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LOS PERDEDORES

La anunciada derrota de UPyD deja a Rosa Díez al borde del abismo

C. AIMEUR. 24/05/2015 Tal y como estaba previsto, su formación no logra representación en Les Corts y corre riesgo de desintegrarse

VALENCIA. Cuando Toni Cantó, entonces candidato a la Generalitat de UPyD, participó en los encuentros electores de ValenciaPlaza.com se le preguntó si las elecciones no le llegaban seis meses tarde. Cantó entonces se revolvió en su silla y soltó en plan de chanza.

—Si me hubieran llegado diez años antes sería mejor porque sería más joven —replicó molesto.

Más allá del chascarrillo, aquella reacción hace ahora dos meses, evidencia como el actor empezaba a intuir que sí, que las elecciones les llegaban tarde a UPyD, que el partido magenta, el primero de los nuevos partidos, el primero que se atrevió a vencer al inmovilismo, aquella iniciativa de la sociedad civil impulsada por Rosa Díez, se hallaba en el principio de su fin, en el arranque de su decadencia.

Los resultados electorales de este domingo no han sorprendido a nadie. Lo habían avanzado las encuestas. Lo percibían los propios miembros de UPyD en la calle. Al final, la formación liderada ahora en Valencia por Alicia Andújar logró apenas un 1,16% de los votos, insuficientes para alcanzar la representación parlamentaria que auguraban las encuestas hace tan solo dos años.

En ese periodo de tiempo, UPyD ha pasado de ser la alternativa a los grandes partidos a una formación en decadencia, que ya hace seis meses se veía en franca retirada. Una debacle en la que han influido tantos errores propios como aciertos ajenos, en una conjunción que ha tenido unos resultados terribles para sus intereses en todas las grandes capitales de provincia. El partido magenta está abocado a la desaparición.

Estancado y dominado con mano de hierro por Díez, UPyD se ha visto convulsionado en la Comunidad Valenciana desde octubre del año pasado, cuando su entonces líder, Alexis Marí, dimitió por discrepancias con la dirección nacional. Marí, quien llevaba tiempo enfrentado a Díez, se acabó integrando en las listas de Ciudadanos con varios de sus compañeros ex UPyD. Su trayectoria es un epítome de lo que han hecho muchos votantes, que han pasado su apoyo de la formación magenta a la naranja, de Díez a Albert Rivera, de Madrid a Barcelona.

Cantó el día que anunció su renuncia a su escaño y a ser candidato en Valencia. FOTO: EFE.

Las elecciones andaluzas fueron el anticipo de esta noche. La reacción de Díez de no realizar autocrítica, unida a su negativa a coaligarse con Ciudadanos, pese a los cantos de sirena que llegaban desde las filas de Rivera, provocó el enfrentamiento de Cantó con la dirección de su partido y su posterior dimisión. Con su adiós se daba por finiquitado el periplo de UPyD en la Comunidad Valenciana sin haber empezado ni siquiera la campaña electoral. El posterior anuncio de la candidatura de Andújar fue insuficiente para contrarrestar el pesimismo. UPyD estaba condenada a perder antes siquiera de comenzar el partido.

Pese a estar anunciada, esta segunda debacle tras el fiasco en las andaluzas ha sido aún más dura y evidencia que el futuro de UPyD es magro. Las escasas victorias obtenidas en esta noche electoral corroboran el fin de trayecto de un proyecto que contribuyó a llenar de aire fresco la política española, una iniciativa que ayudó a abrir el camino a otros partidos políticos o más revolucionarios (Podemos) o más pragmáticos (Ciudadanos).

El futuro es poco esperanzador para Díez y su partido. En el horizonte, el congreso extraordinario anunciado para junio, que podría clarificar un poco el camino para la formación. De hecho, la lideresa ya ha anunciado este mismo domingo que no se presentará su candidatura al cónclave. Mucho tendrían que cambiar las cosas para que UPyD vuelve a ser siquiera lo que fue. El huracán Ciudadanos ha arrasado entre sus votantes y la esperanza de algunos dirigentes de UPyD de recuperar presencia social es poco menos que una quimera. La utopía magenta está a punto de decir adiós a la vida pública española. El tiempo juega en su contra y la opción de unirse a Ciudadanos ha dejado de tener sentido. Ya no será una unión; será un absorción.

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