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UN ANÁLISIS PROFESIONAL

Intrusismo, precariedad o la realidad del 'español para extranjeros'

JOSÉ MARTÍNEZ RUBIO. 24/11/2014 Hablar un idioma por ser nativo no te convierte en profesor. Aprovechar esto para hacer de ello una profesión es intrusismo

BOLONIA. Uno de los bulos mejor difundidos entre la juventud precaria es el de irse fuera de España y hacerse profesor de español para extranjeros. Alegremente. Tal y como lo venden es una buena idea, la verdad, pero quizás en los años 80 o 90, ahora es una putada por varias razones: las condiciones en que trabajamos, las condiciones que fomentamos y la profesionalidad que acabamos ofreciendo en algunos casos. El indicativo es el aspecto más cruel.

En lo que llevamos de curso, han llegado a mi departamento numerosas solicitudes en distintas lenguas pidiendo información, consejos o directamente trabajo de ELE, con la feliz explicación de ser español, de haber ido durante un par de años a la universidad (sin especificar carrera), de haber hecho teatro hasta edad muy reciente o de haber decidido trasladarse al extranjero por amor. Lo que mueve el mundo es esto, y no las subordinadas concesivas. Aunque quién sabe.

La necesidad aprieta porque en realidad todos somos pobres y nos buscamos la vida como podemos. Que sí, que sí. Que nos han dejado un presente y un futuro lamentables, pero tampoco es menester que reventemos el mercado laboral tan pronto. Hagámoslo con mesura. Y sobre todo, hagámoslo sin escuchar los cantos de sirena de algunos publirreportajes, redactados a doce manos donde exponen horarios, tarifas y condiciones para cursar másteres propios. No pienses en publicidad encubierta porque no. Luego sale el arcoiris en Kazajistán, como todos los días, y Televisión Española te llama para rodar un capítulo de "Españoles por el mundo". Sin embargo, la verdad es otra: 75 libras y 8,5 horas de curso no dan para alcanzar el cielo, eso es fácil de entender.

Los profesores y profesoras de Español como Lengua Extranjera (E/LE) se adscriben al Convenio de Enseñanza No Reglada. Y las consecuencias de la desregulación ya las explicamos aquí: "Español Low Cost". ¿Hay algún tipo de freno? No.

Aun así, hay algunas cosas del mundo de ELE que deberíamos tener claras.

SER ESPAÑOL O NO SER ESPAÑOL

Yo soy español... Yo soy cubano... Yo soy nicaragüense... ¿Y qué? Hablar un idioma por ser nativo no te convierte en profesor, eso es una obviedad. Aprovechar un elemento circunstancial para hacer de ello una profesión se llama intrusismo. Lo podemos disfrazar de lo que queramos, explicar las tragedias históricas que nos ha tocado vivir y los platos que hemos tenido que fregar en Londres, que es muy duro, pero ocupar un puesto de trabajo sin tener la formación para ello es intrusismo. De buen rollo.

Lo único que se puede acreditar es la formación y la experiencia, las dos cosas que te convierten en buen profesional en cualquier campo. El resto son experimentos. ¿Cómo tener experiencia sin formación? O peor, ¿cómo dedicarte a la formación y que te exijan experiencia? Sí, es el pez que se muerde la cola, pero no hay otro camino que el de la formación y la experiencia. Por ese orden, convenientemente.

Porque el instrusismo estimula una competitividad bajo mínimos, es decir, no en base a criterios de excelencia educativa sino en base a criterios de rentabilidad empresarial, lo que convierte los puestos de trabajo en una subasta a la baja. Pero además, el intrusismo revela un desprecio por la formación que es impropia de la profesión, porque nos dedicamos precisamente a formar a personas.

LA MENTIRA DE LOS CURSOS EXPRÉS

Dentro de la escalada de requisitos dentro del mundo de ELE, cobra especial importancia la acreditación de títulos de todo tipo. La "titulitis" es el equívoco con que se nombra la sobreformación, que es una cosa seria aunque lamentable, o la especulación educativa, que es un parche que tapa distintas carencias. Ningún curso exprés faculta para ser profesor. Ningún curso de formación complementaria valdrá para conseguir un trabajo (o debiera).

Por suerte, la docencia de español cuenta con numerosas herramientas para el reciclaje, dentro de un campo pionero en la reflexión y el cambio metodológico en el campo de la enseñanza. Pero el reciclaje debe hacerse sobre una base material y sólida que no la proporcionan este tipo de cursos. Evidentemente tienen mayor reconocimiento los cursos del Instituto Cervantes, pero solo facultarán para trabajar en academias de idiomas o escuelas privadas que preparen para conseguir, en efecto, los diplomas expedidos por el Cervantes. El trayecto es circular y el negocio es redondo. Y siempre (siempre, siempre) a base de talonario.

Frente a cursos exprés, solo valen títulos sólidos: bien una carrera en filología (complementado con didáctica), bien una especialización de posgrado en una universidad pública española, a ser posible un máster oficial. Cualquier variable que se salga de este sintagma "universidad + pública + española" significa perder solidez en ELE.

LECTORADOS

Una cosa es trabajar en academias y otra cosa es acceder a convocatorias públicas de universidades extranjeras o de programas de enseñanza en el exterior, como el de Lectorados de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Incluso los objetivos en la enseñanza y, por lo tanto, la metodología no es la misma.  

Para este tipo de convocatorias se exige formación de grado o posgrado en lengua española, como mínimo, y a pesar de que son convocatorias genéricas, cada departamento en el exterior tiene unas necesidades específicas, por lo que los candidatos deberían ajustar su propuesta pedagógica al entorno en que desarrollarían su actividad docente y cultural.

Los lectorados son los puestos de trabajo más estables dentro de la profesión. Existe un amparo institucional y una cobertura laboral impensable en otros campos de ELE. Sin embargo, las condiciones de los lectorados son dispares. Los convocados por la AECID tienen un límite temporal, al igual que prácticamente todos los lectorados que ofertan las universidades. Pero la temporalidad no es un problema en sí en una figura docente que se concibe como el punto de salida dentro de la carrera universitaria; al contrario, lo que es un problema es su perpetuación, puesto que significa la institucionalización de la precariedad en los niveles de acceso profesional dentro de la universidad.

Aparte de la escasa proyección, los últimos tres años han sido demoledores para la AECID. En 2012 se suprimieron el 70% de los convenios con universidades y el 30% de los que se mantuvieron perdieron entre un 30% y un 70% de sueldo, y entre un 20% y un 80% de ayudas para la movilidad. Una figura docente como la de "lector" debiera tener una regulación a nivel internacional, puesto que las diferentes convocatorias a las que accede un titulado español dependen de distintos organismos y gobiernos dentro de la Unión. Sin embargo, no hay ninguna respuesta al respecto. 

El CELU y otras amenazas

 

El idioma español representa alrededor del 16% del PIB en España, según un informe de la Fundación Independiente, donde se integran empresas (Google, PRISA, o las respectivas fundaciones de Telefónica o Vocento), instituciones (Secretaria General Iberoamericana, Comisión Española de Cooperación de la UNESCO, Federación de Asociaciones de la Prensa en España), academias (Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión, Academia de la Diplomacia, Real Academia de Doctores de España, Real Academia de Gastronomía), universidades (Alcalá, Antonio de Nebrija o la propia Conferencia de Rectores de Universidades de España -CRUE-).

La arquitectura logística de ELE está consolidada y extendida por todo el mundo como si de un nuevo imperialismo se tratara. De hecho, otros certificados de español gestionados por países hispanohablantes, como el CELU, no tienen el tirón ni el reconocimiento ni el respaldo institucional que tiene el todopoderoso DELE. Baste repasar la lista de auspiciadores del informe de la situación del español en el mundo.

Es ahora. Aunque todavía en crecimiento, la situación del español puede verse afectada por mercados y culturas emergentes, especialmente por las asiáticas. El chino, el japonés o el coreano, con un fuerte respaldo diplomático y financiero, van a apostar fuerte en este posicionamiento de lenguas, que no es otra cosa que una batalla por la capacidad de influencia en todo el mundo. Obsérvense los centros y programas de lenguas orientales que se están abriendo o se abrirán en la universidad europea y el éxito de sus expectativas entre los estudiantes. Con toda seguridad, su implantación provocará un terremoto para el que no están preparadas las lenguas minoritarias (o minorizadas), y quizás algunas de las de mayor influencia tradicionalmente, como el francés, el italiano o el alemán, y señalará el camino para aquellas lenguas cuya potencialidad existe, a la espera de una articulación institucional más eficaz: el ruso, el árabe, el portugués o el hindi.

Quedará por saber si durante el tiempo de bonanza para el español se han creado redes estables y vínculos sólidos a nivel internacional, que van desde lo empresarial a lo cultural, a través de departamentos fuertes en universidades, medios de comunicación o circuitos artísticos. Para ello, es crucial la estabilidad laboral; la sensación de provisionalidad facilita el bajo coste pero debilita los proyectos a medio y largo plazo. De lo contrario, estaremos echando a perder una de las grandes potencialidades de las que alardeamos. Y sería lamentable.

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6 comentarios

José MR. escribió
30/11/2014 16:09

María L. Ochoa (y el resto), no es que yo dé o no dé valor a los certificados como el CELU y a la enseñanza que se hace en otros países hispanohablantes, sino que el mundo de ELE, tan centralizado en España, tiene una mentalidad hispanocéntrica que considera amenaza toda injerencia "nacional". Es lo que trataba de explicar. Otras amenazas son, efectivamente, el intrusismo y la precariedad... cuya existencia expongo, pero tampoco quiere decir que yo esté de acuerdo con esta situación. Saludos.

María L. Ochoa escribió
28/11/2014 12:07

Adhiero a los comentarios que incluyen a los Latinoamericanos. Estoy de acuerdo con los comentarios sobre qué significa ser un profesional idóneo y la amenaza a la calidad de trabajo que implican los MacDonalds del español. Sin embargo, como comenta Manuel, el autor no parece reconocer la calidad del trabajo que hacemos de este lado del océano. Y con apoyos económicos más magros pero respaldos bien académicos. Es cierto que se muestra el enorme negocio que es el español alrededor del Instituto Cervantes (y por eso no es raro que haya cursos exprés, titulismos e intrusismos, como en cualquier industria), pero queda ahí nomás. Para hacer este asunto más explícito y ya que dentro de las amenazas aparece el CELU, baste con comparar la lista de instituciones que avalan el DELE (más de la mitad, comerciales que lo que saben del español es que lo usan en sus negocios) y veamos las que avalan el CELU: el MInisterio de Educación y más de 30 Universidades Nacionales, centradas en la investigación y el conocimiento,

steven marcus escribió
26/11/2014 08:11

MURCIA it is true.i have studied spanish in murcia spain with 5 teachers.all natives..only one had studied at the university methodology.the other 4 were TERRIBLE..I teach english and i see that the natives from england or america with 4 or more years of studies in english have the best percentage of passing students on cambridge exams and toefl..the natives from england with no studies seem to try and have good heart but most of their students fail..

José MR. escribió
25/11/2014 10:30

Saludos Manuel y Eleonora. Precisamente en el último apartado del artículo queda explicada la paradoja que manifestáis. Una cosa es la intención de inclusión que podamos tener como profesores y otra es la operación política exterior que tengan los certificados y los reconocimientos oficiales, excluyentes de por sí. No es un asunto personal, claro, simplemente expongo el funcionamiento de programas e instituciones, efectivamente capitalizados por España y no por otros países hispanohablantes.

Eleonora Eguren escribió
24/11/2014 20:40

Comparto plenamente el comentario de Manuel. Fue justamente el mismo paràgrafo el que me llamò a atenciòn. Los latinoamericanos cuentan para las estadìsticas del español, pero sobran cuando de repartir las ganacias del gran negocio de la enesñanza de la lengua y las certificaciones se trata.

Manuel Cisneros escribió
24/11/2014 12:04

Me parece lamentable que este artículo, que en apariencia se declara incluyente de las diversas variantes del español ("Yo soy español... Yo soy cubano... Yo soy nicaragüense... "), que incluso deplora la omnipresencia del DELE por sobre las certificaciones emitidas por instituciones no españolas, afirme a rajatabla que "cualquier variable que se salga de este sintagma "universidad + pública + española" significa perder solidez en ELE." ¿Y dónde quedan entonces las maestrías impartidas por universidades públicas argentinas, venezolanas, mexicanas, colombianas...?

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