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Paella griega

CRUZ SIERRA. 30/03/2010

(Este artículo fue publicado el pasado lunes 29 de marzo de 2010 en el diario Levante-EMV)

Todavía nos consigue sorprender la sangre fría con la que la Generalitat, especialmente su presidente y y su vicepresidente de Economía, aborda ante la sociedad la crisis económica de este territorio. Siempre se ha entendido que para solucionar un problema lo primero que hay que hacer es detectarlo, reconocerlo. Así se le exigió, por ejemplo, al presidente Zapatero con la crisis de la economía española. Durante dos largos años, desde 2007, se lo exigieron la oposición, los medios de comunicación, los expertos... y al final lo consiguieron. Tardó ZP en decir "sí, tenemos un problema grave" después de haber negado negligentemente su existencia. Pero finalmente lo admitió -no tuvo otro remedio- y ahora el Gobierno maniobra como puede frente a crisis. Otra cosa es si está siendo eficaz o ya es demasiado tarde para cualquier cosa que no sea una reforma radical del sistema (de momento, el Gobierno ha aplazado la aprobación del plan anticrisis pergeñado en Pozuelo, lo cual resulta francamente alarmante: es como si no tuviéramos prisa...).

Pero volvamos a casa. La actitud de la Generalitat y su gobierno es incomprensible. La huida hacia delante nunca fue una alternativa viable. Y no otra cosa está haciendo el Consell, como se desprende de su comportamiento. Lo de esta semana ha entrado directamente en el terreno del absurdo. Porque absurda, o insultante si lo prefieren, ha sido la respuesta del Consell a la información publicada en días pasados sobre el PIB de 2009, en el que la Comunidad aparece como la segunda mayor caída de España, superando una recesión del 4%. Dice la Conselleria de Economía que ese dato es una prueba de la pujanza y "apertura" de la economía valenciana. Algo así como que pierden más los que más tienen que perder. Con este mismo razonamiento 'campsiano', el elevado número de parados existente en la Comunidad, más de medio millón de trabajadores, se podría deber a que "tenemos muchos trabajadores" ¿no, señor Camps? El conseller Camps opina, lo dijo en Brasil, que la economía valenciana es "un ejemplo de economía dinámica, equilibrada y con oportunidades de futuro"...

Esta actitud de los que se supone deben solucionar o o intentar solucionar los problemas de todos resulta frustrante no sólo para los contribuyentes de a pie, también para empresas y empresarios, directivos, financieros y profesionales, que no creen que la situación esté mejorando ni que seamos ejemplo de nada. La Generalitat tampoco admite la gravísima situación financiera que recorre sus circuitos interiores y que si no fuera por el aval del Estado hace tiempo habría saltado por los aires. En este preciso instante, los compromisos de pago a corto plazo de la Administración autonómica multiplican varias veces su previsión de ingresos fiscales. Si no fuera por el incasable recurso a la emisión de deuda del Instituto Valenciano de Finanzas -con permiso de Madrid, qué remedio, y vaya usted a saber a qué precio (el IVF se ha saltado la política europea de no recurrir a Wall Street para financiarse, tal y como hoy revela Valenciaplaza.com)-, es posible que ya se hubiera producido el 'crack' de las finanzas públicas autonómicas. O a lo mejor no, pero no lo sabemos, porque el Consell ni rinde cuentas ni permite debates, por lo que estamos autorizados a ponernos en lo peor.

La única estrategia visible de la Generalitat, y del partido que la sostiene, es recurrir al agravio comparativo regional y atacar al Gobierno por "maltratar" a la Comunidad Valenciana. "Si fuera por Zapatero, la Comunidad Valenciana ni existiría", ha llegado a decir estos días el presidente Camps en uno de sus ya habituales excesos oratorios. Estamos asistiendo al derrumbamiento de nuestro mundo y el Consell sigue intentando hacernos creer que la economía valenciana está boyante y que si tiene algún problema es por culpa de ZP. Total, para que las encuestas les sigan saliendo bonito y puedan ganar las elecciones del año que viene. Siguiendo esa misma estrategia tan irresponsablemente electoralista, el PP está exigiendo al Gobierno en Madrid que baje los impuestos ya que en su opinión es la única medida posible para hacer frente al hundimiento de la economía. Lo cierto es que en contra de lo que responde el Gobierno, que acusa al PP de subirlos allí donde gobierna, en la Comunidad Valenciana según indican diversos informes, se pagan menos impuestos que en otras regiones. Paga menos a Hacienda una familia media valenciana que una extremeña, por ejemplo. Lo cual, a la vista está, no ha servido para que tengamos mejor situación económica que en otras comunidades (el secreto de la buena gestión no está en los ingresos, sino en el destino que se dé a éstos, el gasto y en sus prioridades). A pesar de ello, la Generalitat sigue exigiendo al Gobierno más ayudas para la Comunidad. ¿Pero cómo va a ayudar nadie a quien desde hace años no hace sus deberes?

La canciller alemana Ángela Merkel tiene clara la respuesta a esta pregunta (y Mariano Rajoy también). Merkel, la lider europea en la que se quiere mirar el PP, era partidaria de permitir que Grecia pagara sus errores (sólo la insistencia de Sarkozy lo ha evitado). ¿Por qué deben contribuir los sacrificados ciudadanos europeos a resolver los problemas de Grecia, causados por el impresentable comportamiento de un gobierno al cual sostuvieron ciudadanos y contribuyentes griegos en el poder durante años mediante sus votos? El traslado de este esquema de razonamiento, primero a España en su conjunto y luego a la Comunidad Valenciana en particular, nos permitirá conocer algunos ingredientes de lo que nos depara el porvenir.

LOS DESAFIOS DE CONEXUS. El nuevo lobby que está a punto de nacer en el eje Madrid-Valencia, la Fundación Conexus Madrid-C. Valenciana, con el objetivo de fortalecer la imagen de la Comunidad Valenciana en Madrid y lograr con ello ventajas para la economía regional, debe sortear algunos handicaps previos si quiere contar con cierta garantía de éxito. El primero es desprenderse de cualquier tentación o vestigio de politización que pudiera acompañarle. Si un lobby trabaja para un partido político en lugar de hacerlo para unos intereses concretos, en este caso los de la economía valenciana, se convierte en apéndice ese partido y liga su futuro al del partido relegando su 'objeto social'. En segundo lugar y como corresponde a una entidad se supone que de nuestros días, la transparencia debe convertirse en su norma de vida cotidiana. La opacidad es una táctica del siglo pasado que no acostumbra a dar buenos resultados. Finalmente, la fundación debe huir de cualquier sospecha de personalismo que pueda lastrar su funcionamiento. Con estas premisas de partida tal vez Conexus pueda superar los efectos del cainismo que históricamente golpea las iniciativas para superar el tradicional aislamiento de lo valenciano y ganar influencia en el Estado, algo de lo que carece ahora y ha carecido siempre.

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