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Los modistos de la alta costura brindan sus agujas a las artes escénicas

BEGOÑA DONAT. 23/03/2015 Lorenzo Caprile en 'El mercader de Venecia' que llega al Teatro Principal, David Delfín, Elio Berhanyer o Balenciaga han diseñado vestuario para teatro, danza y ópera

VALENCIA. Hace una década, Lorenzo Caprile se coronó en su trayectoria profesional. El modisto atavió a la entonces princesa de Asturias Letizia Ortiz con un soberbio vestido rojo para su presentación en 2004 ante las casas reales europeas. El cénit de su taller coincidió con la asunción del fin de una etapa. "Me apetecía dar un paso más y sabía que el prêt-à-porter no era lo mío", confía.

Fue entonces cuando Eduardo Vasco, por entonces director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, le propuso iniciarse en el diseño de vestuario escénico. Desde su debut de su mano en 2006 con Don Gil de las calzas verdes, Caprile ha ido sumando encargos y reconocimientos, como el Premio Ceres 2013 por los figurines de Noche de Reyes, El Malentendido y Fuegos.

Del 26 al 29 de marzo sube al escenario del Teatro Principal de Valencia su trabajo para El mercader de Venecia. Para esta versión del clásico de Shakespeare, su director, Eduardo Vasco, "quería huir de la última versión de cine protagonizada por Al Pacino –comparte Caprile–. Me pidió que evitáramos el estilo habitual del Renacimiento en Venecia, asociada a los lienzos de Veronés y Tiziano, y que, en cambio, buscara un sello más contemporáneo, de carnaval veneciano, pero sin caer en el disfraz".

El figurinista indagó en busca de inspiración en las pinturas de los maestros del XVIII Canaletto y Pietro Longhi. Así, su universo creativo combina "el mundo oscuro, doloroso y trágico del protagonista judío con el carácter festivo de la comedia romántica de enredo".

UNAS VACACIONES ENTRECOMILLADAS

Su aguja ha servido, entre otras obras, a las producciones Las Bizarrías de Belisa, As Bees in Honey Drown, La ilusión, El perro del hortelano, Las manos blancas no ofenden, La Estrella de Sevilla y La Moza de Cántaro; ballets, caso de Amargo y Rojo y Rosa, y óperas como Il Re Pastore, estrenada en el Festival de Ópera de La Coruña, Orpheus, para el Festival Internacional de Santander, y Rigoletto, producida por el Teatro Real de Madrid. En este montaje trabajó como asistente de la tres veces oscarizada (Shakespeare in Love, El aviador y The Young Victoria) Sandy Powell. La diseñadora, a la que califica de "musa en la vida y en la profesión", le imprimió dos máximas, "no tener prejuicios y ser fiel a uno mismo".

A la vista tiene el diseño de vestuario de un espectáculo flamenco para el debut de una joven coreógrafo; un Otello de Verdi, dirigido por Ignacio García, para la temporada de ópera de la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera; y Hedda Gabler, dirigida por Eduardo Vasco, cuyo estreno está previsto el 24 de abril en el Teatro María Guerrero de Madrid. Para su protagonista, Cayetana Guillén Cuervo, Caprile ha diseñado cuatro trajes.

"Eduardo ha querido traer a la heroína de Ibsen al siglo XX, y como le gusta la atemporalidad y la neutralidad, el estilo se puede enmarcar tanto en los veinte, como en los treinta o los cincuenta. Es un vestuario muy elegante, sobrio y austero, pero no vamos al charleston ni a la depresión del 29", sintetiza Caprile. Y es que, como a continuación señala, en los montajes, aunque el vestuario toma su pequeño protagonismo, "lo importante es el texto, los actores y la acción", recuerda.

Un momento de la representación de 'El mercader de Venecia'. FOTO: QUICO.

Ahí reside, precisamente, una de las diferencias fundamentales entre sus dos carreras. "Cuando trabajo alta costura he de tomar decisiones a ritmo vertiginoso y soy yo el que lleva las riendas, mientras que en mis encargos para el teatro, el que marca la dirección es el director de la obra. Resulta muy cómodo estar teledirigido, son como unas vacaciones, pero también disfruto de libertad", compara.

La otra disimilitud reside en los materiales. "En la ropa que yo hago, la materia prima es delicada, exclusiva, y la costura, muy primorosa, y en el teatro se trata de ropa de trabajo y como esperamos que vaya fenomenal y la obra haga una gira de dos años, los tejidos han de ser fáciles de mantener y de lavar. Por ponerte ejemplos, los bordados los sustituyo por aplicaciones plásticas o por silicona pegada, porque tienen que durar".

Esta tarde, 23 de marzo, a las 19.30, Caprile compartirá su experiencia como maestro couturier y figurinista en la inauguración del nuevo foro de pensamiento Factoría Rambleta, en, lógicamente, el centro cultural La Rambleta de Valencia.

PRENDAS PARA BAILAR

Juanjo Gómez, diseñador de la firma Yono Taola, secunda los argumentos de Caprile. "La diferencia básica es que las pautas del trabajo no las impones tú, sino que tienes que atender unos briefings y ajustarte a las necesidades del director, los actores y la obra. Por otro lado, no es lo mismo una prenda que va a usar una persona en la calle a la que va a vestir un actor sobre el escenario. El vestuario para las artes escénicas está condicionado por el impacto de los focos, el sudor de los actores..."

El modisto madrileño, quien ha participado en pasarelas como Gaudí, Murcia abierta, Semana de la moda de Valencia, Redken Weekend Experience 2012 y en el OFF de la Mercedes Benz Fashion Week, ha diseñado el vestuario del musical El otro lado de la cama, la obra Drácula y dos coreografías para la compañía Provisional Danza, de Carmen Werner, Skater y Fermina.

Gómez ahonda en el trabajo de diseño de vestuario para el baile. "Te has de plantear la estructura de la prenda de manera diferente, ya que los movimientos pueden ser bruscos, así que es mejor optar por tejidos elásticos, que permitan a los bailarines moverse y trabajar con costuras que resistan".

El creador se encuentra inmerso en la producción de la colección de verano de Yono Taola para las tiendas y empezando a ver tejidos para su siguiente pasarela en MFSHOW, en el Palacio de Cibeles de Madrid. No descarta nuevas incursiones en el vestuario escénico. "Es un intermedio divertido, que no tiene los condicionantes de la moda, pues este mundo no es sólo glamour, luego has de pensar en la funcionalidad de tus diseños, en que las prendas se puedan llevar en la calle. En el teatro, en cambio, te puedes permitir hacer volar la imaginación", asegura.

PIONEROS

A las picas de Juanjo Gómez en los escenarios les han precedido las de grandes modistos españoles. El director del Museo Nacional del Teatro, Andres Peláez, además de a Lorenzo Caprile, destaca a Elio Berhanyer como pionero. El decano de los diseñadores en activo, "no sólo ha intervenido tanto en danza como en teatro y ópera, sino que ha sido maestro del mejor figurinista que tenemos, Pedro Moreno", destaca el responsable de la institución museística radicada en Almagro.

En opinión del director, Elio Berhanyer, Premio Nacional de Diseño de Moda 2011, "creó una moda y una manera de ver el vestuario de teatro, dándole intemporalidad". Y cita como ejemplo su trabajo para la obra de Antonio Gala Anillos para una dama. "Buscó que no fuera arqueológico, que no se limitara a reproducir un códice del siglo XII. A Carlos Ballesteros, el actor que interpretaba a Minaya Alvar, el amigo de El Cid, le diseñó un jersey que simulaba una cota de malla, y le propuso que paseara por la siempre populosa Puerta del Sol con la prenda puesta. Si la gente volvía la cabeza, significaría que habían fracasado, pero no fue así, lo que demostró que era un diseño contemporáneo".

Josep Maria Pou, Josep Maria Flotats y Carlos Hipólito en 'Arte'.

Peláez también cita a Devota & Lomba, que firmaron el vestuario de Arte, de Josep Maria Flotats, y las coreografías Mediterrania, de Nacho Duato, y Poeta, del Ballet Nacional de España; y al fallecido Jesús del Pozo, figurinista de la zarzuela El Juramento y de las óperas Carmen, de Bizet, en 1998, en el Teatro Real de Madrid y Farnace, de Vivaldi, para la que también se atrevió con la escenografía.

"La colaboración de modistos en el diseño de vestuario era más habitual en el teatro europeo y en EE.UU. En España tardó más porque la alta costura se impuso mucho más tarde -detalla Peláez-. Primero sufrimos una guerra, y durante los años cuarenta no había mucho dinero. La costumbre era que los actores llevasen su propia ropa en las funciones. A partir de los años cincuenta, la situación empezó a cambiar y en los teatros dependientes de la Administración nacional se empezó a trabajar con figurinistas, pero la moda se impuso más tarde. Elio Berhanyer y Manuel Pertegaz, que hizo alguna cosa circunstancial en cine y en teatro, fueron los primeros en crear para este ámbito. A mediados de los sesenta el teatro experimentó cambios de carácter estilístico que dieron más margen a los modistos y la alta costura se consolidó a finales de la década, de modo que el diseño de vestuario se convirtió en un elemento clave de las producciones".

EL SIGLO XXI VISTE EL TEATRO CLÁSICO

El museo que dirige organizó en 2009, con motivo de la celebración del XXXI aniversario del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, una exposición titulada La moda y los clásicos, que reunía 28 trajes creados para vestir a personajes de teatro clásico a cargo de Elio Berhanyer, Jesús del Pozo, Francis Montesinos, Ágatha Ruiz de la Prada, Devota & Lomba, Miguel Palacio y Ana Locking. La muestra aspiraba a plasmar "la intensa relación entre moda y teatro recalcando la importancia del trabajo del figurinista en las artes escénicas".

Y se servía de una cita del couturier francés Paul Poiret, cuyas aportaciones a la moda durante el siglo pasado han sido comparadas a las de Picasso en las Bellas Artes, para ilustrar el vínculo entre ambas disciplinas: "He vestido a las mujeres más hermosas, he hecho felices a las más elegantes, y yo también he sido feliz. Pero si de verdad queréis que sea un creador, dadme los versos de Molière, Shakespeare y Calderón para crear a partir de ellos".

Los versos elegidos por el valenciano Montesinos para la exposición fueron los de Guillén de Castro, de quién tomó a la protagonista de Las mocedades del Cid, Doña Urraca; y Lope de Vega, para cuyas heroínas empleó el color rojo. Tanto para Diana de El perro del hortelano, a la que diseñó un traje corto muy sensual como reflejo de los celos y las intrigas amorosas; como para las hermanas protagonistas de La dama boba, Finea e Inés.

Además de los modistos enmarcados en la exposición, Peláez nombra también a David Delfín, diseñador de los vestuarios de Hamlet, de Tomaz Pandur, Carmen.maquia, para Luna Negra Dance Theater Chicago, y Nippon Koku, para la Compañía Nacional de Danza. Precisamente, el próximo 9 de abril, la CND estrena una versión de Carmen de Merimé en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, de cuyo vestuario se ha encargado el malagueño.

El coreógrafo sueco Johan Inger le ha marcado las pautas de sobriedad, atemporalidad y contemporaneidad para este montaje, así como un sutil acercamiento a la década de los sesenta. "Su idea es crear una nueva Carmen, huyendo de los estereotipos estéticos de la obra y de la época, desdoblando y trasladando sus personajes a una especie de equivalente contemporáneo. De esta forma, los militares se acercan a otra forma estética de poder, como podrían ser los ejecutivos. El torero, la estrella de la obra, estaría más cercana a una estrella de cine o de rock... Y los gitanos, seducidos por los encantos de las cigarreras que despiertan sus instintos animales, se transforman casi en perros", puntualiza.

Uno de los diseños de vestuario para 'Carmen'. FOTO: EVA VALLINAS.

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