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Con su imagen por los suelos, construir una marca personal sólida puede ser clave a la hora de convencer al votante...o a quien confeccione las listas electorales

VALENCIA. Si los 80' supusieron la época dorada del marketing, un tiempo en el que las marcas pasaron de promocionar lo ‘bueno-bonito-barato' de sus productos a transmitir las virtudes propias; en el siglo presente éstas hacen hincapié en que entendamos que consumirlas es formar parte de un determinado estilo de vida e identificarse con unos valores: lo que conocemos por branding.

El auge de las redes sociales pone de manifiesto experiencias y opiniones de individuos reales, por lo que la marca personal ha cobrado mayor relevancia. No es que no existiera, sino que la reputación de toda la vida es ahora un concepto más complejo en el que también intervienen nuestras acciones virtuales -qué tuiteamos, qué publicamos en blogs, etc- y cómo las perciben otros usuarios en los que podemos influir si utilizamos la estrategia adecuada. 

Se trata de un hecho que no pasa inadvertido para los políticos, tal y como confirma Jesús Gallent, 'constructor' de marcas con 12 años de experiencia y un veterano en el asesoramiento a diversos aspirantes a diputado, concejal y otros puestos. Estamos en precampaña y eso significa faena, reconoce este experto en branding al que ya han contactado representantes de PPCV y PSPV de cara a las próximas municipales, los quintos comicios en los que participa aportando su conocimiento.

Por norma habitual, es el partido el que llama para requerir los servicios. "Analizamos la meta que se quiere alcanzar, fijamos el objetivo y establecemos una estrategia, como si se tratase de una empresa", explica Gallent. Pero hay excepciones.

"En las pasadas europeas, un cliente necesitaba que a un compañero de partido lo incluyeran en las listas para así optar él a un puesto en la Administración local", el cual no habría tenido tan despejado en caso de no participar el primero en los comicios continentales.

Se trazó una doble estrategia para "hacer ver a la cúpula del partido que mi cliente era el idóneo para ese puesto, incrementamos su actividad mediante reuniones con juventudes del partido, apariciones en los medios de comunicación...", pero también menoscabar la imagen del rival. Y funcionó. "Existen las zancadillas entre compañeros, la táctica individual no siempre coincide con la del partido", matiza.

Al fin y al cabo, el branding consiste en "trabajar lo que quieres que la gente perciba de ti y hacer de las debilidades una realidad justificable, nunca ocultarlas porque su descubrimiento causa un efecto negativo mayor". Tarde o temprano "la alfombra siempre se levanta", apunta Gallent.

DE RITA BARBERÁ A PODEMOS, LA IMPORTANCIA DE UN BUEN BRANDING

Quizás, Valencia sea una ciudad termómetro para medir la teoría de nuestro analista. "En España cuando hay municipales, el electorado vota a la persona por encima de las siglas", opina Gallent. "Estoy convencido de que Rita Barberá habría ganado otros años presentándose con partidos de izquierda. Con crisis o sin ella, los valores individuales permanecen". 

Una futurible lideresa podría ser Mónica Oltra, cuya marca personal repasamos con Gallent. "Tiene una imagen de mujer fuerte e independiente, suele hacer más ruido en la recta final de la campaña con acciones ingeniosas", lo que da pie a pensar que trabaja su marca personal. "Cumple su objetivo de ser conocida y reconocida, impacta en el público".

Otro fenómeno electoral es el de Podemos, tercera fuerza más votada en los comicios europeos. "La decisión de utilizar una papeleta con el rostro de Pablo Iglesias en lugar del logo del partido fue esencial para que la gente supiera a quién votaba", otro caso de éxito que destaca Gallent.

Debido a las corruptelas, "la marca global política está de capa caída" y "las organizaciones lastran la imagen de las personas que las componen", lo que significa que cada vez más políticos echan mano de profesionales para limpiar su imagen. No basta con llevar a cabo acciones positivas, es imprescindible saber transmitirlas y medir su calado en el público.