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las edades para ser emprendedor

Aprender a emprender como un juego de niños: de talleres a saltar a las reuniones con directivos

PEPA GÓMEZ. 14/04/2015

VALENCIA. Más de la mitad de las personas en edad laboral no saben qué responder ante la pregunta de cuáles son sus habilidades. "Y la única forma de ser feliz trabajando es hacer aquello para lo que uno vale", tan sencillo y tan complicado a la vez. Lo sabe bien Ana Carrau, CEO de Chiquiemprendedores, que apostó por dar vida a un proyecto en que los niños son los protagonistas, motivada por las carencias que fue detectando en su faceta de formadora durante los últimos años entre el empresariado azotado por la coyuntura económica. La finalidad es dotar a las personas, desde su infancia, de la posibilidad de desarrollar sus talentos y fortalezas de forma natural. No en vano "solo los niños y los genios encuentran 200 utilidades a un clip", recuerda.

El resto crecemos dándole un par de utilidades y continuar el camino tal y como nos han contado que es, hacia un objetivo que nos han descrito como ideal y definitivo. Mientras el cuento transcurrió sin alteraciones, la fórmula fue válida, fácil por inercia. Pero al estallar la crisis los esquemas aprendidos se rompieron dejando al descubierto una infinita colección de patas cojas.

Mucho se puede aprender de la naturalidad y la capacidad de asumir riesgos y la búsqueda de soluciones a los retos que tienen los más pequeños. Casi tanto como de quienes están en el extremo contrario, las personas de edad madura en posesión de la voz de la experiencia. "Emprender está muy de moda, pero se ha hecho siempre y es de las cosas más difíciles que hay", explica Dionisio Biot, presidente de Secot Valencia, asociación sin ánimo de lucro de asesoramiento senior empresarial.

CENTRO DE INNOVACIÓN Y TALLERES CON ASESOR SENIOR

Y entre la facilidad infantil y la dificultad material de los adulto para emprender existe una zona intermedia común que es donde tradicionalmente vienen pasando las cosas, se vienen dando respuestas y generando resultados. Pero el futuro está por escribir y parece que venga de la mano de la prueba y error de los emprendedores de los 20 a los 40 años. Hablamos de un futuro en que muy poco de lo escrito hasta ahora sirve en que, solo como ejemplo, se dice que los empleos más reclamados en cinco años ni si quiera existen.

En este escenario incierto, los expertos en el mundo infantil y en de la experiencia que hemos consultado coinciden: no hay límites para nadie y no podemos ponérselos a los más pequeños. Si el sistema educativo deja una laguna, hay que actuar sobre ella. Y ambas iniciativas, Chiquiemprendedores y SECOT Valencia, van a atajar el tema a la vez de formas distintas pero sobre el mismo público: con talleres en centros educativos para complementar la formación y motivar al desarrollo de habilidades enfocadas a todo tipo de retos emprendedores de futuro, personales y profesionales. Será desde el próximo septiembre y fruto de Chiquiemprendedores, con poco más de un año de vida, tiene previsto abrir un centro de innovación para recibir a grupos de escolares y desarrollar talleres creativos ampliando su actual programación de actividades.

Un planteamiento que pretende romper con los esquemas que se imponen "más propios de la Revolución Industrial que de la era del conocimiento en la que estamos", explica Carrau. Este proyecto se basa en poner en manos de niños y niñas de 4 a 12 años en distintos grupos de actividades el desing thinking de casos reales, el desarrollo de productos, servicios o aplicaciones. Este tinte de realidad, de plantearles un problema y que deban buscar una solución viable y que puedan llegar a ver materializadas sus propuestas, hace que se motiven cada vez más en su cometido y que arrastren con ellos a más y más amigos.

Una forma de trabajar que sí se está aplicando actualmente mucho en aceleradoras y eventos de encuentros de emprendedores.

 Una técnica muy fácil para un niño y aprendible con ciertas dosis de esfuerzo para los ya más mayores. A través de excursiones escolares al centro de innovación, se proponondrá plantear a los niños retos emprendedores en tres pasos: desarrollo creativo de la idea, prototipado y construcción y comunicación. Por lo pronto, Chiquiemprendedores abordará próximamente su campus de verano (para niños de 7 a 12 años) con un proyecto social que tendrán que solucionar y desarrollar con emprendedores en activo. El plazo de inscripción está abierto, pero también para empresas que quieran involucrarse y explorar una nueva faceta, para que planteen ese reto real.

Se trata, en conjunto y por tanto, de lograr desarrollar "una madurez mental en los pequeños y jóvenes para no cometer errores o saber salir de ellos", afirma Biot. No tanto de una madurez plasmada en el DNI sino en las experiencias tempranas y ventajosas.

En esta misma línea de pensamiento, por tanto, Secot propone importar la experiencia que la delegación en Madrid ya está desarrollando: "entrenar a los escolares a través de charlas a iniciar pequeños proyectos para que aprendan a enfrentarse a ello con la naturalidad y el dominio con el que asumen un nuevo idioma". Con dos premisas básicas, indica el presidente de los asesores voluntarios senior: "eliminar esa visión negativa que tiene el mundo de la empresa y no permitir que los chavales se deslumbren con los casos de éxito como Facebook. Muchos tienen una gran carga de suerte y oportunidad, fueron ideas muy bien concebidas pero con un resultado y alcance que nadie supo siquiera medir que podría darse".

"La suerte hay que trabajársela", coincide Carrau. Y lo importante no es hacer con estas iniciativas que toda persona se convierta en empresaria, "sino desarrollar y tener un espíritu emprendedor".

LOS NIÑOS SALTAN A LAS REUNIONES DE DIRECTIVOS

Entre los proyectos de Chiquiemprende, revela Ana Carrau a Valencia Plaza, está la inmersión de niños en proyectos empresariales reales y que tengan un reflejo en el mercado. Se trataría de darle la vuelta al trabajo que desarrollan y seguirán desarrollando, en cuyos talleres participan como mentores emprendedores o propiamente mentores de personas emprendedoras. La vuelta de tuerca está en la participación personal en procesos clave para el desarrollo de ideas y productos, desde el brain storming. "Una visión clara y directa que cuando vamos dejando de ser niños vamos perdiendo y que es un tesoro para cualquier empresa a la que le cuesta entender el mundo con unos ojos viciados", explica la CEO.

Dentro de esta filosofía las empresas no deben dejar pasar la oportunidad de educar a sus trabajadores en dinámicas y técnicas creativas, que logren poner el foco en el individuo o cliente final. Que es exactamente como los niños ven y solucionan los retos del mundo ante los que se les pone: empatizando, conociendo bien la realidad y las necesidades de la persona, de forma simple y sincera, se llega al producto más competitivo, como a medida. "Parece complejo, pero solo desde los ojos de un adulto. Para los niños es sencillísimo", explica la responsable de Chiquiemprendedores.

 

"Cuando uno es joven tiene toda la fuerza, física y mental, como para imaginar, emocionarse, emprender. Pero cualquier edad es buena para empezar y salir ganando", añade Dionisio Biot. Eso sí, "teniendo claro que el camino de las ideas geniales es corto y el de las mejoras de una idea existente abre un amplio mundo por explorar".

No es cuestión de tratar como "universitarios" a los más pequeños ni a los más mayores, tampoco de tomarse la vida como un juego constante. La clave está en desprenderse de corsés prefabricados en otras épocas para otros cuerpos y "sumergirnos en un entorno que para muchos hoy parece futurista", apunta Carrau, especialmente para padres a los que se les propone que sus niños participen de estas dinámicas, y también para aquellos que han sido educados "para ser funcionarios" y andan con los esquemas rotos.

La simulación por ejemplo de coworkings o habs entre los más pequeños tiene como objetivo desarrollar herramientas para abordar un futuro basado en el emprendedurismo del que no tenemos idea ni referente pasado. Y lograr que el sistema educativo "escriba una estrategia global y de largo plazo en este sentido", matiza Carrau.

En definitiva, que se aliente a los niños a potenciar sus fortalezas sin complejos para dar lugar a una nueva generación de talentos, "con confianza en sí mismos, ética empresarial, sostenibilidad y responsabilidad para que sean capaces de grandes cosas y redunde en el beneficio de todos", concluye Carrau, es la base.

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