Comparte esta noticia

• Tweet
• meneame

Otras noticias

• Juan Roig inaugura Marina de Empresas: "Aspiramos a hacer algo único en España"
• La naviera Boluda incrementa sus conexiones con Canarias mediante un servicio directo desde Alicante
• El IVI abre sede en Roma

VALENCIA. Los últimos 55 trabajadores del Hotel Balneario de Chulilla siguen con su particular vía crucis para tratar de pasar página en sus vidas y rescindir la relación contractual que todavía les liga a una instalación termal que permanece cerrada desde noviembre de 2013.

En estos cerca de 16 meses transcurridos muchos de los empleados (al ser fijos discontínuos) se han ido quedando sin ningún tipo de subsidio, ni prestación. "Ahora ya no esperamos ningún maná en forma de indemnización, como nos correspondería a muchos de nosotros por los años que llevamos trabajando. Al final pagará el Fogasa dentro de un año, pero queremos que sea ya", asevera contundente Antonio Monrabal, presidente del comité de empresa, delegado sindical de CC OO y primer trabajador de las instalaciones.

"Fui el primero en llegar aquí, junto al manager de Joan Manel Serrat, José María Lasso de la Vega, el fundador". Era un 2 de mayo de 1983 y desde entonces ha llovido. Antonio Monrabal, harto del proceso y con ganas de concluir una etapa que abarca más de 30 años de su vida, repasa para Valenciaplaza.com el calvario del cierre y toda la agonía previa. En su hilo argumental sus palabras aúnan tristeza e indignación.

UNA DEFICIENTE GESTIÓN

A su juicio, el doctor Xavier Mari i Cerezo, titular de Termas de Fuencaliente SA (sociedad arrendataria del balneario de Chulilla, que es propiedad del Ayuntamiento) junto a su hijo, han sido unos pésimos gestores de una instalación con la que han ganado mucho dinero, pero que al final han dejado morir incluso incriminando a los trabajadores por el desdichado fin. "Nunca podré olvidar sus últimas charlas dirigidas a toda la plantilla. A gritos nos faltó al respeto, nos insultó y nos dijo que no sabíamos que la culpa era nuestra. Nos trató de malas personas y nos invitó a ser los gestores", recuerda. En una de las ocasiones Monrabal le dijo al hijo de Xavier Mari que la plantilla no se merecía ese trato, tras tantos años de servicio, "pero él, que había sido incluso gerente, no supo qué decirme. No le importaba nada".

Según Antonio Monrabal, el hotel tenía un centenar de habitaciones y unas 200 plazas. En la época de las vacas gordas basaba su negocio en 180 clientes, es decir, casi una plena ocupación. Pero con la crisis todo comenzó a cambiar radicalmente. "Cuando bajamos la ratio de visitantes se hicieron ajustes de personal y el gerente que había por aquel entonces (estuvo ocho años) y gestionó bien económicamente quiso cerrar grifos y fueron a por él, porque a la familia de Mari i Cerezo no les interesaba. Tenían que mantener su elevado tren de vida. Y la gerencia la asumió el hijo. ¿Por qué después no cerraron alguno de los pabellones?", se pregunta Monrabal.

CONCURSO Y ADMINISTRADOR CONCURSAL

Finalmente, según el relato de este antiguo trabajador, las deudas fueron creciendo y se hicieron insostenibles. El Balneario cerró sus puertas en noviembre de 2013 con la previsión de reabrir en marzo de 2014, pero ya no ha vuelto a abrir. Termas de Fuencaliente presentó el preconcurso, y en marzo de 2014 el concurso de acreedores ante el Juzgado Mercantil número 1 de Valencia, quien tras su admisión a trámite designó administrador concursal al abogado Javier Campomanes Fernández.

La sociedad acumula, según Antonio Monraval, "una deuda de casi dos millones de euros, entre los cuales unos 100.000 euros a proveedores, un préstamo de 1.200.000 euros más intereses al IVF, unos 400.000 al Ayuntamiento y un préstamo a Cajamar", apunta.

"La última vez que hablamos con Xavier Mari nos dijo que esto no acababa así, que tenía un plan B y un plan C para remontar el balneario; pero se han ido y por aquí ya no los hemos vuelto a ver. Nunca han vivido en Chulilla. Subían y bajaban desde Valencia", manifiesta el empleado.

CC OO ha presentado ante el Juzgado de lo Mercantil número 1 de Valencia un escrito solicitando la extinción de la relación laboral de la totalidad de la plantilla. Y este viernes volverán a exigir su despido ante el SMAC (sección de mediación, arbitraje y concilicación); el requisito previo para la tramitación de cualquier procedimiento por despido ante el Juzgado de lo Social.

Pero no confían en que el proceso acabe. La empresa y el administrador concursal insisten en que deben ser subragados como trabajadores al Ayuntamiento, aunque el consistorio también está en conflicto con la mercantil porque no puede acceder a las instalaciones y además nunca ha desarrollado ninguna actividad en ellas. Todo tendrá que dirimirse en tribunales.

UN PASADO DE RELUMBRÓN

Pese a todo, Antonio Monrabal intenta no olvidar la maravillosa época que vivió trabajando en el balneario. El señor Lasso de la Vega ("que vino de Mallorca con 300 millones de las antiguas pesetas") convenció en una discoteca de Valencia en 1983 a un joven Monrabal de 24 años. Y junto a un ejército de 50 fontaneros, electricistas y obreros acondicionaron el hotel para poder comenzar con la actividad. 

Un balneario a 60 Kilómetros de Valencia y a cuatro del tranquilo pueblo de Chulilla, en la comarca de los Serranos y junto al río Turia, rodeado de jardines y arboleda. Un puesto de trabajo ideal.

Lasso estuvo al frente del mismo entre 1983 y 1991 y el negocio no dejó de crecer. "Entraron unos socios franceses y un joven doctor, Xavier Mari, abrió una pequeña clínica como empleado. Cuando en el 91 murió Lasso (el mánager que abrió las puertas del éxito a Joan Manel Serrat y que permitió hacer las Américas al mismo Julio Iglesias) se abrió una negociación a triple banda: los franceses, que eran los gestores del negocio; los herederos de Lasso, que solo querían el dinero, y el Ayuntamiento. Al final Xavier Mari se quedó con la explotación junto a otros dos socios y sus dos hermanos. Y con el tiempo el doctor compró al resto sus partes y se quedó con todo", concluye Monrabal.

Los recuerdos permanecen empañados por demasiados años convulsos. Sobre todo de esa última época, previa al cierre, en que la picaresca llegó a tal extremo que, según Monrabal, incluso el doctor Xavier Mari llegó a pedir a los trabajadores que trajeran a familiares mayores al hotel para abrirles ficha como clientes y poder así cobrar del programa del IMSERSO. Pero ni con esas se salvó el balneario.