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MADRID. Telecinco ha estrenado una mini-serie sobre un comando de elite del Ejército español que lleva a cabo una peligrosa misión, liberar a unos niños secuestrados por islamistas. Podría ser el argumento de una película ochentena de Chuck Norris y, efectivamente, lo es. En este país, tras el óbito del Caudillo, no nos hemos prodigado precisamente por realizar una docena de películas al año sobre el heroísmo de nuestros soldados y la gloria de nuestro ejército. Tan solo nos hemos puesto al día con las películas de la Guerra Civil que no se pudieron rodar durante cuarenta años, las del otro bando, que era poco glorioso, no en vano, perdía siempre. Pero pasan los años, se esfuman los complejos, lo que no es malo, y llegan propuestas autóctonas de género bélico con un título tan casposo como "Los nuestros". Hay que recordar que en 2002 cuando Calparsoro rodó ‘Guerreros' aquello fue rompedor y contracorriente.

Eso en cuanto a la ficción. Sobre la realidad, de las misiones españolas en el extranjero la verdad es que no nos hemos enterado demasiado. Vaya por delante que la autora de uno de los libros mejor valorados sobre Afganistán, Mónica Bernabé, en su día sufrió verdadero "maltrato" por parte del gabinete de prensa del Ministerio de Defensa, según palabras del reportero Gervasio Sánchez. Pudo trabajar con las tropas inglesas o las estadounidenses con total naturalidad "como algo rutinario", pero no, nunca, con las españolas. Sánchez calificó al gabinete de Comunicación del Ministerio de "chiringuito para hacer campaña de nuestros ministros".

Le pegamos un telefonazo a un conocido que estuvo varios años en Afganistán y corrobora lo dicho punto por punto. Las entrevistas que los periodistas podían hacer eran siempre a determinados soldados, seleccionados y preparados por el Ministerio para dar un discurso aprendido de memoria. Caían broncas muy serias si alguien se atrevía a hablar con un periodista por su cuenta. El CNI gastaba más tiempo en controlar posibles filtraciones a los periodistas que en otras labores quizá más provechosas, como ocurrió con la filtración del vídeo del atentado del 25 de agosto de 2010 en el que perdieron la vida dos soldados, dice. Dos militares fueron detenidos por distribuir el vídeo. El problema era, concluye, que "se estaba ocultando que allí se pegaban tiros, no se quería que se supiese que aquello era lo que era, que no era una misión de paz".

Por eso resulta curioso, por otro lado, el título elegido. En 2011, Equipo de Investigación de Antena 3 emitió un documental que se llamaba igual, también ‘Los nuestros'. Aunque el tono era distinto, se vendían las imágenes de los soldados españoles como "prohibidas", por los motivos citados, y se mostraba la primera línea del frente donde sí había muchos tiros. Y era real. Era un documental.

Por supuesto, el reportaje desencadenó una pequeña crisis en el Ministerio, tal y como informó Vertele:

"El Ministerio de Defensa y el Ejército de Tierra han dado orden a la unidad correspondiente -el Centro de Seguridad del Ejército de Tierra- de que investigue y analice todas las imágenes emitidas por la cadena de San Sebastián de los Reyes, de forma que todos los efectivos que aparecen en ella queden identificados. Algunos incluso ya quedan identificados en el vídeo a través de su apellido. De hecho, Defensa ya había conseguido copia de las imágenes antes de la emisión del reportaje".

Pero esta serie de televisión es de las que le gustan al Ministerio. No es un ‘Generation Kill' que explote las contradicciones, manipulaciones o censuras de lo que realmente ha pasado cuando han salido fuera nuestros soldados. La acción se sitúa en un hecho en principio improbable: que el Gobierno se niegue a pagar el rescate de unos niños secuestrados. Hasta ahora, tal y como informó el diario El País, España y Europa pagan rescates por los secuestrados siempre, aunque no lo reconozcan.

El Ejército también ha colaborado en la preparación de los actores, han pasado por un adiestramiento básico, y ha ayudado a conseguir las réplicas de las armas empleadas. El objetivo de las Fuerzas Armadas, según pudo averiguar La Guía TV, era dar una imagen exacta y objetiva:

 «En operaciones especiales la inteligencia y la psicología son fundamentales», subraya el asesor militar. Por eso, consideran que es bueno que haya visiones más realistas que enseñen como funciona el Ejército, y «luego que cada uno valore», concluye.

Y la valoración que hacemos aquí es que la serie está llena de topicazos por mucho que se haya tratado de reflejar fielmente cómo operaría en un caso así un grupo de operaciones especiales. Aunque nada de esto ha impedido que haya pegado un pepinazo de share y se haya cepillado a El Ministerio del Tiempo, la gran apuesta de TVE, que es al menos mucho más original que esta americanada.

Porque al margen de la acción, lo que tenemos es melodrama en dosis duras. Por un lado, está la pareja protagonista, Hugo Silva y Blanca Suárez, que han aparecido en la portada del último número de la revista "Semana" con una declaración en la que ella que decía "Hugo es mi hombre perfecto". El personaje de Blanca es la amante del de Hugo y ella le ha gastado la brominchi de decírselo a su mujer y madre de sus hijos. Ahora se ven forzados por esta repentina misión a trabajar, o luchar, juntos, después del drama. De ahí parte la tensión sexual y todas esas cosas ¡qué novedoso!

Y por el otro, los padres de los niños secuestrados, interpretados por Laia Marull y Tristán Ulloa. Una verdadera pena, porque Laia es una de las mejores actrices que han surgido en este país en los últimos años, pero aquí no está especialmente acertada. Hay diálogos con su marido que parecen sacados ni de una telenovela ni de una película de aquellas de Antena 3 de después de comer, sino de los anuncios, de la publicidad. Parece que en algún momento ella va contestar "Voy a buscar a mis hijos yo misma porque... desde que tengo las zapatillas tal". O un "No podía dormir por el secuestro, estaba muy nerviosa, pero desde que tomo...".

Lo que sí que está logrado, eso sí, es el papel del señor embajador. Ante la amenaza de la madre de los niños de denunciar a la prensa que se va a efectuar un rescate de sus hijos que ella no ha autorizado, le dice a su subalterno "que no salga de la embajada" y añade un putiniano "llama a un médico" -recuerden cómo se redujo a la madre de un marinero de la tripulación del submarino Kursk.

Pese a todo, las escenas de acción sí que están bien rodadas, ya sean con una cabra o con tanquetas. El engendro, emocionante es. Si hemos disfrutado de mucha basura americana, tipo Rambo, Desaparecido en combate o las porquerías de Clint Eastwood como director, todo ello sin sentirnos culpables, por qué no vamos a hacerlo de lo mismo pero a la española.  Hay una escena al final de este primer capítulo en la que cosen a tiros a unos tíos, que lo único que hacen es pasar por un camino vestidos de árabes, que entran ganas de gritar "oh yeah come on". Eso sí, ya puestos, molaría que nuestros soldados fuesen tan fachas como los estadounidenses. Los de esta serie parecen ilustrados franceses. Y en el verdadero ‘Los nuestros', el de Antena 3, ya vimos que esto no era así.