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VALENCIA. "Se nos acaba de ir la luz". MacDiego da dos besos a la dibujante castellonense Paula Bonet (Vila-real, 1980), recién llegada de Barcelona donde vive desde hace años. "Aún así, si quieres, puedes entrar y ver lo que hay puesto". Bonet sonríe, le da dos besos y dice: "Sí, sí. ¿Quién me lo iba a decir a mí? Esto no me lo podía ni imaginar cuando empezaba", añade señalando al espacio.

Comisario y artista se adentran en la galería habilitada en Las Naves de Valencia para la nueva exposición del centro cultural. Se titula 813, Truffaut por Paula Bonet y se inaugura este jueves. Se podrá contemplar hasta el 17 de mayo. La sala ya está pintada y panelada. Algunas de las grandes reproducciones ya se han instalado. En varias cajas, apiladas, otros dibujos, más pequeños, enmarcados, que conformarán parte del repaso al proceso creativo de su nuevo trabajo 813. Truffaut, un éxito editorial desde su aparición y que la confirma como la ilustradora de moda.

La artista quiere ver la última sala de la exposición, pintada de azul, donde se exhibirá una gran reproducción de su dibujo de Fanny Ardant en la película La mujer de al lado (1981), el penúltimo largometraje del genial Truffaut (1932 -1984). "Tengo mucha ilusión por verla", le dice Bonet a MacDiego.

MacDiego le enseña la ilustración ampliada. Está dividida en tres partes. Junta, tiene cuatro metros de ancho por dos de alto. "¿Dónde lo ponemos?", le pregunta el comisario a la artista. "Habíamos pensado en esta pared, pero que te parece en ésta". Bonet mira y asiente. "Diego, yo creo que aquí". La ilustración saludará al visitante tal como entra, después de traspasar una cortina que estará colgada con una luz roja. En la estancia, una larga vitrina, aún por montar. "Aquí irán materiales que empleo para hacer mi trabajo", comenta la artista.

La muestra constituye uno de los platos fuertes de la temporada primaveral en Las Naves. Ya ha suscitado expectación antes siquiera de inaugurarse. En Barcelona mismo ya cuenta con dos novios: la Filmoteca de Catalunya y el Instituto Francés quieren exhibirla "sin haberla visto", apunta Bonet. "Nos la quitan de las manos", bromea MacDiego; "subasta, subasta...", añade riendo.

Entre los dos se percibe una enorme confianza. La suya es una amistad que viene de largo. "Éste hombre fue la primera persona que me dio trabajo", dice Bonet abrazándole. MacDiego, tan dado a la ironía, le cuesta replicar con una de sus bromas sarcásticas a Bonet, por la que siente una gran predilección. Es, posiblemente, uno de los principales admiradores de su talento y de hecho se puede decir que fue, en cierta medida, su descubridor.

El resultado de esa sincronía es una perfecta descripción del proceso creativo del libro, al tiempo que un repaso a la carrera de Truffaut. Porque la exposición es en sí es eso, un tributo a varias cosas al mismo tiempo: al trabajo del ilustrador, tan callado, tan discreto, que decía el poeta; a Bonet como creadora; y, por supuesto, a la figura de Truffaut, un cineasta que 31 años después de muerto es reivindicado por las nuevas generaciones de artistas.

"Lo que a mí me gusta de él es que ves sus películas y parece que sea muy sencillo lo que cuenta, pero es denso, profundo", explica Bonet. "Sus películas están llenas de vasos comunicantes, de referencias literarias, cinematográficas... Tratan temas como el amor, la muerte...".

Fiel traslación del libro, la exposición recorre un breve pero significativo fragmento de la filmografía del cineasta y teórico francés, aquel que consideraba que los adversarios a los que se tenía que vencer o convencer no eran los productores o la crítica, sino el público.

Y, al igual que la anterior muestra que realizó MacDiego sobre el libro de Paco Roca Los surcos del azar para el mismo espacio, permite al espectador conocer en profundidad el método de trabajo de Bonet, descubrir el rigor que lo sustenta y conocerla en profundidad. Un viaje al taller del artista que tendrá su contacto con el público este jueves, a las siete y media de la tarde, cuando la artista presente el libro acompañada de Roca, José Saborit y MacDiego para después, a las ocho y media, inaugurar una exposición que a buen seguro le habría encantado a Truffaut.

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