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Blanca Martínez Vallejo
"A los políticos
valencianos les falta calle
 y les sobra oficina"

17/09/2011

VALENCIA (Fotos: KIKO PAYÁ). Fue secretaria autonómica de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información de la Generalitat. Lo dejó hace tres años y escribió su primera novela, un proyecto que "de momento descansa en el cajón". Madre de dos hijos, casada con Ernesto Bacharach, ahora pone todo su empeño en una singular librería que acaba de abrir en Valencia junto con tres socios.

Blanca Martínez Vallejo (Valencia, 1959) espera contribuir a la sociedad del conocimiento, pero desde otra perspectiva. La librería Leo, inaugurada recientemente, busca ser un punto literario que ayude a las personas a ir más allá de su individualidad y ejercer su libre albedrío de manera más constructiva. Leopoldo Usan, ex constructor y empresario; Julia Troncoso, Maite García y Blanca Martinez Vallejo son los impulsores de este nuevo espacio literario en la ciudad.

-¿Por qué Santiago Posteguillo inaugura la temporada profesional de "Librería Leo"?
-Primero porque es de la tierra, segundo porque su trilogía anterior, una novela histórica que se ha vendido muy bien, es fabulosa, y porque ésta es la primera de otra trilogía que esperamos tenga el mismo éxito.

-¿De qué es fruto Librería Leo?
-De un sueño compartido. Para los cuatros socios la literatura forma parte de nuestras vidas y en algún momento nos habíamos planteado tener una librería. Es cierto que nuestros trabajos nos lo impedían, pero el destino siempre actúa y lo ha hecho ahora.

-¿Se trata de una librería más?
-No nos gustaría. Queremos aportar valor, no solo ser una librería de barrio en la ciudad. Todos tenemos en mente un concepto de librería abierta al mundo, con capacidad de aglutinar muchas actividades alrededor, que cuente con un gran fondo literario y que sea capaz de atraer lo más puntero y actual en el terreno del pensamiento literario.

-¿Cómo se pasa de dirigir una secretaria autonómica a estar al frente de una librería?
-Si en cualquier momento la vida te permite elegir, hay que hacerlo. Es un lujo. He sido profesora, luego desempeñé un cargo estupendo al frente de las TIC en la Generalitat Valenciana y ahora aquí. Es cierto que mi paso por la Administración me ha dado una visión de las tecnologías muy sólida, por lo que al poner en marcha este proyecto tenía muy claro que su futuro es tecnológico. De entrada se ha incorporado un software de gestión muy bueno, hemos colocado puntos de consulta con aplicaciones que te permiten acceder a las fichas de los libros, sinopsis... Sin ser invasivos, la tecnología está muy presente.

-¿Llegará el día en el que el libro electrónico sustituirá al libro de papel?
-Aún faltan unos años para que llegue el futuro a España. De momento la tecnología avanza más que las personas por eso se pueden apoyar proyectos que reúnan ambos conceptos. El librero que te asesora y te aconseja y la máxima información que te brinda la tecnología.

-¿Usted es de e-book?
-Todavía no. En España, a diferencia de EE UU, los niveles de penetración son muy bajos, pero llegará un día que alrededor de un café la gente leerá en su e-book. A mí me sigue dando mucho placer abrir los libros, ver las letras impresas, olerlos...

-Entonces, este es un negocio con los días contados...
-No, esto es un negocio y nosotros somos una empresa con un proyecto empresarial de gran potencial creativo.

-Nunca le han dicho eso de ¿qué hace una chica como tu en un sitio como este?
-Hace poco un amigo. Pero este es mi sueño y el de un grupo de personas cuyo éxito dependerá de nosotros.

-¿Existe suficiente vocación lectora en la Comunidad Valenciana?
-Sí. Lo que pasa es que esta sociedad tiene un problema grave: no piensa. Vamos muy deprisa y hay poco tiempo para reflexionar. La sociedad del conocimiento requiere tiempo. Para convertir los datos en información y estos en conocimiento es necesario el pensamiento. Hoy recibimos mucha información a través de Internet y a gran velocidad. Nuestro pequeño papel es generar grupos literarios de pensamiento que ayuden a las personas a ir más allá de su individualidad y ejercer su libre albedrío de manera más constructiva.

-¿Su fiebre por la lectura le viene de lejos?
-Siempre me recuerdo con un libro en la mano. Es cierto que durante los años en la Administración tuve poco tiempo para leer novelas, pero lo que leía me especializaba más.

-Y ahora que tiene tiempo ¿qué libro me recomienda?
-Estoy a punto de empezar a leer "Los enamoramientos", de Javier Marías. Me encanta la literatura intimista, la literatura ágil e inteligente.

-¿Cuándo no le gusta un libro se esfuerza por acabarlo o acaba arrinconándolo?
-Depende. En algún caso me esfuerzo y me acaba envolviendo. Hace poco leí uno titulado "Si tú me dices ven lo dejo todo, pero dime ven" [Albert Espinosa] que dibuja un escenario donde la diferencia convive en un entorno igualitario. Era una lectura compleja, pero me envolvió. Todo depende del momento.

-¿Recuerda sus primeras letras?
-Sí, el capitán Trueno y el Jabato. Estaba enamorada de los protagonistas. Yo era Sigrid. Luego me gustó Enid Blyton. Cuando empecé a elegir lecturas me impactó "El miedo a la libertad", de Erich From. Descubrir cómo cuatro frases eran capaces de hacerme pensar tanto me fascinó.

-¿La literatura de hoy es tan reflexiva como la de ayer?
-Actualmente se escribe mucho, pero para más gente. La literatura cambia con la sociedad. Cuando era pequeña la literatura era un elemento de distracción. Hoy hay muchas más herramientas para distraerse.

-Tengo entendido que ha hecho sus pinitos en ese terreno...
-Bueno, en los últimos tres años escribí una novela de ficción sobre las relaciones humanas, familiares, empresariales y las dificultades que conlleva compaginarlo todo. Lo acabé, pero no he tenido tiempo para revisarlo. No sé, quizá la publique algún día. 

-¿Cómo se titulaba?
-En su momento fue "El secreto de la dama blanca". Un mujer alrededor de la que se movía todo. La experiencia fue estupenda porque me di cuenta lo disciplinada y feliz que era escribiendo.

-¿Piensa volver algún día a la política?
-No está entre mis objetivos. Fue una etapa positiva que me permitió trabajar en equipo, generar y crear proyectos. No me gustó el uso que de la política que hacen algunos políticos. Aprendí mucho. Perdí mi timidez, pero no volvería. Cumplí un ciclo y lo cerré voluntariamente.

-¿Y qué le queda de su paso por ella?
-Muchas cosas. Una personal fue aprender a aislarme con mi marido en hoteles con encanto. Descubrimos espacios de paz donde todavía nos seguimos perdiendo.

-¿Dónde se fraguan los mejores negocios?
-En mi caso, en la cocina. Soy muy buena cocinera y me gusta rodearme de gente mientras preparo sabrosos platos. Hay un libro, "Como agua para chocolate", que refleja cómo vivimos esta experiencia en casa. La cocina se hereda porque mi hijo el pequeño apunta maneras. Hasta este negocio salió de los fogones y buenos platos.

-¿Y buenos vinos?
-No me sienta bien. Soy más bien de cerveza. Ya sé que no es nada fino. Pero fue una costumbre heredada de mi abuelo. La cerveza es el sabor de mi infancia.

-¿Una costumbre?
-Qué mis hijos sigan viniendo a casa cada día a comer. Tengo dos. Uno casado con 31 años y otro de 27 años. Ambos y sus respectivas vienen cada día a casa a comer. La Nochebuena, por ejemplo, es costumbre que después de cenar vengan todos los amigos de mis hijos a tomar una copa a casa. En la última llegamos a ser 40 personas.

-¡Es como la mamma! ¿Tan amiga es de sus hijos?
-Ellos me ven como una pieza clave en sus vidas, pero tenemos mucha comunicación. Hay que entender que solo nos llevamos 20 años de diferencia. Salgo de copas con ellos. Somos como una pandilla con poca diferencia generacional.

-Por cierto, qué los políticos declaren cuáles son sus bienes patrimoniales ¿los acerca más a los ciudadanos?
-No. Sólo ayuda a clasificarlos y a veces las informaciones no son correctas. El político cercano es el que dice lo que piensa, abre las puertas de su despacho para escuchar a los ciudadanos y razona sus decisiones. Al político valenciano le falta calle y le sobra oficina.

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