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VALENCIA. "Indudablemente, la riqueza ornitológica de la Albufera de Valencia, señores míos, es impresionante. No cabe la menor duda de que es el más importante enclave para las aves acuáticas que existe en todo el Mediterráneo occidental después de la marisma del Guadalquivir".

Hace más de cuarenta años que no se oyen estas palabras. Pertenecen a un programa especial que dedicó Félix Rodríguez de la Fuente a la Albufera de Valencia. Este sábado, 27 de septiembre, la Trilladora del Tocaio, en El Palmar, acogerá una nueva jornada del festival Amfibi, un certamen organizado por la Fundació Assut que va ya por su cuarta edición, donde se proyectará este espacio que con los años ha adquirido un valor excepcional.

El certamen Amfibi está dedicado este año a las movilizaciones ciudadanas que, en los años setenta, durante los últimos coletazos de la dictadura y los primeros de la transición democrática, lograron rescatar dos valiosos humedales del litoral mediterráneo de las garras urbanizadoras del ‘desarrollismo': La Albufera de Valencia y Els Aiguamolls de l'Empordà, dos historias parecidas que culminaron en 1986 y 1983, respectivamente, con la declaración de estos espacios como parques naturales protegidos.

En aquellos años fue fundamental la presión popular. Y no fue una cuestión de partidos o ideologías. En Valencia, por ejemplo, el diario conservador Las Provincias, con su directora Maria Consuelo Reyna a la cabeza, tomó la bandera de la defensa de El Saler. Fue una lucha común en la que participaron "personas de todo signo", recuerda Vicente Llorens, miembro de la Fundación Assut.

En un artículo publicado en la revista Métode por Martí Domínguez y Anna Mateu hace ahora tres años, dentro del dossier dedicado a los 25 años de la declaración de La Albufera como parque natural, ambos recordaban que la conciencia medioambiental no existía. Y que incluso al principio, en un editorial en 1970, el propio diario Las Provincias apoyaba la urbanización de este entorno. Pero todo cambió "a partir de un reportaje en profundidad sobre la urbanización del periodista Francisco Pérez Puche". Desde ese momento, recordaban Domínguez y Mateu, "el periódico dedicó numerosos artículos, entrevistas, cartas al director y columnas a la cuestión de El Saler".

Tras la llegada de Reyna al diario la mayoría de los textos fueron contrarios a la urbanización, si bien hubo voces que, ejemplo de la falta de sensibilidad de la época, defendían esa obra. Con todo, la causa fue ganando adeptos y en ese mismo periódico personalidades como el malogrado Josep Vicent Marquès, redactaron textos en defensa de un espacio natural y con críticas al arquitecto madrileño Julio Cano Lasso, autor del proyecto. "¿Autoriza la ausencia de puericultores a tirar los niños por la ventana? Parece que no. Sin embargo, la falta de ecólogos y de preocupación ecológica ha sido esgrimida por el señor Cano Lasso para disculpar la urbanización del Saler", escribía Marquès en 1974.

El Saler no fue urbanizado. La Albufera fue mantenida, convertida en un ecosistema único, un milagro, una victoria de la ciudadanía, de la incipiente democracia, de los nuevos medios y de los nuevos periodistas. Por si fuera poco, el propio Cano Lasso participó, años después, en el concurso para convertir en un jardín el cauce del río Turia a su paso por Valencia, si bien quedó en segundo lugar. Aquel conflicto lo cambió todo.

Este sábado una proyección y una mesa redonda servirán para volver a oír a Rodríguez de la Fuente hablar de La Albufera, un viaje en el tiempo más de cuarenta años atrás, así como reflexionar acerca del papel que tuvo el famoso divulgador en este conflicto. Advertido por profesores de la Facultad de Ciencias de Valencia y miembros de la Sociedad Española de Historia Natural y la Sociedad Española de Ornitología, desde su privilegiada posición en la televisión, su colaboración se devino en fundamental para que se rechazara el Plan de Urbanización del Monte de la Dehesa.

"Valencia no tiene que temer por su famosa Albufera si Valencia, secundada por sus autoridades municipales, por sus hombres de ciencia, por sus naturalistas, vigila para conservar por los siglos de los siglos el famoso lago que fue propiedad de los reyes españoles, desde Jaime I el Conquistador, y que hoy pertenece al pueblo de Valencia", decía Félix Rodríguez de la Fuente.

El triunfo de este movimiento ciudadano despertó en buena parte de la sociedad valenciana una conciencia que hasta entonces no había exisitido sobre la importancia de este espacio natural ahora protegido. "No en vano", recuerda Llorens, "el movimiento popular surgido algo más tarde bajo el lema de El Saler per al poble constituiría finalmente uno de los primeros éxitos del ecologismo en España".

El capítulo de la serie Vida salvaje que dedicó a denunciar las amenazas que se cernían sobre este espacio se emitió el 28 de junio de 1970, inmediatamente antes de la retransmisión de la final de Copa entre el Valencia y el Real Madrid. En los hogares españoles había ya cuatro millones de televisores y no había otra cosa que ver en ellos que la primera cadena o el canal UHF. El éxito fue absoluto.

El programa no se ha vuelto a emitir desde entonces. Tampoco se ha visto la intervención que el mismo divulgador había hecho unas semanas antes anticipando su "asombro" y su "espanto" ante la situación del humedal, ni la que haría cuatro años después congratulándose de las medidas adoptadas "para salvar definitivamente la famosa Albufera" y paralizar la invasora urbanización que estaba destruyendo uno de los más bellos complejos ecológicos del Mediterráneo.

En la mesa redonda en la que se evocarán estos hechos, participarán Odile Rodríguez de la Fuente, hija del naturalista y directora de la fundación que lleva su nombre; Carles Dolç, arquitecto comprometido en este movimiento social; las citadas María Consuelo Reyna y Anna Mateu, y Joan Andreu, productor valenciano que trabajó como operador de cámara en aquel programa. Y tras la mesa redonda se proyectará el documental Entre el cel i la terra. La guerra dels Aiguamolls sobre el parque ampurdanés.

"Viendo a la blanca garcilla, viendo a la inmaculada garcilla, ya pueden ustedes imaginarse que encierra y que representa en su danza (...) a lo que considero como el alma propia de Valencia, que es la eterna Albufera que, desde luego, nunca puede desaparecer". "Ahí se podría ubicar un parque natural verdaderamente extraordinario", insistía Félix Rodríguez de la Fuente.

Su sueño se ha cumplido.