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TAL Y COMO SUENA

Tulsa y Miren Iza: el arte de saber volver a empezar

JORGE SALAS. 22/01/2015 La cantante vasca regresa a Valencia el sábado con disco nuevo después de 5 años alejada de los focos

VALENCIA. La rueda de la industria no para. Hay que bajarse en marcha y, de nuevo, subirse sin que se haya detenido por consideración. No hay botón de ‘parada solicitada'; en la cabina sonríe con gesto macabro el conductor de la EMT más amargado de la flota. Aceptar sus condiciones implacables de negocio que no descansa ha retirado a más de un artista; a otros les ha exprimido carreras discográficas de décadas en un lustro, y les ha dejado deambulando sin contenido, en la cáscara. En el mejor de los peores casos, la solución es una rueda interior tan exigente que no permita seguir otro ritmo que no sea el suyo.

Ese parece el caso de Miren Iza. Tirar del tópico de desapareció en la cumbre sería aceptar que hacemos trampas, pero su huida de todo lo que emanara luz pública con su mejor disco bajo el brazo sí es indiscutible. "Decidí irme porque no era capaz de superar una separación y me ofrecieron un trabajo allí". Allí es el adverbio de tiempo que sustituye a Nueva York. "Desmantelé mi casa, lo regalé casi todo y me fui, sin saber si iba a volver", reconoce, como si estuviera interpretando el papel de una cantante de country en una película ambientada en su Tulsa. Y no, esa realidad forma parte de "esas cosas que parece que ocurren cuando tienen que ocurrir".

"Muchas canciones están escritas o esbozadas allí", explica al referirse a las piezas de Calma Chicha, su regreso tras cinco años de silencio discográfico. "Cuando vivía en Harlem estaba un poco aislada y, como había un piano en el apartamento en el que estaba, recuerdo pasar muchas horas grabando cosas o simplemente haciendo el imbécil". La coda de esa confesión es simplemente el reflejo de la introspección y autocrítica cristalinas que articulan el universo de Tulsa. "Llevo años escribiendo la misma canción", canta en Ay, la penúltima de su nuevo disco.

NUEVA YORK: LA CURA

De su episodio en Nueva York surgió el germen de la nueva Miren Iza, que en realidad no es nueva ("será porque me gusta My Bloody Valentine y Big Star"): El Ignonauta, corto de Raúl Santos para el que compuso varias canciones producidas por Abel Hernández (El Hijo) y en el que también actuaba. "Fue una experiencia sin precedentes para mí, algo maravilloso que también nos llevó mucho tiempo y trabajo y algunos quebraderos de cabeza, ya que estábamos en una ciudad en parte extraña y no tienes muchas veces los contactos ni los códigos para manejarte con soltura, lo que también lo hacía más excitante", cuenta la cantante.

"Las ciudades no son tristes, lo somos nosotros, una obviedad que muchas veces se pasa por alto culpando al escenario". Y de Nueva York se quitó en año y medio, posiblemente cuando la ciudad cumplió su cometido ("la tenía muy idealizada, como casi todo el mundo que no ha vivido allí"). El aislamiento, la burbuja, el océano de por medio. La cura. "Espera La Pálida contiene mucha tristeza, necesitaba separarme de eso como el comer", confiesa para luego añadir que "la vida es la vida, y a la vez está el hacer canciones, que es una constante".

VOLVER SIN DEJAR DE ESTAR DEL TODO

"Lo que se percibe como una desaparición o un borrarse del mapa lo es, pero a la vez no", matiza, "he seguido haciendo canciones todo el rato, lo que no sabía era cuándo las iba a grabar o cuáles, pero hay una continuidad en el oficio". Sin embargo, y aunque la contundencia argumental de su "no todo se reduce a la publicación de discos de 10 canciones" tiene apariencia incluso de indiscutible, ella misma es consciente de que en la rueda eso es casi lo único que importa. Y qué más da. "No pensaba que fuera difícil volver, a veces soy bastante optimista aunque parezca que no, y como tampoco tengo grandes ambiciones no me cuesta cumplir mis expectativas".

Casi todo alrededor de Tulsa y Miren Iza sugiere que es aún mejor cuando se retira lo superficial. Los aficionados a la espeleología musical, y más concretamente a la de la cantante norteña, sabían que, aunque tapada, continuaba. Escarbando se puede encontrar el aliento de Iza cuidadosamente repartido en canciones que van desde el descaro público (su colaboración con Bunbury en la versión del Frente A Frente de Jeanette) a los tesoros escondidos más (Río Abajo, de los sevillanos Mañana) o menos (La Veleta, de McEnroe).

Bien, aceptemos que el retorno de la huida es una ilusión, pero no en todos los aspectos. "Me noto que he perdido práctica a la hora de hacer entrevistas, si antes me costaba, ahora me cuesta más". Y no es una cuestión de timidez: "la timidez viene y va, hay épocas de más introversión e inseguridad, y otras de menos". Es una cuestión de haber acumulado años lejos de los compromisos inherentes a la rueda de la industria. "El alejamiento en todos los sentidos te permite pensar sin interferencias, y es como si cogieras aire y volvieras a la carga, pero con menos miedo y más conciencia".

ALGO HA CAMBIADO PARA SIEMPRE

"No recuerdo qué extraña iluminación me hizo pensar en Carasueño y en Charlie (Bautista), pero sucedió así, un milagro", precisa la cantante sobre el momento en el que decidió que iba a volver a grabar, si es que existió ese preciso instante. "Para mí los discos no son unidades cerradas, lo podía haber grabado antes o después". Y en realidad lo hizo antes y después. "Fue una alegría enorme juntarme con Charlie y Carasueño, comprobar que podía recuperar al menos esa parte esencial de sentirme en casa, con esa sensación de extrañeza y familiaridad a la vez, como redescubriéndola, e idear un disco con ellos, fue un momento muy feliz", afirma la cantante.

Es curioso comprobar la sana y puntual tendencia a la relativización de la Miren Iza que habla frente a la Miren Iza que canta. Entre el radical Algo Ha Cambiado Para Siempre y hoy sólo han pasado 5 años. "Sí he cambiado algunas cosas, o por lo menos me gusta pensarlo". La eterna dicotomía entre lo que se es y lo que se proyecta tiene siempre un capítulo aparte con estrellas invitadas en el mundo de la música. Del "pero eso que llaman orgullo yo no sé lo que es" cantado en una de las mejores canciones de Calma Chicha (Los Amantes del Puente) al "de Estúpida nunca estuve muy orgullosa, la dejé de tocar muy pronto" recitado.

EL ARTE DE VOLVER A EMPEZAR

Aunque, sobre el papel y argumentado con la calma que propaga la cantante, la realidad es otra, sí hay señales que indican que el camino acaba en un renacimiento. Un volver a nacer Garciano que hace sonreír a Iza. En su regreso a lo público abandona definitivamente esa postal de folk-pop de mujer más guitarra que no va con ella a pesar de que le abrió puertas en su momento. En cierto modo, y salvando con holgura las distancias, lo suyo es un poco lo de la Cat Power más reciente. Su Calma Chicha de ruptura y sintético podría ser el Sun de electrónica atmosférica de la norteamericana.

"La búsqueda de hacer las cosas de diferente manera, por una cuestión de mero divertimento y también por necesidad de probarse y explorar es fundamental", cuenta sobre su cambio, "partiendo de ahí, pensé que tenía que plantear las canciones de otra manera, la composición ha sido casi igual, con guitarra y voz, pero a la hora de encarar la grabación quería destruir eso". Otro elemento renaciente es el cambio de discografía, tras dos discos y una banda sonora en Subterfuge. "El tiempo, ayudado por la distancia en este caso, como organizador, dilucidador y revelador no tiene competidor".

Ese renacer esculpido a base de destruir estructuras pretéritas disgustará a más de uno, que sentirá que le han cambiado los muebles cinco años después. "Pensar en la coherencia con el público, con lo que el público espera que se haga como paso predecible partiendo de un trabajo anterior, no creo que pueda hacer feliz a nadie, la verdad: te puedes volver loca". El sábado volverá a la sala Wah-Wah de Valencia ("la recuerdo muy loca y cálida"), y allí lucirá su vuelta a nacer despreciando todo lo que exige la gran rueda. "La coherencia está sobrevalorada, es aburrida y casi siempre estéril, incluso la coherencia con uno mismo, y esa la que más".

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