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'Orange is the new black', la serie de éxito de Netflix.

VALENCIA. Ha bastado que Woody Allen acepte la oferta de Amazon para dirigir una serie para que legiones de expertos se den cuenta de lo que ya es una tendencia imparable: la televisión ha perdido el monopolio de la ficción. El futuro (y gran parte del presente) está en la red. Y no sólo porque ya hay una generación que se ha acostumbrada a ver las series a su ritmo y por ordenador (en otros países, hasta pagando), sino porque el negocio parece que funciona.

Que la fórmula puede ser un éxito lo demostró Netflix colgando de golpe, en 2013, House of Cards o Orange is the new black. Una de las claves es el precio: por lo que cuesta en EEUU un mes de canal por cable  hay para un año de televisión a la carta en la red. Además, el último dato es que la crítica tiene en cuenta estas producciones al margen de su origen: Transparent, de Amazon, cosechó dos Globos de Oro la semana pasada.

Las citadas producciones de Netflix (junto The Square o Arrested Development) también han cosechado varios premios (Emmys incluidos). No está mal para un empresa que entró en el negocio enviando DVDs por correo.

EL EJEMPLO DE ‘TRANSPARENT'

Transparent, la comedia dramática de Jill Soloway (A dos metros bajo tierra) y protagonizada por Jeffrey Tambor (Arrested Development), es la primera serie producida por Amazon que ha conseguido premios importantes y ha sido todo un puñetazo en la mesa. Estrenada en febrero de 2014, dentro de poco llegará la segunda temporada.

Así, el gigante de las ventas en Internet no sólo ha demostrado que es capaz de producir buena ficción, sino que se atreve con temas difíciles, como es el de una familia que descubre que su padre es transexual. Además de dos globos de oro (mejor actor y mejor comedia), Transparent está a la espera de que la Asociación de Críticos dé su veredicto el próximo 14 de febrero: está nominada a mejor serie nueva, mejor comedia y mejor episodio.

La apuesta por Woody Allen va en esta línea, la de la calidad. Será la primera vez que el director -al que el público americano no quiere tanto como el europeo- pegue el salto a la pequeña pantalla. La fecha de estreno es 2016, y la serie (una comedia) podrá verse en EEUU, Gran Bretaña y Alemania a través de Amazon. Por cierto, otro que tiene producción encargada, y para este año, es Steven Soderbergh. El mensaje está claro: si se trata de vender series en la red, Amazon quiere competir con Netflix, pero si se habla de prestigio, va a competir con HBO.

LO QUE DIGA EL PÚBLICO

Es cierto que todo no ha sido un camino de rosas, pero apostar por Internet permite testear (¿existe esta palabra?) al público antes de lanzarse a producir la serie entera. Aunque Amazon lleva coqueteando con su servicio de videos por demanda desde 2006, el verdadero saltó ­-la apuesta por series propias- tardó en llegar siete años.

En 2012 decidió primero firmar un acuerdo con el canal de pago Epix para ofrecer películas en streaming y hacerle la competencia a Netflix. Un año más tarde adoptó una estrategia más agresiva: luchar con sus propias producciones. Yahoo, de tapadillo, ya está metiendo zarpa en el mercado y ha recuperado Community, que fracasó en NBC pese a tener buenas críticas.

PROBANDO, PROBANDO

El primer cañonazo serio lo lanzó Amazon en abril de 2013 al poner 14 episodios pilotos, de otras tantas series, simultáneamente en la red y esperar los resultados. Así, por ejemplo, se fraguó el fracaso de la esperada adaptación de Zombieland (Ruben Fleischer, 2009), que no gustó. Tampoco corrieron mejor suerte Browser o Those Who Can't. Al final, sólo cinco proyectos siguieron adelante.

Meses después, en noviembre, puso gratis al alcance de su clientes tres capítulos de sus dos primeras series regulares (Alpha House -con John Goodman- y Betas). Dos éxitos de público y crítica.

Bezos ha repetido esta misma estrategia, aunque con menos títulos, año tras año. Así ha conseguido consolidar hasta 12 series (aunque sólo quedan siete), algunas con tan buenas críticas como Hand of God (con un inmenso Ron ‘Hellboy' Perlman en papel de juez justiciero) o Mozart in the Jungle (sobre la trastienda de una orquesta sinfónica). El pasado 15 de enero colgó 13 nuevas propuestas, habrá que ver cuántas pasan el corte.

MIRANDO AL FUTURO

Como curiosidad cabe destacar que, a diferencia de otras plataformas, en el catálogo de producción propia de Amazon hay una buen número de series infantiles (Gortimer Gibbon's life on Normal Street o Annedroids) y de animación (Tumble Leaf, Creative Galaxy...). Los clientes del futuro se hacen hoy.

Pero la firma incluso ha ido más lejos que otros y ha empezado a cortejar a los futuros genios de la televisión con una estrategia similar a la que utiliza con los autores noveles (y que tanto éxito le ha dado). A través de su Amazon Studios cualquiera puede mandar un guión, una idea o un vídeo y, si gusta, recibirá 10.000 dólares para poner en marcha su propuesta. Así, no es de extrañar que entre iniciativas propias y ajenas, la compañía tenga anunciados en su web más de 2.500 proyectos.

De momento, Bezos guarda bajo siete llaves los datos de audiencia y los ingresos que está generando esta apuesta, aunque su negocio se basa en invertir los beneficios de proyectos consolidados en los nuevos. De lo que no cabe duda es que la forma en que consumiremos series en el futuro está cambiando... si no ha cambiado ya.