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CRÓNICA Y CRÍTICA

FIB 2015: así se intenta
reconstruir un festival

JORGE SALAS (FOTOS: FIB). 20/07/2015

BENICÀSSIM. Sobre el papel (del cartel), el FIB parecía enderezar este año el rumbo en esa deriva que se había autoinfligido con empeño en los últimos tiempos, y que tuvo su momento más bochornoso el año pasado. Lo que en la teoría parecía un paso adelante relativamente grande, el de dejar atrás el cartel del 'Benicàssim (con acento en la i), ciudad de vacaciones', en la práctica no lo ha sido tanto.

Demasiada oferta prescindible para el FIB (incluso en el escenario grande), un escenario convertido en autobús de técnica imposible, conciertos que mezclaban su sonido con el de sesiones de Djs ajenas y, en definitiva, elementos extraños que han empañado la mejora real.

Entre las victorias, los memorables conciertos de Blur y Portishead, o la incipiente recuperación del público nacional con Los Planetas y Vetusta Morla al frente. Cuatro días de más sombras que luces seguramente, pero con un aparente nuevo-viejo camino que recorrer.

Crystal Fighters

SE NOS ROMPIÓ EL JUEVES DE TANTO USARLO

Cada vez se hace más evidente que los jueves en el FIB carecen de todo sentido lógico. Es algo más sentimental que racional, sin duda; suena a deseo de no demoler una relación más por inercia que por el propio amor que la levantó. El de esta edición no fue un jueves distinto; con un escenario clausurado y un cartel a media asta, la jornada inaugural del FIB 2015 se descafeinó muy pronto.

Aunque no fue por Trajano! ni por Mox Nox; los valencianos, además, tenían muy reciente su nueva referencia y demostraron que empiezan a estar para envites serios. La juventud nacional salvó la cara del jueves: Ocellot se sumó a los dos mencionados para rubricar el tratado antiarrugas; la psicodelia alienígena de los catalanes brilló sobre el escenario-bus del FIB. Desde la madurez, L.A. también ofrendó su versión más británica en el escenario grande antes de que ser pusiera el sol.

Otro cantar fueron las horas cruciales, esas que van de las 22 hasta las 2 horas de un festival. Lo de Clean Bandit estuvo muy cercano al bochorno; producto de serie de house británico, su concierto fue más propio de un parking de discoteca de menores de los 90 que de un festival como el FIB. El producto siempre es el que es, pero a unas horas se le ven más las costuras que a otras.

Por suerte, Crystal Fighters sí cumplió con el listón. Otra cosa no, pero de cumplir expectativas el grupo de Londres sabe mucho: poner el listón abajo para poder pasar por encima es un viejo truco. La obviedad de la propuesta, un pastiche pseudohippie con gestos adoptados de culturas minoritarias pero vacíos de contenido, hace que su concierto nunca defraude: todo el mundo sabe lo que va a pasar. Histeria feliz y hedonista, canciones que poder corear y pelotas de playa gigantes.

Por suerte, Florence and The Machine ofrece un poco más. Fue un recital que, si bien también vivió del karaoke colectivo, consiguió superar el tedio anterior con los básicos de un concierto: buen sonido, excelente banda (más de una decena de músicos arropaban a la británica) y una intérprete con personalidad propia, voz y dominio absoluto de la escena. Relegando los hits evidentes al final ('You've Got The Love', 'Dog Days Are Over'), la vaporosa cantante honró, por fin, el escenario grande del FIB. Épica, teatralidad y belleza a partes iguales para un concierto algo falto de ritmo, eso sí, y con alguna concesión de cara a la galería como la bandera del arcoíris o la irrupción de la espontánea prepúber en el escenario.

EL MITO DE LA CLASE MEDIA

Una de las grandes bazas del FIB siempre ha sido su denominada clase media; esos grupos que, por debajo de los grandes nombres del cartel, siempre se saldaban con más de un concierto memorable o algún descubrimiento consistente. Los últimos años, el festival ha bajado el nivel de riesgo; sin embargo, tanto la psicodelia casera de Holögrama como el garage-rock de corte libertino de Public Access TV o la cadencia húmeda intergénero de Moodoïd empezaron a reconstruir el mito de la clase media del FIB.

Palma Violets y Nudozurdo pugnaron al mismo tiempo por recoger al espectador que no guardaba su sitio para ver a Noel Gallagher. Los primeros cumplieron con lo previsto: rock bien construido, con actitud, pero sin excesos creativos; los segundos, sobreponiéndose a tener que tocar subidos a un autobús y a algún que otro problema de sonido, demostraron ante un buen número de espectadores que merecen mayor reconocimiento. Igual que Polock desde el mismo autobús más tarde. Mención aparte dentro de la famosa clase media fiber merecen Godspeed You! Black Emperor; como de costumbre, los canadienses levantaron con facilidad pasmosa su maquinaria de epifanías imposibles a base de post-rock y, en general, post-todo.

Ante el tímido pero esperanzador resurgir de la clase media, el conflicto se reprodujo el viernes en el escenario grande con los mismos males y con precisión cirujana en la repetición. Cuenta la leyenda que un concierto de Noel Gallagher es lo que hay entre las tres canciones de Oasis que acepta tocar; con todo, y aunque la propuesta del Gallagher menos desagradable peca siempre de monolítica, entre 'Champagne Supernova', 'The Masterplan' y la epitáfica 'Don't look back in anger' hubo un concierto de aceptable confección (con momentos álgidos como el de 'What a Life'). El británico asume el karaoke de Oasis con dignidad (por momentos, incluso no cantó por no molestar), sin intención de esquilmar la herencia, y eso le confiere cierta dignidad a pesar de todo.

The Prodigy

Con The Prodigy pasó algo similar a lo que sucedió con Crystal Fighters. El problema es esperar algo más que electrónica pastillera (de banda, si nos creemos al guitarrista de atrezzo), mucho humo y efectismo postapocalíptico; entre la sobreanimación y la clase de spinning, el concierto de los británicos se desarrolló sobre los cauces esperados. Con 'Smack my bitch up' al principio, y 'Firestarter'' después, gastaron sus balas relativamente pronto: cuando todas las canciones tienen el mismo patrón tampoco hay tanto drama. Lo mejor: las descacharrantes interpelaciones a la"spanish people", ignorando que se encontraban en Little Britain.

BLUR Y LOS PLANETAS PARA LA RECONCILIACIÓN

Entre los problemas de sonido de un escenario al que hay que acompañar siempre con el gesto de las comillas y la dudosa selección vespertina, resulta complicado encontrar una excusa para recuperar la tradición de llegar temprano al FIB; a los valencianos Siesta! se lo pusieron técnicamente difícil en el bus, mientras que L.A.M.O.D.A. y Reverend & The Makers jugaron a lo contrario: (se) lo pusieron ellos difícil (al público).Hinds

Sólo después de que descargaran las nubes con pasión la cosa empezó a remontar: las Hinds ofrecieron su versión buena con la alegría acostumbrada, y Curtis Harding se llevó el galardón al mejor secundario con un elegante concierto de soul-rock que, entre otras cosas, reventó el sexómetro del festival con su versión del clásico 'Ain't No Sunshine' y otros diamantes propios como 'Keep On Shining'.

Por fortuna para los que decidieron jugárselo todo a la carta del sábado, el escenario grande del FIB por fin estuvo a la altura de glorias pretéritas. Apostarlo todo al rojo (especialmente cuando el rojo son Los Planetas) es casi como entrar en la cabaña de 'El cazador' para jugar a la ruleta rusa. Sin embargo, Jota y compañía consiguieron reverdecer viejos laureles con un concierto de sonido sin fisuras al servicio de la estimulación emocional colectiva. 'Corrientes Circulares En El Tiempo', 'Santos Que Yo Te Pinté', 'Segundo Premio', 'Pesadilla En El Parque De Atracciones',... todas sonaron tras un arranque a medio gas, en un alarde de amplitud de miras festivalera. La excentricidad de Gaizka Mendieta tocando la guitarra en 'Un Buen Día' casi hace que el Universo lógico se repliegue sobre sí mismo en un exceso de autoreferencia.

Más tarde, sobre el mismo escenario, Blur no dio opción a la duda desde el minuto cero. Era como apostar en la ruleta cuando eres el dueño del casino. Damon Albarn domina el escenario con la suficiencia del que tiene uno en el salón de su casa. Con un setlist que combinó de forma impecable la presentación de su último disco con los greatest hits propios de la celebración de la vida de un festival, Albarn y un Graham Coxon más protagonista que nunca facturaron junto a una nutrida banda con coros y sección de viento el concierto perfecto de Blur. Con bis incluido.

'Beetlebum', 'Song 2', 'Tender', 'Coffe And TV', 'The Universal', 'This Is A Low', 'Parklife' (con momento costabravense de 'déjese querer por una loca' al subir a una fan para cantar), 'Boys And Girls',... Nostálgicos del siglo pasado y amantes de los recopilatorios fueron saciados directamente de la mano de Albarn.

BETH GIBBONS Y DIEZ MÁS

Lejos de regodearse en el pesar del fin, la clausura de cada FIB suele tener cierto aire de celebración. A ello ayudaron, con diferente suerte, Little Jesus, Augustines y The Reptile Movement antes de que se pusiera el sol por última vez para el FIB 2015; mientras los dos primeros le pusieron empeño pero eran inofensivos, los terceros consiguieron algo más perdurable desde arriba del poco amistoso escenario-bus. Un poco antes, deBigote y Belako habían abierto con más mordiente la última jornada.

Public Enemy fue el primero de los dos conciertos del escenario FIBERFIB que el domingo debieron celebrarse en el escenario más grande. La cita con los norteamericanos sirvió para separar, además, como agua y aceite el público español del británico; mientras Chuck D, Flavor Flav y su numerosa crew ofrecían incunables hip hop entre temas de menos recorrido, Vetusta Morla se regodeaba con el público nacional (bis prescindible incluido) en el antiguo Maravillas. El concierto de Public Enemy, con toda su parafernalia habitual, fue de más a menos, pero terminó en el momento preciso en el que la euforia de los clásicos se desvanecía y se empezaba a hacer bola.

Franz Ferdinand & Sparks

Franz Ferdinand y Sparks tampoco debieron tocar en el FIBERFIB. No, a menos que alguien hubiera tenido la delicadeza o el sentido común (incluso ambos) de frenar la locura zapatillera de la zona del South Beach; la infamia de la electrónica colándose en el concierto de FFS es impropia de un festival de la experiencia y la indiscutible buena organización del FIB. Con todo, las canciones del equipo escocés-americano, un perpetuo homenaje a David Byrne, brillaron como poquísimas en Benicàssim; además, 'Do You Want to?', 'Michael' y 'Take Me Out' siguen siendo trallazos concebidos para un festival.

La despedida a lo grande del FIB 2015, la de verdad, no la de la insoportable levedad de Bastille abandonada ya la medianoche, corrió a cargo de Portishead. Fue una despedida como las de verdad: afilada y directa al estómago y al esternón. Literalmente porque, por momentos, la banda que lidera Geoff Barrow como acorazado de Beth Gibbons revolvía por dentro y golpeaba hacia fuera.

Sin mediar palabra hasta que se despidió adorablemente, y dando la espalda al público en muchos momentos, Gibbons volvió a ofrecer a cambio otro recital vocal e interpretativo. Agazapada como siempre tras el micro, a dos manos, la cantante lideró la tormenta perfecta de Portishead: en ella no faltaron, por supuesto, una lisérgica 'Mysterons'', 'Sour Times', 'Glory Box' y la solitaria 'Roads' del bis. Más tarde, antes y durante Bastille, The Cribs y Joe Crepúsculo y su pandilla (Tomasito incluido) ofrecieron mejores alternativas para continuar concluyendo un FIB irregular.

Portishead

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