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No es lo mismo reducir el paro que crear empleo

JORDI PANIAGUA SORIANO (*). 03/08/2011 "Sin apenas debate político o económico, se ha delegado la creación de empleo al otrora enemigo público número 1: el mercado (...) el mensaje que transmiten es claro: apáñenselas como puedan y cuando se acabe el pan, compren croissants..."

VALENCIA. La principal preocupación de los ciudadanos es el paro. En cambio, la principal preocupación de los políticos y gobernantes es el déficit. La necesidad de reducirlo tiene tres justificaciones habituales: una racionalización de un sector público sobredimensionado, una concepción liberal del papel del Estado o por pura necesidad. Sea cual sea la razón última, se ha apostado al doble o nada y nos aseguran que disminuyendo el déficit se resolverán todos los males, incluido el paro.

Esta cuestión, con sus matices ideológicos, está en el centro del debate político y económico en EEUU. Economistas como Paul Krugman defienden sin pudor aumentar el techo de gasto en contra de la ortodoxia vigente de la Administración pública anoréxica. En nuestro patio particular, el debate se ha zanjado por la vía de los hechos mediante la esquila del sector público, con el cierre de fundaciones, empresas públicas y delegaciones en el exterior y en el interior, y la congelación de la inversión pública. El pago a los proveedores, junto con previsibles rebajas fiscales, se ha erigido como la primera prioridad de ayuntamientos, diputaciones y autonomías. Medidas que parchean tangencialmente el déficit y con un efecto incierto sobre el empleo.

El razonamiento teórico tiene su lógica: si los empleos los crean los empresarios, la fórmula para crear empleo es destinar recursos empresas, incluida la provisión de servicios públicos. Con la caja llena o menos vacía, las empresas empezarán a contratar gente. Sucede que la teoría económica de la oferta del trabajo se atasca con la realidad y las empresas con su dinero hacen lo que quieren: pueden crear puestos de trabajo, o no. Siguiendo el ejemplo de la administración, podrían dedicar los recursos adicionales a sanearse, reestructurarse y pagar deudas.

Siguiendo el dogma del déficit, el interés no se centra en aumentar los afiliados a la Seguridad Social sino más bien en disminuir la factura del INEM. Para ello, sirve la exportación (hace unas semanas me llamaron del Servef para trabajar... en Estocolmo; es lo que tiene estar pluridesempleado) o la eliminación de las estadísticas de los jóvenes parados vía reconversión a estudiantes o a autónomos. No es lo mismo reducir el paro que aumentar el empleo. De nada sirve erradicar el paro si no se crean puestos de trabajo.

Sin apenas debate político o económico, se ha delegado la creación de empleo al otrora enemigo público número 1: el mercado. Sea por una súbita conversión liberal o ahogados por las deudas, el mensaje que transmiten es claro: apáñenselas como puedan y cuando se acabe el pan, compren croissants.
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(*) Jordi Paniagua Soriano es ingeniero de telecomunicaciones y economista, profesor de la UCV

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