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OPINIÓN / 'EL PEOR DE LOS TIEMPOS'

El precio de la mediocridad

MARIAM CAMARERO. 16/11/2014

EL PEOR DE LOS TIEMPOS

Mariam Camarero

Catedrática de Economía Aplicada y titular de una Cátedra Jean Monnet en la Universidad Jaume I de Castellón
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VALENCIA. Hace unos días participé en unas Jornadas sobre Economía Española que se realizan desde hace casi 30 años en la Universidad de Alicante. Creo que la principal diferencia que existe entre éstas y otras jornadas a las que asisto de forma regular es que suele haber bastantes estudiantes y que éstos participan con sus preguntas. Este año el tema principal fue, cómo no, la crisis, pero desde el punto de vista de la salida. A mí me tocó formar parte de una mesa donde se hablaba de cómo aumentar la competitividad mediante la innovación y el capital humano. Y, en concreto,  me pidieron que tratara el tema de la universidad española. 

El presidente de la mesa fue Rafael Myro, profesor de la Universidad Complutense. Preparando la coordinación de lo que cada ponente debía decir me sugirió que intentara explicar por qué las universidades españolas salen "tan mal" en los rankings internacionales. La verdad, no sé si para nuestro bien o para nuestra desgracia, es que las universidades españolas no salen tan mal como a veces pensamos: simplemente son mediocres. Si salieran realmente mal, quizá hace tiempo que se habrían tomado medidas correctoras.

Coincido con el  profesor Guillermo Cisneros, director de la Fundación Universidad.es, encargada de la promoción y las acciones internacionales de nuestras universidades, en que si analizamos las universidades por áreas de conocimiento hay bastantes de ellas que se encuentran bien situadas (entre las 50 primeras del mundo en algunos casos). También son mejores los indicadores si se filtran (por ejemplo, los rankings están sesgados por la presencia de premios Nobel, de los que nosotros carecemos). En ese caso, atendiendo a las publicaciones científicas o la captación de fondos de investigación europeos, no podemos calificar la situación como mala. Se puede acceder a un informe detallado y actualizado en la página web de Universidad.es.

Pero lo cierto es que no somos directamente comparables y que, en conjunto, la palabra que mejor describe la situación, no de la universidad en sí, sino de la sociedad española en su conjunto, es la mediocridad. Porque siempre podemos escondernos tras las excusas: no estamos tan mal. Y es cierto. Nos situamos, como país, cómodamente en la "aurea mediocritas" de Horacio, la mediocridad dorada. Vivir en el conformismo, ser "equidistantes", buscar el justo término medio. ¿Cuántos de entre nosotros no hemos pensado alguna vez "para qué preocuparse más si, en el fondo, aquí se vive muy bien"?

De todas formas, aunque sea tan sólo de vez en cuando o tan sólo unos pocos, no vivimos continuamente en ese limbo de la indiferencia. Justamente, cuando estaba pensando en estas cosas antes de realizar mi modesta intervención, una amiga me envió una referencia (vía WhatsApp, cómo no) que quizá otros como yo hayan recibido. Era un texto atribuido a Forges pero en realidad escrito por David Jiménez (escritor y periodista de El Mundo) en su blog.

Lo busqué y me di cuenta de que ha estado circulando por la red un par de años y lleva como título El triunfo de los mediocres. No creo en la casualidad. El pasado fin de semana, Antonio Muñoz Molina publicó una magistral cuarta en El País titulada La corrupción y el mérito.

David Jiménez atribuye nuestra crisis (yo la calificaría de decadencia) a que nos hemos convertido en un país mediocre. Es, según él, un proceso que ha ido consolidándose a lo largo de los años, "comienza en la escuela y termina en la clase dirigente". Es muy parecido el tono de Muñoz Molina el pasado domingo, aunque el énfasis de este último se centra en la función pública y el acceso a estos puestos basado en el mérito.

Coincido con ambos en el análisis aplicado a lo que yo tengo más cercana, que es la universidad. Dos son los principales problemas que pueden explicar de forma escueta la falta de brillantez de nuestras instituciones académicas superiores: la falta de transparencia y la ausencia de incentivos. Por lo que se refiere a la transparencia, no existe información clara y accesible sobre indicadores de resultados de nuestras universidades. Y no me refiero a los rankings agregados, sino por áreas de conocimiento: dónde están los mejores departamentos y grupos de investigación, así como compararlos dentro y fuera de España con sus pares.

Esta información debería utilizarse, como en otros países, no sólo para financiarlos, sino para que los estudiantes y sus familias puedan usar esa información a la hora de elegir universidad. La falta de incentivos está directamente relacionada con el primer problema: no se ha diseñado un sistema de incentivos, tanto monetarios como no monetarios, aplicables a los profesores universitarios. Si el salario a percibir no cambia (de manera significativa) dependiendo de los resultados docentes y de investigación de los profesores, hay pocas posibilidades de formar grupos de investigación potentes, al carecer de mecanismos de captación de los mejores candidatos.

Si, como en otros países, el salario de los miembros de un departamento dependiera de que sus estudiantes fueran los de mejor expediente o de que sus compañeros tuvieran buenos resultados de investigación, los principios de mérito y capacidad que, sobre el papel, son la base del acceso a la función pública, lo serían también en la realidad.

Y lo que, en realidad, resulta sorprendente es que, a pesar de la falta de estos incentivos, algunas áreas de conocimiento en un número importante de universidades españolas se encuentre en posiciones muy dignas respecto a sus colegas de otros países.

Aunque de vez en cuando pienso que titulé de forma demasiado sombría esta sección, tristemente la realidad confirma la percepción de que los tiempos no son nada buenos. Pero tampoco debemos caer en la melancolía, porque si no hacemos nada seremos tan responsables o más que los que han hecho de la mediocridad su bandera.

El igualitarismo impostado es el principal enemigo del avance y el progreso social y económico. Si dejamos que la mediocridad nos invada, el precio lo pagaremos todos (y ya lo estamos pagando), pues corrupción y mediocridad van indefectiblemente unidas en todos los ámbitos de la vida y, en especial, en la función pública, donde la meritocracia debería ser su eje vertebrador. Como dice Jiménez, nos hemos acostumbrado tanto a la mediocridad, que hemos terminado por aceptarla como "el estado natural de las cosas".

Por eso resulta reconfortante que se alcen voces que se rebelen ante esta situación y que reclamen, como Muñoz Molina, un vuelco en nuestra sociedad hacia "la exigencia y el reconocimiento del mérito". Sin duda, esta reforma debería comenzar por nuestro sistema educativo público, sobre el que recae la formación de nuestras futuras elites, tan necesarias y que, sin embargo, nos empeñamos en relegar, aplastadas bajo el manto de la mediocridad.

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Mariam Camarero

Catedrática de Economía Aplicada y titular de una Cátedra Jean Monnet en la Universidad Jaume I de Castellón
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3 comentarios

Francisco J. Lara escribió
18/11/2014 23:25

Estimada Miriam, Soy un profesor valenciano que está de profesor visitante por EEUU. Te felicito por tu artículo pues sin duda refleja una preocupación que compartimos quienes nos dedicamos a la docencia e investigación universitaria ya sea en España, Europa o EEUU o en cualquier otro lado del mundo. La mediocridad sin duda se encuentra tanto en el profesorado, como en el alumnado, pero no podemos caer en la excusa de los rankings. Ni siquiera echar la culpa a las instituciones concretas. Si efectivamente comparamos por áreas, llama mucho la atención que las mejores universidades en dichos rankings son las Escuelas de Negocios como IESE o IE... y no las universidades públicas, donde sin duda hay mucho talento y ... muchos recursos invertidos. Sistemas intervencionistas como los que tenemos en España no ayudan a las Universidades, ni a sus profesores, ni a sus alumnos... y precisamente quien sale perjudicado es ese alumno brillante pero que no tiene medios para ir a una buena universidad... sencillamente porque no la encuentra. La verdad es que se puede criticar mucho el sistema americano. Seguramente habrás visto la película "The Ivory Tower", pero también tiene muchas ventajas y aciertos, pues en el fondo la introducción de sistemas de mérito y prestigio supone una cierta liberalización de la educación superior, y establece un cierto reconocimiento al esfuerzo. Sin duda si se aplicara en España, nos llevaríamos muchas sorpresas positivas, aunque ahora los tiempos que corren, me imagino que no están para experimentos. Sinceramente ¿es necesario subvencionar o financiar con dinero público la Universidad? ¿Cuáles son los motivos de fondo, de verdad? ¿No hay otras necesidades básicas más importantes a las que ayudar? Me refiero por supuesto al empleo, ... Con todo cariño y respeto, aprovecho para enviarte un cordial saludo, Francisco J. Lara

Vicent escribió
16/11/2014 20:00

Pues si Míriam, para el españolito de hoy la culpa siempre es del otro y nunca de uno mismo: mediocridad al poder. Si me tropiezo, la culpa siempre es del ayuntamiento y no de que andaba despistado... La culpa siempre es del gobierno, o de los ricos, o de Alemania, o de USA, o de mi vecino... La culpa siempre es del otro y nunca mía ni de mis hijos: ¡por Dios!

16/11/2014 10:03

Buenos dias: ayer, despues de dos largos años entre a Valencia sobre las 10 de la noche.Antes habia pasado por la comunidad de Murcia y veia en esa comunidad naves y mas naves,actividad por todos lados.Cuando pise la raya de la provicnia de Valencia me comencé a encontrar con todo como cuando me marche y me dije "has hecho bien" ^ Que esta pasando aqui? Comercios cerrados,intente comprar el Valencia Plaza ¨mision impòsible¨no estan en los nuevos ¨supercor¨.Anoche he visto al teniente de Alcalde en la sexta .De verdad se cree todo lo que dice? Yo flipaba quizas, el hombre se lo cree.Si, los mediocres existen aqui, alli o mas alla pero, en esta ciudad me parece absurdo.Habría que enviar a la jubiliación a mucha gente,abrir las puertas a nuevas generacios sean o no de la Gaviota.Creo que hay que inovar, y aqui hay gente que esta inovando todos los dias pero, si le van poniendo palos en las ruedas se cansan y se marchan.Y sin embargo GRACIAS VALENCIA mi hijo esta trabajando en una nube informatica con un programa que pocos conocen por aqui y en una empresa valenciana.la mediocridad es un ..estado de animo,es para uno el status de no arriesgarse,de no mojarse. Tiene razón Ud pero, tengo la esperanza de que venga aire fresco pronto y sea por la propia energía de los jóvenes de esta ciudad y no por un cambio político.- Y tengo una anécdota. He venido a esta ciudad para realizar un..... trabajo es una ironía pero, es así. Hace dos largos años mi telefono solo sonaba para cosas en el Sur esta vez es a la inversa Perdonen la falta de comas y acentos no es mi ordenador. Alejandro Pillado Valencia 2014

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