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LITERATURA POPULAR

El crimen os sienta muy bien: la novela negra copa el mercado editorial

CARLOS AIMEUR. 29/09/2014 La coincidencia de varios libros confirman el buen estado del género preferido por los lectores

VALENCIA. Primera duda: ¿Las novelas de Rafael Chirbes son novela negra?. Y si no es así, ¿qué es novela negra? ¿Sólo la que trata argumentos policiales? ¿Valen también las intrigas políticas? ¿Y si hay humor? La heterodoxia que rodea al género más popular está haciendo que la novela negra se haya extendido a todos los ámbitos y se haya transformado en la principal preferencia de los lectores en España. 

Es tal el éxito del género que se podría decir que la novela negra no está de moda, sino que se ha convertido en la columna vertebral de la literatura de ficción. La pujanza de las semanas negras, con recién incorporadas tan exitosas como Valencia Negra, la trascendencia que han adquirido autores como Lorenzo Silva, los premios, la irrupción de novelas negras en los galardones más destacados y las ventas, sobre todo las ventas, corroboran este aserto. 

Uno de quienes lo cree es Santiago Álvarez, director de contenidos precisamente de Valencia Negra que publicará en enero del año que viene con Almuzara La Ciudad de la Memoria, la primera novela del detective Mejías en la ciudad de Valencia, un nuevo personaje detectivesco que unir al imaginario patrio junto a los Toni Butxana, Toni Romano y Pepe Carvalho de los padres de todo esto, o sea Ferran Torrent, Juan Madrid y Manuel Vázquez Montalbán, respectivamente.

"Ha aumentado el número de festivales anuales de género, como Valencia Negra, que en mayo de 2015 celebrará su tercera edición", comenta Álvarez. "Las estadísticas nos dicen que cada vez hay menos lectores pero muchos de ellos se refugian en un género que parece desafiar al desaliento, un género que lleva en su ADN luchar contra las dificultades, destapar lo que nadie quiere ver, y luchar contra los propios fantasmas. Quizás por eso esté de moda la novela negra, porque es la ficción más adecuada a estos tiempos", opina.

Apropiada o no, la novela negra ya supera a la novela histórica como preferida de los lectores. En la pasada edición de la Feria del Libro de Madrid, el leve incremento del 2% de las ventas se debió sobre todo al auge de este género que, junto al cómic, fue el motor económico del evento. Y no ha sido sólo gracias a los autores clásicos o consolidados, sino sobre todo por una nueva generación de escritores que de forma voluntaria o inconsciente apuestan por este tipo de argumentos y que traen consigo nuevos lectores.

Libros como Vertigen (editorial Sembra Llibres) de Empar Marco i Esperança Camps o el celebrado Naufragi a la neu (Editorial Bromera) de la propia Camps, Premi Blai Bellver-Ciutat de Xàtiva de 2011, con un atraco final angustioso y espectacular, digno de la mejor película de acción, demuestran tanto que la novela negra no es sólo cosa de hombres como la diversidad y riqueza de argumentos que rodean al género, tan grande que es inabarcable.

Y es que para los novelistas teñir de negro sus historias es como un vicio irresistible. El setabense Xavier Aliaga es uno de los últimos que ha caído en la tentación. Tras el "ejercicio de contención" que le supuso para él su anterior libro, un texto juvenil, El meu nom no és Irina, el autor de la exitosa Vides desafinades se ha dejado llevar en una orgía literaria de metalenguaje, vida y narrativa, y ha escrito Dos metres quadrats de sang jove (Editorial Alrevés), una novela negra canónica, con humor, ironía, algo de crítica social y una trama con FOTO: Carles Domènec.sorpresa, en la que un detective de color, o sea, negro, tiene que investigar el asesinato de un joven periodista de un diario digital.

"Dos metres quadrats de sang jove tiene una génesis curiosa", explica Aliaga. "En 2008 saqué una novela que era un cruce de géneros, Els neons de Sodoma, que tuvo una acogida irregular pero que un escritor y estudioso de la novela negra en catalán, Sebastià Bennassar, saludó como una innovación en el género. A Bennassar, además, le gustaba mucho el personaje del inspector negro, Feliu Oyono, y me empujó a recuperarlo algún día. Hace dos años escribí un relato largo para una antología de la editorial Alrevés. Les gustó y me propusieron hacer una novela".

Aunque admite que su dedicación al género es un poco casual, el proyecto asegura que lo ha afrontado con el máximo interés y rigor. "Si me pongo, me pongo", bromea, "aunque sea a mi manera, de forma heterodoxa, llevando la historia a mi terreno, cruzando géneros y usando técnicas narrativas diferentes. De hecho, ya he dicho alguna vez que el género no puede ser pretexto para hacer una literatura rebajada o poco ambiciosa".

La heterodoxia es también la marca de fábrica que describe a la perfección la novela de Felip Bens El Cas Forlati (la primera edición está agotada en castellano y valenciano, y la segunda saldrá en abril), ganadora del premio Federic Feases, con la que el editor, periodista y escritor retomó su faceta de novelista. Mitad negra, mitad paródica, el Forlati que le da nombre se llama Larry y se traslada desde Londres al barrio pesquero del Cabanyal para abrir su negocio de detective privado y a partir de ahí reencontrarse con parte de su familia en un trama que incluye saltos en el tiempo a los años 30. Aunque el verdadero protagonista no es el personaje principal, sino la ciudad.

"Una de las cosas que me gustaba de ella era la posibilidad de hacer a Valencia escenario de una historia que, si no es verdadera, está bien cerca de haber ocurrido", explica Bens. "La relación entre gente italiana y del Cabanyal a través del mar ha aparecido en el libro porque estaba ahí, era real, es un factor autóctono, una seña de identidad, y el Cabanyal algo así como nuestro Little Italy. Yo quería hacer una parodia de la novela negra y al final me ha salido una parodia del personaje", ríe al otro lado del teléfono. El humor pues también tiene cabida.

La querencia al género es casi inconsciente y se hace por pura afinidad. Ese podría ser el caso de Adolfo Marzal Mayo, quien tras darse a conocer con El anillo del venerable acaba de editar, primero en libro electrónico y después en papel, Thule (Ediciones Contrabando), una ficción que bebe de Ken Follet y Frederick Forsyth, con espías, agentes del CNI retirados, nazis, terroristas islámicos... y que sazona con elementos de novela negra. Segunda pregunta resuelta: la intriga política también entra.

"La afirmación de que uno escribe lo que lee es totalmente cierta, al menos en mi caso", dice Marzal, "porque para bien o para mal ¿qué se puede esperar de un tipo que ha crecido, literariamente hablando, con las lecturas de Forsyth, o John Le Carré, sin olvidar a Hemingway, Dos Passos, Blasco Ibáñez, Ferran Torrent, Rafael Chirbes o Pérez-Reverte?", se pregunta.

Sus personajes mismos son deudores de la novela negra clásica, algo que él admite. "En mi primera novela El anillo del Venerable, el protagonista es un policía amargado, bebedor y escéptico, de familia republicana, pero que sirve al régimen franquista y que tiene que luchar diariamente contra esa contradicción".

En la actualidad la novela negra es casi como una obligación. Las editoriales piden a los agentes libros de este género. Los agentes buscan a escritores de este tipo de historias. Hay policías que escriben novela negra, periodistas, escritores que dan el salto al género... Tanto que España es casi una parada obligada, un pequeño Edén europeo del hardboiled, que diría Raymond Chandler, y los autores españoles son leídos en todo el viejo continente. A Silva, por citar un ejemplo, se le ha traducido al ruso, al francés, al italiano, al portugués, al danés, al checo, al alemán...

A la hora de analizar el contexto de su popularización se alude primero a circunstancias políticas. Así, Álvarez señala que en España "tuvimos que esperar al inicio de la democracia para nuestro primer boom, con Vázquez Montalbán, escoltado por Andreu Martín, Juan Madrid...", enumera. "Luego vino una segunda oleada en los noventa, capitaneada por Lorenzo Silva y Alicia Giménez Bartlett, que llevaron al gran público un género que antes pertenecía al coto privado de unos pocos fieles", agrega.

Ahora, según él, vivimos una tercera oleada, la misma que inunda ferias del libro y festivales, con nombres como Carlos Zanón, Dolores Redondo, Carlos Salem, Víctor del Árbol, Alexis Ravelo y Rosa Ribas, por citar un puñado de ellos, "todos en el mejor momento de sus carreras", dice.

Entre los motivos de esta eclosión, Bens también alude a la influencia de las propias editoriales. "Hay en España un ascendente de la serie negra de RBA, que nos puso al alcance libros internacionales que fomentaron la cultura y la comprensión del género. Yo mismo he leído mucha novela negra en los últimos años porque nos ha llegado mucha y buena, sobre todo anglosajona".

Y su proliferación se incentiva con premios como el que concede la propia RBA, el València de Novela Negra que otorga la institución Alfons el Magnànim, el de la Semana Negra de Gijón, kilómetro cero del género en España... Enumerarlos todos se hace prácticamente imposible, del mismo modo que poder establecer un catálogo más o menos extenso de autores porque es tan amplio como el horizonte.

"Es un género que siempre ha estado ahí", prosigue Bens. "Hasta que nuestra generación cumplió 25 y 30 años estaban los clásicos, pero de repente nos llegaron autores como Dennis Lehane, con su literatura de la realidad. Incluso podríamos citar novelas como A sangre fría de Truman Capote, que se puede decir que ha creado escuela pero no es coetánea". 

Fuera de nuestras fronteras, lleva siendo tendencia desde hace prácticamente un siglo, pero quizás habría que señalar al sueco Stieg Larsson por su trilogía Millennium, que hizo que se propiciara este aparente revival en nuestro país, según Álvarez.

"Tenemos escandinavos brillantes como Henning Mankell y Jo Nesbo, los británicos Craig Russell, Phillip Kerr y John Connolly, los americanos Dennis Lehane y Don Winslow, los mediterráneos Andrea Camilleri, Petros Markaris y Donna Leon... La lista no tiene fin". Francisco González Ledesma, James Ellroy, Richard Price, Walter Mosley... Cualquier aficionado podría decir de carrerilla decenas de nombres.

Obviamente no todo el monte es orégano pero la media de calidad es altísima. "En la novela negra", dice Aliaga, "como en todo, hay cosas mejores y peores, pero hay novelas extraordinarias. Si alguien la considera menor es porque no ha leído a Raymond Chandler, Boris Vian o Vázquez Montalbán. De hecho, las últimas y excelentes novelas de Rafael Chirbes, que para mí es un referente literario de primer orden, se podrían leer como género negro". Última duda resuelta: Chirbes también es novela negra.

Al final, todo se resume en una máxima, según Aliaga: "Lo que hay que hacer es escribir con el máximo esfuerzo y rigor, sea lo que sea lo que tengas entre manos", concluye. Y cuando hay muertes de por medio, los escritores se afanan como si les fuera la vida en ello.

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