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La soberbia

MANUEL ILLUECA. 18/12/2014 "La proliferación de adjetivos laudatorios, que tanto caracteriza al lenguaje futbolístico, se está extendiendo también a las praderas de moqueta que habitan en las zonas nobles de los estadios"

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

Manuel Illueca

Profesor en la Universitat Jaume I de Castellón e investigador del IVIE
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VALENCIA. Que el mundo del fútbol es terreno abonado para la hipérbole es algo bien sabido por todos los que, de un modo u otro, nos sentimos ligados al equipo de nuestra infancia. Todos los partidos son vitales, los errores son garrafales, y los aciertos, magistrales. El delantero es un killer, el defensa un valladar, el portero es felino y el medio es un pulmón en el centro del campo.

Últimamente, la exageración no solo se utiliza para glosar las proezas de los futbolistas. La proliferación de adjetivos laudatorios, que tanto caracteriza al lenguaje futbolístico, se está extendiendo también a las Kiko Catalán, presidente del Levante UDpraderas de moqueta que habitan en las zonas nobles de los estadios. Gestión magnífica, brillante trayectoria, excelente operación son algunas de las expresiones que acompañan a las hazañas de los directivos, como si para gestionar un equipo de, por ejemplo, treinta millones de euros de presupuesto y vestido, por ejemplo, de azul y grana, hiciera falta la sabiduría de Winston Churchill y la tenacidad de Konrad Adenauer.

La cosa quedaría en un motivo para la chanza si no fuera porque el directivo acaba creyendo que, efectivamente, él mismo acierta con los fichajes, hace las alineaciones y resuelve los partidos rematando de cabeza a la salida de un córner. Y que, por consiguiente, el halago y el sueldo que lo acompaña, por ejemplo de 217.000€, son sobradamente merecidos. Está visto que el epíteto, siempre regado por un generoso presupuesto publicitario, es un gran negocio personal.

Pero hete aquí, que en ocasiones, los efectos de la hipérbole trascienden a la cuenta corriente bancaria, generando un estado de ánimo en el beneficiario de la misma poco proclive al diálogo civilizado.

El pasado lunes 15 de diciembre tuvo lugar la Junta General de Accionistas del Levante UD. Se esperaba un ambiente algo tenso después de la querella presentada por la Fiscalía Anticorrupción en el juzgado de Valencia, en virtud de la cual se acusa a distintos jugadores del Levante de haberse dejado perder contra el Real Zaragoza a cambio de dinero. Todo ello ante la pasividad o el desconocimiento más absoluto del Consejo de Administración, acreditadamente incapaz de controlar este tipo de situaciones. De hecho, puesto que el club no ha revisado ningún protocolo interno al respecto -si es que lo hay-, nada permite descartar que estos problemas vuelvan a producirse en el futuro.

Sin embargo, el acto apenas congregó a cincuenta personas, confirmando que el incremento de la masa social del Levante está más relacionado con las entradas regaladas, que con el interés que suscita la entidad en su vertiente deportiva y social. Hubo loas, vítores al líder, y en general toda suerte de alabanzas como corresponde a una reunión a la que asistieron menos accionistas que empleados del club.

Solo un joven de 25 años hizo lo que supuestamente se hace en estas reuniones: preguntar. Con la candidez propia de la edad, explicó que nadie ha invertido un duro en comprar acciones del club y que, por tanto, no se entiende muy bien por qué hay unos señores que nombran patronos en la Fundación y otros no. Qué cosas.

Sin utilizar la palabra casta, algo que conviene subrayar, pidió que los miembros del Consejo de Administración no se sentaran también en el Patronato de la Fundación, cuya función consiste precisamente en supervisar al Consejo de Administración. Todo muy subversivo, como ven. "A cambio", le dijo al presidente, "permita usted que la afición elija a cinco representantes en el Patronato". Cinco. No diez, ni veinte. Cinco votos, que en todo caso serían minoritarios, pero que permitirían a la gente creer que su voz está presente en la toma de decisiones corporativa.

Ya pueden imaginar la respuesta. El presidente del Patronato dudó de la legalidad de esta posibilidad en el marco de la Ley de Sociedades de Capital. Interesante aportación. Por su parte, el presidente del club señaló que su gestión personal es magnífica, su trayectoria brillante y las operaciones excelentes. La posibilidad de que los aficionados puedan participar en el Patronato de la fundación es algo que decidió dejar para otro día.

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Manuel Illueca

Profesor en la Universitat Jaume I de Castellón e investigador del IVIE
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