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VALENCIA. "Me he comprado unas gafas de vista... 10 años después de operarme de miopía". Esto me decía una amiga mientras sacaba del bolso una montura de cristales sin graduación que le sentaban francamente bien y con las que iba a acudir a una reunión de trabajo.

No es la primera persona que conozco que ha decidido aprovechar las posibilidades que ofrece este complemento que, hasta hace poco, era evitado hasta por las que sí que lo necesitaban y desde la adolescencia entraron en el complejo mundo de las lentillas con sus botecitos, sus pastillas y sus molestias.

Sin embargo, ahora están de moda y las actrices y modelo las aprovechan, como repasaba recientemente la revista de cine Cinemanía, aunque no todas las opciones son buenas. Lo mismo que ocurre con los pendientes, el peinado o el maquillaje, las características físicas imponen unas condiciones a las que se puede sacar partido, bien suavizando el rostro o reforzando la personalidad. A cada cual según sus necesidades o lo que prefiera transmitir.

CONSEJOS IMPRESCINDIBLES

Lo primero que hay que tener en cuenta nada más ponernos las gafas es que la línea superior de la montura ha de quedar a la altura de las cejas o, por lo menos, nunca por debajo. No es que las tenga que seguir con precisión, sino que no queden las cejas muy por encima, porque da a la expresión una permanente impresión de sorpresa o actitud altiva que no suelen hacernos ganar nada.

Sin tener nada contra del 'estilo gafapasta', el grosor de la montura no es una cuestión sin importancia. La forma de acertar más sencilla es elegir la que mejor corresponda a la estructura de los huesos. A más finos, más fina debe ser la montura, porque se corre el riesgo de convertirse en unas gafas andantes en lugar de una mirada con gancho.

Como bonus track antes de entra a los casos concretos según el óvalo de la cara, hay que advertir que, al margen del maquillaje que se prefiera, hay que recordar que los cristales le hace perder intensidad, por lo que hay que dar un tono un poco más intenso para no quedarse a medias.

UNAS GAFAS PARA TU CARA

Las que tienen un auténtico comodín para ponerse gafas y que todas les queden bien son las personas con rostros ovalados, siempre que no caigan en el exceso y elijan monturas más propias de unas gafas de sol que de unas de vista. A gustos colores, pero si no se quiere optar por la estridencia, más vale quedarse en el mainstream, porque en este caso ofrece bastante libertad.

Sobre ángulos faciales hay muchos ejemplos en internet y no siempre se corresponden los modelos de las muestras con los que podemos encontrar en la óptica. En todo caso, si se tiene el rostro redondeado, quedan mejor las gafas más geométricas y ascendentes. Si se tiene alargado, es bueno que sean más anchas para destacar la mirada.

Cuando se tiene la barbilla pequeña, mejor que no sean muy anchas y es preferible una silueta ascendente para que las lentes no se coman la cara. Para la frente amplia, es bueno que sean más anchas por la parte superior, porque equilibra el rostro. En el caso de que la forma de la cara sea más cuadrada, las monturas más angulares favorecen sobre todo cuando tienen forma ascendente.

En cuestión de colores es más fácil probar que teorizar, ya que el color de los ojos es lo que manda y no hay dos ojos iguales. En general, si el color del iris el claro, la montura oscura los resaltará, lo mismo que al revés. En todo caso, es bueno dedicarle su tiempo a la elección porque, si la mirada es el espejo del alma, las gafas son la tarjeta de presentación.