancia en este punto: "Cuando no te queda nada, cuando ya lo das todo por perdido, como nos sucedía a nosotros en aquellas guerras fraticidas, solo te queda el humor".

Especialmente recordada es la manifestación de personas obesas que hicieron en el centro de Belgrado cuando la ONU decretó las sanciones contra la Yugoslavia de Milosevic y sus medios replicaron con la consigna de que la ONU quería "matar de hambre a los serbios". Matic y los suyos sacaron decenas de gordos por las calles para protestar de forma paródica, se mofaban de la propaganda del régimen.

SI QUIERES ELOGIOS, DOS TAZAS

Del mismo modo, cuando Milosevic quiso subir los impuestos a los artículos para bebés casi un 50%, en B92 se organizó una manifestación para que los padres regalasen sus hijos a Milosevic ya que ellos no podían mantenerlos. Concentrados alrededor del palacio presidencial, cuando un niño lloraba, los manifestantes lo detenían por "traidor". Al final el presidente reculó y redujo la subida impositiva. "El humor era lo que más daño les hacía, contra eso no sabían cómo defenderse, tenían pánico a quedar en ridículo". Como en una ocasión cuando por la amenaza de cierre, se pusieron a dar noticias elogiosas sobre Milosevic, con un tono hiperbólico, que llegó a molestarles más que la crítica, recuerda. Y el humor entonces era un arma barata, pero delicada, los serbios se dirigían a una dura crisis de hiperinflación y carecían de medicamentos y combustible, entre otros productos fundamentales.

Cuando el ejército croata expulsó en 48 horas a 200.000 serbios de Croacia, la mayor limpieza étnica de las guerras de Yugoslavia, B92 movilizó a 500 taxistas para llevar alimentos a la oleada de refugiados que llegó a Serbia. Unas necesidades que el propio gobierno, tan patriota, desatendió -Milosevic pretendía alojarles en Kosovo, donde la población serbia era minoría frente a la albanesa.

En las manifestaciones de 1996, que estuvieron a punto de derribar al régimen, volvieron a cotar la señal. Pero se las arreglaron para continuar emitiendo a través de Real Audio por Internet. Fueron las primeras manifestaciones organizadas desde Internet de toda la historia; luego llegarían las primaveras árabes, nuestro 15M y las revoluciones de colores.

Veran Matic, director de la emisora B92.

Finalmente, la emisora fue cortada del todo durante el bombardeo de la OTAN de 1999, Veran Matic escribió a todos los diarios internacionales criticando a Milosevic, aunque también protestó por una guerra que era ilegal. "Nosotros siempre recurrimos a la visibilidad internacional para evitar que Milosevic nos atacara; en un principio a él le convenía que hiciéramos ruido para que pareciera que había una oposición y el régimen era una democracia, como pensaban los viejos comunistas, pero luego para él llegó a ser un problema hacernos algo con los aliados mediáticos que teníamos en el extranjero. Por eso nosotros no teníamos miedo", explica. Si bien es cierto que el apoyo exterior terminó jugando en su contra y para muchos serbios B92 no era más que una quinta columna. En cualquier caso, al grupo se le debe también el lanzamiento de revistas feministas, libros sobre las guerras yugoslavas que contradecían las versiones oficiales en Serbia e incluso publicaciones en romaní para los gitanos.

El problema fue que cuando luego pasaron a tener una cadena de televisión, los gastos se dispararon y para poder financiar los servicios informativos tuvieron que sobrepasar todos los límites al comercializarse hasta el punto de comprar los derechos de realities, como la primera edición de Gran Hermano en Serbia. No obstante, gracias al programa Insajder, de la periodista premiada internacionalmente Brankica Stankovic, salieron a la luz casos de corrupción judicial, de connivencia de las mafias de los hooligans con las autoridades o, entre otros escándalos, el caso del ‘Robo patriótico de Kosovo' en el que se desviaron millones de euros destinados a las deducciones fiscales para los productos comercializados en las zonas serbias del Kosovo independiente mediante el envío de camiones cargados de piedras que se registraban como mercancía.

Al final, una multinacional griega entró en el accionariado de una renqueante económicamente B92 y el viraje del sentido de la información fue evidente, coronado estas últimas semanas con la desaparición de la emisora. Una radio que pudo sobrevivir al comunismo, a las guerras de Milosevic y su nacionalismo, pero no al capitalismo del siglo XXI. Ahora los ciudadanos tienen la última palabra con esta iniciativa que persigue no sólo que no desparezca el último medio independiente, sino que pueda ser sostenible; demostrar que a la tiranía del dinero también se le puede hacer frente. No es comparable, cierto, pero ¿se imaginan lo que sucedería si un grupo de valencianos se propusieran refundar RTVV con crowdfunding?

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