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LOS LIBROS DE CORAZÓN RURAL

Envejecer con el rock: "La nostalgia ya no es lo que era"

ÁLVARO GONZÁLEZ. 30/10/2014 El crítico musical Ignacio Juliá ('Ruta 66', 'La Vanguardia', 'El País') repasa el estado de la música popular, su futuro y sus contradicciones

"Toda esa palabrería apocalíptica de la recesión no me intimidará lo más mínimo mientras conozca el cálido, reparador refugio de una canción"

Ignacio Juliá 

MADRID. Cuando la música tenía un soporte físico, la gente se conocía las formaciones completas de los grupos, los músicos de sesión, los arreglistas y los productores. Se sabía incluso cómo sonaba cada estudio. Y para conocer qué discos eran buenos, qué gemas del pasado merecía rescatar, qué maravilla acababa de salir y le estaba pasando inadvertida a las discográficas, para entender qué se cocía había que escuchar la radio y leer revistas o fanzines: Periodismo musical, tanto profesional como amateur.

En los conciertos y en las tiendas especializadas solía estar siempre las misma gente, el boca a boca también era importante. Unos mismos gustos fraguaban amistades. La música era un bien social, un nexo entre personas, y lo impulsos nerviosos que mantenían a todos alerta procedían de los críticos musicales. El crítico de confianza, el crítico afín, el crítico erudito, siempre había un crítico del que tomar nota porque un disco costaba un dinero y había que dejarse guiar. Era cosa seria palmar pasta con una castaña o, en argot entendido, el hype del momento.

Hoy día, mucha música se graba en el domicilio del músico con su ordenador personal con el mismo programa informático que usan el noventa por ciento de los músicos. Es decir, todo suena más o menos igual. Además, esa música es gratis y la oferta de discos es infinita, las novedades del mes si se ponen una detrás de otra igual duran un año. El aficionado a la música, que antes necesitaba de críticos, de amigos, de fanzines, de distribuidoras, de conciertos, ahora ya no, puede navegar solo por la red, pero como diría el poeta "como una nave que vaga por el espacio con la tripulación muerta". Para bien y/o para mal, todo ha cambiado. Y el crítico musical, en el lance, se ha quedado, en el mejor de los casos, en el limbo.

Ignacio Juliá fue el fundador junto a Jaime Gonzalo de la revista Ruta 66. La dedicación de esta publicación a discos que estaban fuera de los mercados convencionales y nunca dejar de tener en cuenta décadas anteriores dio fama a sus críticos de sibaritas. No obstante, en éste, el último libro de Juliá, una recopilación de artículos recientes, del nuevo siglo, no hay exquisiteces ni nada que se le parezca. No son, digamos, textos de "distinción". La mayor parte de los artistas y cineastas de los que habla son de sobra conocidos por cualquier "iniciado".

Además, todo está escrito desde el escepticismo, con un estilo desapasionado, aunque el autor no consigue ocultar un romance intenso con la música popular y la cultura. No ha tirado la toalla. No en vano, como él viene a decir, pocas herramientas tendremos más estimulantes que esas para buscarnos a nosotros mismos en este valle de lágrimas. 

En La nostalgia no es lo que era hay visiones de todo tipo sobre la cultura de nuestro tiempo. Triste, como la que aparece en una entrevista al productor de Marc Bolan y David Bowie, Tony Visconti, que dice: "La gran diferencia es que, en los sesenta, cuando un artista era mediocre, desaparecía. Hoy en día la música que más vende no es interesante en absoluto. Hay algunos grandes grupos que pasan desapercibidos, pero la industria invierte en la máquina de hacer dinero que es Lady Gaga, cuyos talentos son mediocres como mínimo. Hay un montón de pasta detrás para perpetuar el mito de que es transgresora, cuando los productores le escriben la música y los estilistas la visten. En mis cuarenta años haciendo música no he vivido un periodo peor. Eso no dice mucho a favor de nuestra cultura".

Pero en una conversación con otro crítico, John Savage, encontramos un halo de esperanza cuando éste explica que el punk fue una "fantástica respuesta a ese tiempo y ese lugar, no iba a durar siempre. Ver punks hoy resulta deprimente, patético. Los adolescentes deben afrontar la situación en la que se encuentran, pero su respuesta puede ser emocionalmente similar a la generación punk". Y Juliá, en su réplica, aunque admite que "las nuevas generaciones han sido mimadas hasta la desidia y el capricho", considera que "las ocupaciones urbanas y protestas callejeras a nivel global, originadas por el 15-M, apuntan a un nuevo despertar del joven adulto como individuo con voz propia. No desechemos todavía el término subversivo. El negro futuro podría darle nuevos alientos".

Porque no habrá otro caldo de cultivo más que el humano, como ha ocurrido siempre por otra parte. Y el latigazo, el nuevo fogonazo revelador, llegará por sorpresa. Nunca teledirigido. Para prueba, un testimonio sobre la administración y la cultura que contiene el libro. Cuando las autoridades se ponen a dirigir, encauzar o sostener la cultura, es decir, a dar subvenciones, la tónica general es el conservadurismo. En su ciudad, el Ayuntamiento de Barcelona, Juliá se queja de que la mayor parte del dinero va destinado a "espectáculos, no a creación pura y dura o a la formación artística, ya no digamos a la comunicación o análisis de ésta. Asombra que los máximos beneficiarios sean festivales tan consolidados como Primavera Sound o Sónar, ambos con el patrocinio de marcas comerciales". En otras palabras, el dinero público va destinado a anzuelos para el turismo. Él los llama: "guiris sueltacuartos y aliviaorines".

Y el que queda para la creación, casi peor. En la obra relata cómo él mismo fue elegido en una ocasión para integrar un consejo para dirimir las ayudas públicas de la Generalitat a la música catalana. Revela que el resto de miembros de ese consejo tenían ya "protegidos" a los que asignar una parte y, en una especie de mercadeo, se intercambiaban los favores con otros consejeros "yo salvaré al tuyo si tú salvas al mío".

En lo que a él respectó, se negó a que el legendario grupo progresivo catalán Companyia Eléctrica Dhaarma recibiera "su orondo aguinaldo vitalicio" por un proyecto de "registrar un homenaje en clave local a Miles Davis". Se preguntó: "¿Dónde estaban las letras del tal Davis [trompetista de jazz] susceptibles de ser vertidas al catalán? ¿Iba yo a colaborar con mi silencio en una mediocre, innecesaria, sardanista mutación de Sketches of Spain?". A continuación, Juliá confiesa que sólo defendió subvencionar un proyecto tipo Zaj, "la idea de un iluminado que pretendía registrar durante un año entero todo el sonido, rumor, eco o estruendo que se escuchase en la plaza de su pueblo". Efectivamente, nunca volvieron a llamarle a tal consejo. 

El único problema añadido es que el capital humano, a la espera de que germine la aludida semilla de los movimientos derivados del 15-M, si es que lo hace, no destaca en la actualidad precisamente por su valor. El autor analiza la respuesta de los músicos americanos a los desmanes en política exterior de su país durante el bombardeo de Yugoslavia o las invasiones de Iraq y Afganistán y la reacción brilló por su ausencia. "El patriotismo había calado hasta el underground", se lamenta.

Ni una palabra sobre la infamia de Iraq, al contrario que en los años en que fue el propio Bob Dylan quien articuló la respuesta de toda la sociedad. Dylan protestó antes que los movimientos juveniles masivos. Fue el primero y después le siguieron en la calle. Ahora, cuenta este trabajo, hasta se ve cómo Bruce Springsteen esperó calculadamente a terminar una gira para dar su apoyo al grupo de country femenino Dixie Chicks, acosadas por haber criticado a Bush Jr públicamente. Entre su público no faltan fans del texano, patrioteros más que patriotas, y El Boss dirige su carrera como si de una gran multinacional se tratara, o sea, no pisa charcos. Y obviamente, este ejemplo es la norma, no la excepción.

Pese a todo, Juliá rechaza la nostalgia de aquellos 60 y 70, de la reinvención en los 80, celebra con entusiasmo los años que llevamos de "futuro", de nuevo siglo, porque, según dice, sólo quien no tenga televisor podrá negar el nivel que han alcanzado las series, o sólo el muy obtuso no podrá ver que la caída de ciertos torpes gigantones de la industria cultural ha acabado también con sus filtros y ha dado mucha más relevancia a los autores independientes de cualquier disciplina. "Es pecado común a todas las épocas creerse el eje de la Historia, en este caso negativamente", afirma, "Bienvenidos pues al mercurial presente", sentencia.

Si además de recapacitar sobre la cultura que nos rodea, le gustan a usted Joy Division, Wilco o los Who. Si es consciente de que no lo sabe todo sobre los Rolling Stones, la Velvet Underground o el mismo Antonio Vega. Si admira usted como es debido a John Ford. Si se encierra en casa a oscuras con Jean-Pierre Melville mientras los demás se van de fiesta. Si teme que Paul Schrader tuviera buen material con usted. Si no se limita a buscar inútilmente en la música aquellas sensaciones que experimentó hace un cuarto de siglo, si quiere más y sabe que es posible, pocas colecciones de ideas, reflexiones y relatos como La nostalgia ya no es lo que era encontrará entre las novedades bibliográficas, tan dadas actualmente al enciclopedismo y esa mordaza que es la nostalgia.

La nostalgia ya no es lo que era
Autor: Ignacio Juliá
Alternia Editorial
224 páginas

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3 comentarios

Sangonereta escribió
04/11/2014 12:59

Nachopepe, Pues a mi me ha parecido de lo más acertado.

keenan escribió
02/11/2014 11:40

Visconti tiene mas razón que un santo. Pero este fenomeno de "hartistas" que lo petan pero que serán recordados como infames aberraciones -o no recordados en absoluto- no es nuevo. Es muy de los 80. Acurdense de Rick Astley y sus hombreras. Pero también de Suzi Quatro, o de Martika, o de Tanika Tikaram.

Nacho Pepe escribió
31/10/2014 08:24

No conozco al señor ni he leído jamás prensa musical porque no escucho música populaar. Pero el comentario de "las nuevas generaciones han sido mimadas hasta la desidia y el capricho", aunque sea como concesión, me parece un poco pollavieja.

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