Comparte esta noticia

• Tweet
• meneame

Otras noticias

• El Tribunal de las Aguas se suma al 125 aniversario de Aguas de Valencia
• Grezzi quiere Metro nocturno y más bus para desterrar el coche privado del ocio
• La reparación de la climatización recupera la mayoría de cuadros del San Pío V afectados

VALENCIA. La joven soprano italiana Anna Pirozzi demostró el jueves en el Palau de les Arts que su triunfo arrollador en 2013 en el Festival de Salzburgo y bajo la dirección de Riccardo Muti estuvo más que justificado. Con el difícil papel de Abigaille en Nabucco de Verdi, Pirozzi no solo triunfó, sino que deslumbró, con una exhibición inmensa de técnica, que incluyó bellísimos filati y el sobreagudo de la cabaletta que grandes sopranos prefieren ahorrarse. Los aplausos y los bravos fueron interminables para la cantante al final de la representación, con muy buena entrada y sin autoridades, probablemente más interesadas en la precampaña electoral que en la ópera.

La dirección musical del maestro italiano Nicola Luisotti, que cuenta con una notable carrera profesional en los escenarios, fue enérgica, precisa y sensible. En el tercer acto optó por no repetir el Va, pensiero, contra lo que se ha convertido en una especie de tradición, sobre todo en Italia, pese a que fue aplaudido. Hay que decir que el público, entre el que había el jueves una muy notable representación extranjera, aplaudió con cierta frecuencia determinados números, en ocasiones de manera inoportuna al pisar ostensiblemente algunos finales orquestales, como el del tercer acto.

Si la dirección musical fue de altura, por contra la dirección escénica, la escenografía y el vestuario, de Yannis Kokkos, con iluminación de Michael Bauer y Benedikt Zehm en esta reposición, que corresponden a una producción de la Ópera Estatal de Baviera, resultaron algo tristes y poco atractivos, con muchas formas geométricas, abundantes negros y predominio de los grises en los vestidos. Y ello pese a que hay una utilización marcada de la movilidad vertical y horizontal de elementos escénicos.

Esta partitura, estrenada en La Scala de Milán el 9 de marzo de 1842, fue escrita por Verdi cuando había pensado dejar la composición tras el fracaso de Un giorno di regno. El libreto, obra de Temistocle Solera, había sido rechazado por Otto Nicolai y Verdi, que un principio también pensó hacerlo, finalmente se decidió por componer una ópera con marcados elementos originales, que coexisten con la influencia de Donizetti y Bellini. Entre estos rasgos puramente verdianos figuran la sencillez y claridad del muy inspirado coro Va, pensiero, que se ha convertido en el fragmento más famoso de la ópera y también en una especie de símbolo de la independencia de Italia, y la presencia de una gran soprano dramática d'agilità, en el papel de Abigaille. Fue cantado en su estreno por la cantante Giuseppina Streoponi, que después sería esposa del compositor.

Esta obra, que tuvo un gran éxito desde su estreno en Milán y que muy rápidamente fue presentada en las primeras ciudades del mundo, pasó después una época de silencio, solo rota por la ejecución aislada por fragmentos como el celebérrimo Va, pensiero. Es muy llamativo que la primera grabación oficial de la partitura completa sea de fecha tan tardía como 1965 (Decca), con Lamberto Gardelli al frente de la Orquesta de la Ópera de Viena y Gobbi, Suliotis y Cava en los principales papeles.

Sin duda la dificultad de los roles de la princesa asiria Abigaille, del rey Nabucodonosor, un extenso e intenso papel de barítono, y de Zaccaria, con graves y agudos extremos, contribuyó a esta especie de marginación temporal de la composición.

En el estreno de Valencia Anna Pirozzi demostró que todas las dificultades y los riesgos del papel que cantó no son tales para ella. Con una voz de colocación natural, esta cantante que empezó a estudiar canto con 25 años, demostró que se puede presentar como sencillo lo más complicado. Ofreció una voz de bello timbre, plena en todo el registro, con excepcional facilidad para el filato, con graves consistentes, impresionantes agudos y excepcionales potencia y afinación.

Con ser muy bueno en su papel de Nabucco, el barítono griego Dimitri Platanias, palideció algo frente a su oponente femenina, pese a que lo cantó con entrega, potencia y tensión dramática, que lleva el peso principal de la obra. Está previsto que quien cante Nabucco los días 10, 12 y 14 de mayo sea el veterano y célebre Leo Nucci.

En cuanto a Zaccaria, Serguéi Artamonov, estuvo acertado, aunque algo escaso de cuerpo en las frecuentes notas graves de la partitura. Brian Jadge exhibió un bello timbre y buen gusto en su papel de Ismaele, del que hay que lamentar que sea tan breve. Fenena estuvo encarnada con su bella voz por la mezo armenia Varduhi Abrahamyan, que en la reciente producción de Norma fue Adalgisa. Bastante bien Shi Zong, David Fruci y Hyekung Choi, procedentes del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo como gran sacerdote, Abdallo y Anna.

Verdi. Nabucco
Cantantes: Dimitri Platanias, Brian Jadge,  Serguéi Antamonov, Anna Pirozzi, Varduhi Abrahamyan, Shi Zong, David Fruci, Hyekyung Choi
Ballet de la Generalitat: Inmaculada Gil-Lázaro, directora
Cor de la Generalitat: Francesc Perales, director
Escenografía: Yannis Kokkos
Orquestra de la Comunitat Valenciana
Nicola Luisotti, dirección musical
Palau de les Arts de Valencia
30 de abril de 2015