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VALENCIA. En la recta final del siglo XX, cuando Aguas de Valencia había cumplido su centenario, estalló una batalla societaria que ha durado dos décadas y que, si nada lo impide, se cerrará en breve con la salida de la francesa Suez del capital. El actual presidente y máximo accionista, Eugenio Calabuig, ha alcanzado un acuerdo con la empresa gala para comprar su 33%. Calabuig, a través de Inversiones Financieras Agval, participada al 100% por su empresa Fomento Urbano de Castellón, controlará prácticamente todo el capital de la concesionaria. 

Con la salida de Suez, Aguas de Valencia dirá el adiós definitivo a 'los franceses'. De esta manera se conoció durante los años de especial virulencia en el conflicto societario por el control de la empresa, a una parte del accionariado que nunca fue bien recibido por la parte local del capital. Los franceses originales no eran, en todo caso, los de Suez.

A finales de los 90, con el apoyo político del Ayuntamiento de Valencia en manos del PP, se abrió una guerra para controlar Aguas de Valencia. Entonces formaba parte del capital Saur, una sociedad francesa entonces controlada por el grupo Bouygues. La salida del Santander y la fusión de Aguas de Valencia con Egevasa, la empresa de la Diputación de Valencia, cambió el panorama accionarial de la concesionaria. Llegaron el propio Calabuig, Lubasa, Boluda. Junto con Banco de Valencia, accionista histórico arrinconaron a Saur.

Era la "valencianización" de Aguas de Valencia, una expresión que acuñó Alfonso Grau, concejal del ayuntamiento, y que en el fondo escondía la toma de control de la empresa que tenía el mayor negocio de la ciudad: la concesión del agua potable por décadas. Un nuevo concurso, con la creación de una empresa mixta Emivasa, sirvió de apoyo para la guerra.

Tras un periodo de transición en el que se consolidó el poder en Aguas de Valencia del Banco de Valencia, con un Domingo Parra entonces completamente implicado en el control de la operación, se evolucionó hasta la hegemonía de Eugenio Calabuig, que había entrado con su empresa familiar Viudad de Gimeno y que se independizó. 

Saur acabó cediendo pero logró vender su participación del 33% a otro gigante francés: Suez. El precio, 135 millones de euros, una cantidad considerada desorbitada, más cuando Suez se encontró con que no podía entrar en la gestión de la empresa. Calabuig, ya controlando Inversiones Financieras Agval (aún participada por Banco de Valencia), impidió a los nuevos franceses sentarse en el consejo.

Con la crisis de Banco de Valencia llegó La Caixa al accionariado. La entidad catalana es un histórico aliado de Suez en Aguas de Barcelona. La hegemonía de Calabuig parecía amenazada pero la operación que en su día diseñó Domingo Parra para Agval le dio una ventaja en la batalla, hasta el punto de que logró forzar la venta de la parte de La Caixa.

El último episodio por el control total de Aguas de Valencia se cerró este miércoles: Calabuig facilitará la salida de Suez del capital Aguas de Valencia, si hace falta comprando el paquete accionarial. Todavía no hay precio, si bien en círculos empresariales se apunta a que el dividendo que se repartió este miércoles junto al aprobado en la junta de antes del verano, facilitarán el acuerdo con Suez. Aguas de Valencia dirá entonces au revoir a los franceses. 

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