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OPINIÓN / 'LA OPINIÓN PUBLICADA'

Tambor de fondo electoral y remiendos de última hora

GUILLERMO LÓPEZ GARCÍA. 06/07/2014

LA OPINIÓN PUBLICADA

Guillermo López García

Profesor titular de Periodismo de la Universitat de València
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El PP envía una propuesta de cambio electoral a menos de un año de unas elecciones municipales y autonómicas en las que, con el actual sistema, se arriesga a perder muchas comunidades autónomas y también muchos ayuntamientos importantes

VALENCIA. Esta semana, el PP ha sorprendido con una propuesta de cambio del sistema electoral en las elecciones municipales, basado en la asignación directa de la alcaldía a la lista más votada. Aunque no se ha concretado en absoluto la propuesta, todo indica que no se trataría de una elección a doble vuelta (en donde los dos candidatos más votados se disputarían la alcaldía en la segunda vuelta), sino de una votación como la actual, pero con un reparto diferente de la alcaldía (y, probablemente, también de los concejales) de cada municipio.

Como es notorio y evidente, cuando un partido político propone hacer cambios en el sistema electoral, su propuesta siempre va destinada a mejorar sus expectativas. Por supuesto, el cálculo electoral siempre se enmascara (con más o menos torpeza) detrás de ejemplarizantes principios democráticos; la propuesta siempre busca mejorar el sistema y hacerlo más democrático.

La cuestión es qué significa "más democrático". Para un partido minoritario, más democracia implica aumentar la proporcionalidad del sistema y eliminar trabas o dificultades en el reparto de escaños... al menos, mientras este partido continúe siendo minoritario. Para un partido mayoritario (generalmente beneficiado, en tanto mayoritario, por el sistema electoral, como es el caso de España), democracia se asocia con gobernabilidad y con el juego de mayorías, que aconsejarían elaborar cambios en el sistema electoral con el propósito de que, en efecto, el gobierno permanezca en las manos de quienes actualmente está.

Todo con tal de evitar la formación de coaliciones, insólitamente percibidas, según el argumento de la gobernabilidad, como antidemocráticas. Es esta, sin duda, una curiosa concepción de la política y de los votantes, que se resume en que hay votantes serios, razonables, que votan a los partidos serios y razonables, y otros irresponsables que, votando al partido equivocado, generan situaciones ingobernables.

En el pasado, el PP (y no sólo el PP; también el PSOE) ya se había distinguido por hacer propuestas que iban siempre en la línea de disminuir la proporcionalidad del sistema electoral (ya sea en el ámbito local, autonómico o nacional); pero no dejaba de resumirse en declaraciones esporádicas, poco trabajadas y meditadas, de dirigentes concretos. Pero aquí nos hallamos ante una propuesta emitida por el propio Mariano Rajoy, presidente de un Gobierno con mayoría absoluta, que podría incluso aprobarla en solitario.

Sin duda, el del PP es un Gobierno acostumbrado a enviar globos sonda; sonoras declaraciones o propuestas que hacen mucho ruido y que, generalmente, se olvidan poco después. Pero también envía esta propuesta a menos de un año de unas elecciones municipales y autonómicas en las que, con el actual sistema, el PP se arriesga a perder muchas comunidades autónomas y también muchos ayuntamientos importantes, dada su soledad en términos de alianzas (que, unos meses después, también puede aflorar tras unas Elecciones Generales en las que, previsiblemente, nadie tendrá mayoría absoluta, ni siquiera se acercará a ella).

El objeto de la propuesta de Mariano Rajoy, por tanto, no se le oculta a nadie: que el PP, que salió maltrecho de las Elecciones Europeas, pero aún como partido más votado, pueda garantizarse, merced a un sistema electoral mayoritario, unos ayuntamientos que difícilmente ganará con el actual modelo.

Si se confirma que el propósito del PP es implantar un sistema así en una sola vuelta, se trataría, sin duda, de una propuesta muy poco democrática, dado que en la situación actual es previsible que las mayorías oscilen en torno al 30% de los votos. Es decir: vencerían mayorías muy poco mayoritarias. Y también es una propuesta muy poco democrática en las formas: a pocos meses de las elecciones, y precisamente en el momento en el que se hace patente la erosión electoral de los partidos mayoritarios, y el peligro de la atomización electoral derivada de la pujanza de muchas propuestas electorales aparecidas en los últimos años como alternativa.

EL SISTEMA DE PARTIDOS, TEMEROSO DE LOS RECIÉN LLEGADOS

Detrás de este tipo de propuestas se encuentra el resultado de las Elecciones Europeas, que, a juzgar por la reacción de los distintos poderes públicos, han constituido todo un shock; en el PSOE y en el PP. Por tres factores interrelacionados entre sí: la irrupción de Podemos, por el importante desarrollo de una movilización ciudadana contraria al sistema de partidos que comienza a articularse y, sobre todo, por la fuerte erosión de PP y PSOE.

A ello es preciso reiterar que el PP apenas cuenta con potenciales aliados de cara a los próximos comicios, y menos aún para la elección de alcaldes o presidentes de comunidades autónomas que para revalidar su mayoría en el Gobierno español (donde no es descartable que el PSOE se avenga a la Gran Coalición, aunque sea una Gran Coalición menos grande que nunca). Y que, además, el sistema electoral aplicable en elecciones municipales y autonómicas otorga una menor prima a los más votados que en las elecciones generales. Por eso, el escenario electoral, si tomamos como referencia las Europeas, sería totalmente devastador, como muy bien queda reflejado en este artículo.

En resumidas cuentas: el Partido Popular busca salvar los muebles cambiando las reglas del juego en el último momento; pero como, para salvar los muebles, es preciso retorcer extraordinariamente dichas reglas, la propuesta que ha llegado a la ciudadanía (y que, en el colmo del cinismo, se presenta como una respuesta del Gobierno a las "inquietudes de los ciudadanos") resulta enormemente antidemocrática. Y, además, ni siquiera está claro que funcionase.

Paradójicamente, podría provocar el efecto contrario al buscado, que no es otro que desactivar posibles coaliciones postelectorales que dejen al PP en la oposición. En lugar de ello, podríamos encontrarnos con coaliciones preelectorales por doquier, que prefigurasen una hipotética segunda vuelta que el sistema no contempla. Porque el modelo propuesto penaliza tanto a los partidos que no sean la lista más votada que, en realidad, propiciaría la formación de coaliciones entre ellos; de hecho, casi obligaría a formarlas. Y reproduciríamos el mayor temor del PP (un PP con el 30% de los votos enfrentado a casi todos los demás partidos) no sólo en el Parlamento o en algunas autonomías; también en los ayuntamientos.

#PRAYFOR... ELECCIONES EN EL PSOE: PEDRO 'CHANGER' 

Estamos en la recta final de la campaña de los candidatos a la secretaría general del PSOE. Los militantes pueden disfrutar, en esta difícil hora del socialismo español, de un amplio abanico de propuestas rompedoras, que buscan redefinir los postulados de la izquierda del siglo XXI.

O, al menos, algunos candidatos. El outsider José Antonio Pérez Tapias, de Izquierda Socialista, se ha tomado el proceso como si fuese necesario, incluso imprescindible, hacer propuestas firmemente ancladas en los principios de la izquierda clásica. Programa, programa, programa. ¡Qué aburrimiento!

Por fortuna, los candidatos más renovadores no siguen esa misma estela. Así, Eduardo Madina nos ha sorprendido con una iniciativa, "Changer", que parece consistir en que los militantes se compren camisetas con un dibujo del rostro del candidato, se las pongan, se hagan fotos y las cuelguen en Twitter.

Pedro Sánchez, por su parte, ha respondido con una estrategia, desplegada en todas las entrevistas y perfiles que se le han hecho al candidato en los medios,: él es "el candidato de la carretera", que no deja de enfatizar hasta qué punto está recorriéndose España con su coche, con el que ha hecho miles de kilómetros en pos de afirmar los principios del socialismo, y con el que está tan cautivado que incluso detalla, en repetidas ocasiones, la marca y modelo: un Peugeot 407 SW.

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