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LA PANTALLA GLOBAL

Mitos de 'Poltergeist': De la maldición a la (falsa) pelea entre Hooper y Spielberg

EDUARDO GUILLOT. 22/05/2015 La fiebre del remake alcanza al film de terror, una pelicula que según asegura su director no le enfrentó al Rey Midas

VALENCIA. Si confeccionáramos un censo de las películas estadounidenses de terror que renovaron el género entre finales de los años setenta y principios de los ochenta, descubriríamos que todos aquellos clásicos firmados por Wes Craven, John Carpenter o Tobe Hooper han sido revisitados en los últimos tiempos por una nueva generación de cineastas que, a base de remakes, precuelas y secuelas, han mostrado su admiración por los films con los que crecieron. Detrás de la operación hay unos intereses económicos evidentes (en la mayoría de casos, los directores originales aparecen como productores), pero también un sano ejercicio reverencial, que en ocasiones incluso se ha saldado con títulos que van más allá de la mera explotación y son capaces de dar una nueva vuelta de tuerca a sus modelos.

Después de películas de culto como La cosa (The Thing, John Carpenter, 1982), Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, Wes Craven, 1977), La matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, Tobe Hooper, 1974), La noche de Halloween (Halloween, John Carpenter, 1978) e incluso Posesión infernal (The Evil Dead, Sam Raimi, 1981) o Pesadilla en Elm Street (A Nigtmare on Elm Street, Wes Craven, 1984), todas ellas remozadas de un modo u otro en fechas recientes, le ha llegado el turno a Poltergeist, un clásico menor, pero de gran éxito, dirigido por Tobe Hooper en 1982, que vuelve a la vida gracias al empeño de Sam Raimi y Robert Tapert, creadores de la productora Ghost House Pictures. Dirige Gil Kenan, que a grandes rasgos se ciñe a la película original, situando la acción en el presente (es decir, con presencia de teléfonos móviles), pero conservando sus mayores hallazgos: la comunicación con el Más Allá a través del televisor, el árbol que cobra vida, el payaso...

HOOPER Y SPIELBERG, LA EXTRAÑA PAREJA

Independientemente de los resultados que arroje en taquilla (único motivo por el que se ha rodado este remake), es imposible que la nueva Poltergeist de 2015 sea más polémica que su predecesora, puesto que los seguidores de Tobe Hooper siempre han considerado que la presencia de Steven Spielberg como guionista y productor adulteró el resultado de la película. En el libro Las diez caras del miedo (Midons, 1996), Rubén Lardín cuenta que Spielberg, gran admirador de La matanza de Texas, fue quien se aproximó a Hooper para pedirle que dirigiese una cinta en la línea de Encuentros en la tercera fase (Close Encounters of the Third Kind, Steven Spielberg, 1977), una historia titulada Night Skies sobre un extraterrestre que visita la Tierra. A Hooper no le convenció la idea, que Spielberg recicló y convirtió en la famosísima E.T. El extraterrestre (E.T. The Extra-terrestrial, 1982).

En 1992, diez años después de que se estrenara Poltergeist, tuve la oportunidad de que el propio Tobe Hooper me contara en una entrevista el origen de la película. "Fue un proyecto mío", aseguraba en el Festival de Sitges. "Siempre me han encantado las historias de fantasmas. Desde que vi The Haunting (Robert Wise, 1963). Cuando William Friedkin me contrató para rodar tres películas con Universal Pictures, ocupé un despacho en el que había dos libros. Uno de ellos recogía casos verídicos sobre fenómenos paranormales. Lo leí y comenzó a gustarme la idea de hacer algo relacionado con los fantasmas, en particular sobre su lado oscuro. Cuando me llamó Spielberg para proponerme Night Skies, le hablé de mi proyecto y entre ambos reescribimos el guión".

Sin embargo, Hooper no aparece en los títulos de crédito, y es Spielberg quien firma el guión junto a Michael Grais y Mark Victor. Además, es también el productor de la película. Dos factores que, unidos al hecho de que Poltergeist es una apología a ultranza de la célula familiar americana de clase media, propagó los rumores sobre la verdadera autoría del film. "Yo no tuve ningún problema con Spielberg", comentó Hooper durante nuestra conversación en Sitges. "Todo fue un rumor difundido por un periodista que publicó un artículo en donde dedicaba cuatro o cinco líneas a las supuestas malas relaciones entre Spielberg y yo durante el rodaje. Y una vez que apareció la noticia, no sabes lo difícil que resultó desmentirla. Cuanto más lo intentábamos, más parecía que le daban la razón al periodista. Steven y yo somos muy amigos, y volví a colaborar con él en un episodio de Cuentos asombrosos (se refiere a Miss Stardust, de 1987). Incluso llegó a comprar páginas en las revistas Hollywood Reporter y Variety para desmentir lo que había escrito aquel tipo".

¿Asunto resuelto? No del todo. Rubén Lardín insiste en que Spielberg rondó por el plató con más frecuencia de la aconsejable, "metiendo las narices donde no le llamaban", y llega a la conclusión de que el resultado final de la película "tiene más del Midas hollywoodiense" que de Hooper. Es él también quien ha señalado que el guión se inspira claramente (aunque sin acreditarlo) en una historia de Richard Matheson titulada Little Girl Lost y escrita en 1962 para la serie The Twilight Zone, sobre una niña atrapada en otro plano dimensional. No es menos cierto que en aquel momento Spielberg estaba trabajando en E.T., y que eso, en teoría, debería dejarle poco tiempo para inmiscuirse en otros asuntos, pero tampoco se pueden obviar las declaraciones que hizo cuando se puso en marcha el proyecto: "Hago películas que me gustaría ver en el cine. Deseaba ver algo como Poltergeist, y como nadie tomaba la iniciativa, decidí trabajar en mi propio negocio antes que esperar el sí de un ejecutivo". El éxito del film, que generó dos secuelas, le dio la razón.

LA MALDICIÓN DE ‘POLTERGEIST'

Es fácil entender el impacto de la película. Poltergeist presenta a una familia unida frente a un enemigo sobrenatural que trata de romper la cohesión entre sus miembros. Una familia prototípica, presentada como el paradigma de la normalidad, aunque resulta curioso que en un diálogo se haga referencia a la edad de sus integrantes y se pueda calcular que la madre tuvo a la primera hija con solo 16 años. Su entorno es el típico de las zonas residenciales, una urbanización idílica de casas idénticas que representa la felicidad suburbana americana, aunque la muerte esté siempre presente de un modo u otro (el canario, los medios). La misteriosa desaparición de la hija pequeña desencadena una serie de fenómenos extraños que ponen a prueba su unión, hasta el punto de que la recuperación de la niña se produce a través de un simbólico cordón umbilical, uno de los diversos puntos de un film que también juega con la idea de que la televisión sea el vehículo de las fuerzas del mal y con los miedos atávicos de la niñez (el carácter amenazante de la naturaleza, los juguetes siniestros con vida propia), e incluso se permite un apunte sobre el carácter depredador de la especulación inmobiliaria.

El excelente rendimiento en taquilla de la película dio lugar a la secuela Poltergeist II: El otro lado (Poltergeist II: The Other Side, Brian Gibson, 1986), ya sin Spielberg en la producción. El film trataba de desarrollar algunas ideas de la primera parte, aunque añadía al discurso en pro de la unión familiar (producto de la fuerza del amor) un sustrato espiritual directamente relacionado con la fe y las creencias, que le daba cierto aire ecuménico (de hecho, se produce una aparición que remite a la iconografía católica de ángeles y vírgenes). Mientras otro clásico del terror de los ochenta como El resplandor (The Shining, Stanley Kubrick, 1980) aprovechaba la presencia de sucesos paranormales para hacer saltar en pedazos una familia, la saga Poltergeist buscaba todo lo contrario. Aunque lo más sorprendente fue que la segunda parte mantenía al completo el reparto de la película anterior con una sonada excepción: La hija mayor, a la que ni siquiera se menciona.

Su desaparición tenía una explicación: La actriz Dominique Dunne, que encarnaba al personaje, había sido estrangulada por su novio cinco meses después del estreno de la película. Una tragedia que llevó a los productores a eliminar cualquier referencia sobre su personaje, en lugar de sustituirla por otra actriz o deslizar en el guión alguna frase que justificara su ausencia (por ejemplo, que se había marchado a vivir al extranjero). De todos modos, la película generó suficientes beneficios como para rodar una tercera parte: Poltergeist III (Gary Sherman, 1988), en la que la acción se trasladaba a la gran ciudad y solo se mantuvo la presencia de la niña, Heather O'Rourke, y de la médium interpretada por Zelda Rubinstein. Tal como cuenta Jesús Palacios en el libro Hollywood maldito, fue la película que estigmatizaría la saga de manera definitiva, puesto que a las desgracias sucedidas previamente se sumó la muerte de la propia Heather O'Rourke, poco después del rodaje, a causa de una afección cardiopulmonar.

La nueva versión, de hecho, ha cambiado el nombre de la niña, la famosa Carol Anne del film de Hooper, por el de Madison, para no tentar a la suerte. Porque todos sabemos que no existen las películas malditas, pero tampoco conviene correr más riesgos de los necesarios.

Eso sí, independientemente de cómo se llame y del color de su pelo (esta vez es morena), no tengan ninguna duda: Cuando diga "Ya están aquí", empieza la fiesta.

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