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Cabeceras de revista: Las verdaderas chicas de la portada

XAVI CALVO. 21/02/2015 Hablar de cabeceras de revistas es hablar de tipografía y marcas, santa devoción de diseñadores gráficos por las letras, más allá de maquetas y de las direcciones artísticas

VALENCIA. La cabecera de una revista ha de llevar el ADN de la publicación, al igual que una determinada marca es portadora de los valores de una empresa. Será su signo de identidad y ha de  delizar al lector siendo lo su cientemente versátil como para que cada portada ofrezca la posibilidad de marcar la diferencia con sus competidoras.

¿Y cómo se de ne la cabecera de una revista? ¿Tipografía en palo seco o con serifas? ¿O tal vez un lettering (letra dibujada)? ¿Mayúsculas o minúsculas? ¿Color, blanco o negro?

Muchas de las revistas de actualidad, sociedad o economía optan por cabeceras más asépticas que identitarias, intentando dar así con una fórmula genérica que les sirva para todo sin de nirse del todo. En España sería el caso histórico de Tiempo, Interviú o Época, poco arriesgadas, o la mala evolución de Cambio 16 hacia un lenguaje menos profesional. En Estados Unidos, sin embargo, las versiones más clásicas de Forbes, Time o  The New Yorker apostaban por tipos de letra muy concretos, y diría que son sus rediseños más actuales, como el de Newsweek, los que optan por esa versión más sobria y menos comprometida.

Mención especial merece la histórica cabecera de Esquire. La primera data de 1932 y apenas ha sufrido un par de importantes rediseños, siempre continuando la misma línea de tipografía con gestos manuales hasta volverse más contundente. Las portadas más míticas llegaron entre 1962 y 1972 con un centenar de portadas diseñadas por George Lois, y volviendo a su cabecera, uno de los encargados de su último lavado de cara fue Jim Parkinson, responsable también de la cabecera de Newsweek o de Rolling Stone.

En la edición española de Esquire cabe destacar el trabajo que realizó Clara Montagut como directora de arte. Otro de los nombres de referencia en España, si hablamos de diseño versátil de cabeceras y revistas, es Diego Areso, uno de cuyos últimos trabajos más notables fue la concepción y dirección artística de la revista S Moda (en este caso con diseño de cabecera de Andreu Balius).

Para los nostálgicos y amantes del papel hay mucho que celebrar con el nuevo fenómeno que está lanzando a la imprenta publicaciones que nacieron exclusivamente online. El mundo al revés, con un nuevo lenguaje más arriesgado y moderno que viene impuesto de su nacimiento en pantalla, donde pudieron permitirse más licencias que en papel. Uno de los casos más notables se ha dado precisamente con una publicación española, la revista de cultura contemporánea Jot Down, cuyo salto al papel comparaba desde su cuenta de Twitter otra revista, Elephant, como el equivalente de la serie Los Sopranos, un cambio de las reglas del juego que da esperanza a una vieja industria.

Esta contratendencia, a la que José Luis Pastor hacía alusión en su artículo del primer número de esta revista, Plaza, se basa en volver al papel como medio de propagación, utilizarlo como un aporte al consumo online, como un complemento menos caduco, como la respuesta a una tendencia en sí. Y, cómo no, esta contratendencia tiene también su reflejo en las cabeceras de estos nuevos medios. Así, de hecho, nace la cabecera de Plaza, creada por la tipógrafa Laura Meseguer a partir del encargo del padre del proyecto gráfico, Herminio J. Fernández, y del director de arte, Diego Obiol.

La cabecera de Plaza es un lettering (letra dibujada), un arriesgado lenguaje gráfico ya que no está tradicionalmente asociado a una publicación de base socioeconómica. Es por tanto, desde su cabecera, una declaración de intenciones, una marca que alerta de que Plaza no es lo mismo, ni es como las demás, con esa escritura manual que consigue recordar que es la revista de firmas de muchos autores.

Los responsables del proyecto gráfico original de Plaza se decantaron por un logo caligráfico como cabecera para marcar claras las distancias con la estricta imagen de Valencia Plaza, ya con una personalidad muy reconocible por el lector. Por eso, Plaza rubricado a mano pretendía reforzar el valor del papel, de la revista como objeto. Según la propia diseñadora de la marca de Plaza ,se le planteó el diseño de la cabecera a partir de un estilo de rotulación con pincel para reflejar los atributos de la revista, y así es como su lettering, después de ser redibujado a ordenador, transfiere a Plaza un carácter moderno y muy personal.

 

(Artículo publicado en el número de diciembre de la revista Plaza) 

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