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REFLEXIÓN

Los 7 retos urgentes del periodismo cultural

JOSÉ MARTÍNEZ RUBIO. 04/08/2014 "los medios culturales deben convivir con un nutrido ecosistema de opinadores de todo tipo, desde los outsiders a los low cost..."

"Los bloggers muertos no van al cielo", Hernán Casciari

VALENCIA. Hace poco más de un año, al filo de las vacaciones de verano, me encargaron la reseña (sic) de un ensayo sobre la muerte del periodismo, así a lo grande. Yo no tengo ni idea ni de la muerte ni del periodismo, y ambas variantes de lo metafísico me despiertan una misma reacción cuando tengo que hablar de ellas: el pudor, el temor y el aburrimiento. Pero porque soy ajeno, no porque desprecie demasiadas cosas.

Llevaba colaborando casi cinco años con ese periódico en cosas de libros (la variante metafísica que me liga al mundo) y, por segunda o tercera vez en poco tiempo, corría el rumor fúnebre de que el suplemento cultural semanal no volvería a aparecer en septiembre tras las vacaciones de julio y agosto. En la puerta de la redacción, mientras me entregaban con aires de clandestinidad el citado (sic) ensayo y me pedía una nota de urgencia con la que cerrar temporada cultural "como despedida, por si no nos volvemos a ver", uno de los grandes del diario (es decir, de sección "política") bajó de su despacho para irse al bar a comer y, por cosas de la vida, vino a saludarme. "Los periodistas somos la única profesión que se ha hecho el harakiri", me dijo como si me regalara el titular. Y enrolló el diario en forma de cilindro, se lo metió debajo del brazo y se marchó al bar. A día de hoy sigue siendo un grande (sic). Y ella también.

Aquel titular y aquel libro compartían temores: el periodismo digital acabaría con el periodismo en papel, los contenidos en abierto pondrían en riesgo la supervivencia de la profesión, el modelo de negocio sufriría un cambio tan espectacular que afectaría no solo a los contenidos sino también al propio rol del periodista (y a sus condiciones laborales, obviamente), y bla, bla, bla...

Porque todo esto son cosas que hemos escuchado y leído ad infinitum en los últimos años, no conviene repetirse. Pero con semejante diagnóstico y con la amenaza que se cierne sobre el periodismo cultural, ¿qué podemos (sic) hacer? Y es una pregunta trampa que en realidad esconde otra más difícil de responder: ¿qué debemos hacer?

He aquí siete puntos con los que poder encontrar tu respuesta:

PERIODISMO O CULTURA

No. Esa no es la cuestión. A menos que "periodismo" quiera decir "economía" y "cultura" quiera decir "periodismo", "cultura" y todo lo demás. Lo vendible es la lectura más superficial de algo muy noble, el interés. Y el interés es la lectura más superficial de algo muy complejo, la importancia. No es lo mismo responder a "qué interesa" que responder a "qué quiero que interese". Y es un peligro al que no debemos escapar.

RT, FAV O LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL SER

Con una fecha de caducidad tan perentoria en el periodismo, es difícil medir los niveles de impacto de los contenidos. Aspirar a una difusión masiva es lógico y del todo deseable, pero la capacidad de intervención (y más en el campo de la cultura) va más allá de la visibilidad. Y eso tiene que ver con la solidez.

¿PAPEL O PANTALLA? EL FORMATO MANDA SOBRE EL CONTENIDO

No. Es decir: sí. El lector de diarios digitales tiene menos capacidad de concentración. Más capacidad de dispersión. Más estímulos. Menos fidelidad. Más posibilidades de procrastinación. Más necesidad de ligereza. Quién sabe si todo esto es cierto. Lo que hay que preguntarse es qué forma de respuesta cabe dar desde el periodismo cultural (y es aquí donde se inserta el "no"): la superficialidad no tiene nada que ver con la ligereza ni con la frivolidad, que son cosas serias, ni mucho menos con la solidez. Obviamente.

CRÍTICA

Lejos del aristocratismo intelectual de otros tiempos, los medios culturales deben convivir con un nutrido ecosistema de pensadores y opinadores de todo tipo, desde los outsiders a los low cost, es decir, desde los buenos a los malos, pero sobre todo sabiendo que son muchos. "El crítico ya no puede aspirar a bendecir obras y autores como quizás en otro tiempo. [...] La crítica literaria tradicional solo puede contribuir a mejorar un debate en el que intervienen muchas más voces. [...] Y si no, corremos un peligro: en su afán por dominar la esfera de la opinión pública, la crítica literaria está acercándose peligrosamente a la nota de prensa como género"

EGO

Claro. Pero el ego no es importante como fin en sí mismo. Cuando buena parte del periodismo cultural (y no hablemos ya del periodismo literario, en el campo de la creación inmediata) se desarrolla en plataformas personales (blogs), o plataformas colectivas con un sello muy marcado (diario digital, blogs colectivos, páginas web, proyectos culturales en redes sociales), puede ser contraproducente pensar en marcas globales o genéricas y no en propuestas específicas. Es un juego entre el enseñar y el esconder, hablar de uno mismo y esconderse en sus palabras (hay quien lo llama "extimidad", o la intimidad expuesta), y en el periodismo cultural (de creación o no), la presencia explícita del autor jugará un papel cada vez más determinante.

PARA QUÉ SIRVE LA CULTURA

Para qué sirve el periodismo cultural. Y cada medio deberá dar una respuesta contundente. Si la respuesta es "para nada", harán bien en eliminar los suplementos y las secciones de cultura, porque la deriva equivale al vacío.

'NOUS SOMMES UN JOURNAL'

El 8 de febrero, la portada del periódico francés Libération respondía al proceso de restructuración de la empresa con el titular: "Nous sommes un journal", somos un periódico, no un restaurante, no una red social, no un espacio cultural, no un plató de televisión, no un bar, no un promotor de "start-up". La restructuración suponía reducción de plantilla y mayor atención a las tendencias en redes sociales, índices de impacto, etc. La respuesta desde la profesión fue reivindicar la profesión misma, y no entender ni primar los avatares económicos ni sus explicaciones. Porque solo defendiendo la profesión se puede negociar los espacios de legitimidad del periodismo y de la economía. Y también de la cultura.

En septiembre del año pasado, aquel suplemento cultural volvió a aparecer en prensa. Los funestos vaticinios no se habían cumplido. Pero cualquier cosa no vale, porque el ruido es la variante mentirosa del silencio.

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