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LA OPINIÓN PUBLICADA

El debate del estado de la nación: soberanía en la calle y en el Parlamento

GUILLERMO LÓPEZ. 01/03/2015

LA OPINIÓN PUBLICADA

Guillermo López García

Profesor titular de Periodismo de la Universitat de València
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VALENCIA. La semana que termina hoy no ha sido buena para el Partido Popular. Después hablaremos del caloret de Rita Barberá, que en sí mismo constituye un espectacular símbolo del hundimiento de la hegemonía electoral que ha ostentado el PP en tierras valencianas desde 1995, y la propia Rita en la ciudad de Valencia desde 1991. Pero, además de Rita, el PP se dio de bruces con el debate del estado de la nación.

En dicho debate, Rajoy actuó con una agresividad frente a Pedro Sánchez totalmente impresentable, por impropia de un presidente del gobierno. Y, además, contraproducente para un dirigente como Rajoy, poco ajustado al rol de "perro de presa". Por alguna razón, la estrategia del PP parece consistir en una vuelta a la primera legislatura de Zapatero, el acoso y derribo al PSOE... Pero ahora desde el Gobierno.

Quizás esto busque cohesionar a su electorado más fiel, en un momento en el que ha aparecido en lontananza el peligro de Ciudadanos (ya veremos de cuánta entidad). Pero, por lo pronto, contribuye a incrementar el hastío de mucha gente con este gobierno, incitándoles a la movilización electoral con el más poderoso de los argumentos en un país como España: vótame a mí para votar contra estos.

BUEN PAPEL SOCIALISTA

Por contraste, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, tuvo un buen estreno en el debate del estado de la nación. Supo atacar a Rajoy, criticarle con claridad, pero sin perder los papeles. Con ello -al menos, momentáneamente-, se creó un perfil de oposición clara al PP. Oposición civilizada, "de orden", pero oposición al fin. Rajoy, acostumbrado a vivir muy bien contra (¿con?) Rubalcaba, reaccionó con la mencionada virulencia, lo cual sólo contribuyó a mejorar la valoración de Sánchez.

El liderazgo del secretario general del PSOE es, como resulta evidente, muy precario, y quizás tenga una fecha de caducidad inmediata. Precisamente por eso, Sánchez ha de aprovechar todas las oportunidades que tenga para mejorar sus expectativas. Y eso es lo que hizo, indudablemente, en el debate.

La verdad es que Pedro Sánchez se lo preparó bien (tanto el discurso inicial de respuesta a Rajoy como los posteriores turnos de réplica), pero tan acostumbrados estábamos a las limitaciones discursivas del líder socialista, a sus problemas en programas de televisión o en debates públicos, que en algunos lares cundió una teoría de la conspiración: el enfrentamiento, los ataques de Rajoy... ¡estaba todo pactado, en un intento por apuntalar al maltrecho PSOE en los prolegómenos de las inminentes citas electorales! Es decir, PP y PSOE habrían urdido un plan para aparentar desavenencias entre ellos, pero con la intención de pactar posteriormente una Gran Coalición.

Es difícil responder a una teoría de la conspiración que parte de estas premisas: si PP y PSOE tienen un debate de guante blanco, es porque hay una Gran Coalición en ciernes. Pero si escenifican una lucha descarnada, también. Pero es este un supuesto pacto un tanto absurdo, dado que el PP, en la situación actual, lo último que necesita es un PSOE con vida y con capacidad de disputarle la victoria en unas elecciones (es decir, volver a la tripolarización PP-PSOE-Podemos).

SOBERANÍA EN LA CALLE

Por supuesto, en el debate del estado de la nación faltaba el tercer integrante de este incipiente tripartidismo: faltaba      Podemos, que no está aún en el Parlamento, pero todo indica que estará dentro de unos meses (y faltaba también Ciudadanos, si le conferimos también credibilidad a su ascenso en las encuestas). Ante la carencia de representación institucional, Podemos entró en la agenda pública organizando un acto paralelo en el que Pablo Iglesias se postuló como auténtico líder de la oposición y retó a Rajoy a celebrar un debate televisivo entre ambos.

Es comprensible la estrategia de Podemos e Iglesias. Dada su ausencia en las instituciones, se postulan con las armas que tienen. La carencia de poder real (en el Parlamento, en las administraciones públicas) convierte a Podemos en un partido cuyo poder y presencia públicas es, en gran medida, una cuestión de percepción por parte de los ciudadanos. Su presencia mediática, su capacidad para concentrar la atención y que la gente hable de Podemos, los buenos resultados en las encuestas, ... son elementos que se realimentan el uno al otro, y de los que Podemos depende para que la supuesta burbuja-soufflé no se desinfle prematuramente, y acabe solidificando en los sucesivos procesos electorales que nos esperan.

El problema es que, al jugar con estas armas, Iglesias retuerce la realidad acomodándola a sus intereses. Todos hacen esto, por supuesto. Pero es poco creíble hacerlo con argumentos como que, puesto que Podemos no está en el Parlamento, pero sí en la calle, la soberanía, el "pueblo", se encuentra en la calle (en las calles por las que transita Podemos, se entiende), y no en el Parlamento. Entre otras cosas, porque el objetivo supremo de Podemos no se encuentra en la calle, sino en el parlamento español. Y montar continuos "eventos ciudadanos" para figurar a toda costa, llamar la atención siempre, también puede acabar pasando factura, por cansancio de los ciudadanos ante tanta reiteración. No siempre es mejor que hablen de uno. No si se nota tanto que el verdadero objetivo  de los actos que se convocan es únicamente ese.

#prayfor... el caloret del verano

En cualquier caso, el debate del estado de la nación quedó totalmente oscurecido por un acontecimiento mucho más importante, una conjunción planetaria que pasará a la historia de la alta política. En realidad, el acontecimiento en cuestión sucedió la semana pasada, pero es tal su resonancia, su capacidad de reverberación, que sus efectos perduran (y a buen seguro perdurarán aún mucho tiempo).

Me refiero, naturalmente, al discurso de Rita Barberá en la Crida que inauguró las Fallas de este año. El caloret del verano y demás hits del esperpento. Consciente de que el ridículo había molestado especialmente al núcleo duro de sus votantes (la gente que ha aceptado, durante décadas, que Rita Barberá y el PP se apropiasen de las Fallas y las utilizasen como herramienta política a su conveniencia), la alcaldesa de Valencia hizo algo inusitado: pedir disculpas.

No es para menos. La situación electoral del PP es también grave en el ayuntamiento de Valencia. De la misma manera que el PP se hunde en la Comunidad Valenciana, se hunde en Valencia. Y por los mismos motivos. Al final, ha quedado evidenciado que el modelo económico y social del PP, además de todos los demás defectos que tenía (y que a la mayoría de la gente no parecía importarle mucho, mientras la cosa aparentase funcionar), es insostenible y se está cayendo a pedazos.

Y con ello, también lo hace el carisma de la alcaldesa, cuya aparición crepuscular en la Crida me recordó, salvando las enormes distancias de todo tipo que convendría poner al respecto, a la última aparición pública del dictador rumano Nicolae Ceaucescu, que a finales de 1989, tras la caída del Muro de Berlín y en plena descomposición del imperio soviético, intentó darse un baño de masas y salió al balcón de su gigantesco palacio... para acabar huyendo ante los gritos, insultos y amenazas in crescendo de la multitud.

Naturalmente, aquí no tenemos una tiranía sanguinaria, sólo una alcaldesa que no se ahorró mostrar a sus ciudadanos el enésimo ejemplo de pasotismo y desidia en el cumplimiento de las funciones que van con su cargo. Por eso, junto con la escenificación del hundimiento electoral que comunicó implícitamente el esperpento del caloret, la alcaldesa envió a sus votantes un segundo mensaje demoledor: si todo indica que ni siquiera ella tiene el menor interés en continuar ejerciendo como alcaldesa de Valencia... ¿cómo espera que le voten para seguir?

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2 comentarios

El Ramonet escribió
02/03/2015 09:11

Pero aparte de que uno llamó patético a otro, que una estuvo jugando con su móvil y que un señor se desmayó, ¿alguien ha sacado muchas cosas en claro sobre el Estado de la Nación según la información que se ha dado en los medios de comunicación? Porque la verdad es que la trascendencia de esos hechos te la puedes encontrar en cualquier bar de este país. ¿Es el periodismo político cada vez más trivial, más de marujeo, sucesos escandalosos y tonterías varias, o es que el mismo escaparate político es ya casi sólo eso?

Fart escribió
01/03/2015 12:57

Siempre muy acertado. Respecto a la conclusión, también, pero recordemos que les ha funcionado hasta ahora. Incluso que alguno, Zaplana, con su habitual sinvergonzonería, no se recataba en decir que su objetivo era ser ministro en Madrid (evidentemente utilizando como escalones de ascenso los "cadáveres" de la economía de sus súbditos valencianos), Y le siguieron votando.

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