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VALENCIA. Este redactor no posee los datos de incidentes relacionados en Madrid con la bandera republicana durante la proclamación de Felipe VI. No faltan imágenes de personas identificadas por la policía, agentes con banderas requisadas; ni tampoco testimonios de ciudadanos a los que la policía ha subido a su casa a quitarle la bandera o lo que fuera que podría "provocar" que había colgado en el balcón. Pero no hay datos como para afirmar que si no llega a ser por un cordón policial inspirado en la línea Maginot todo hubiese sido un mar de tricolores y la proclamación un bochorno. Sería una afirmación osada.

Sin embargo, lo que sí se vio claramente por televisión y por otros vídeos que han colgado presuntos agentes venezolanos en Internet es que en las calles no había mucho personal. Lo comentaban varios tuiteros: en un día normal, en Madrid hay más gente que cuando las masas toman la ciudad para aclamar a su nuevo jefe. Tendremos que convenir entonces que las masas monárquicas en España son masas Buitoni "finissima" para que te queden las pizzas crujientes.

Ya se vio el día anterior por la tele en la abdicación de Juan Carlos que el pueblo no estaba vibrando como con un acontecimiento deportivo o la visita de un cantante de rostro aniñado. No obstante, los líderes catódicos trataban de meterle emoción al asunto con calzador.

Pedro Piqueras dijo en su retransmisión en directo "¡Ahí tenemos la silueta del Rey Felipe VI!" El monarca tenía el sol en la espalda y, efectivamente, eso es lo que se veía. Pero el periodista insistía en que era sólo una silueta, pero era importante, "¡histórica!", que es una palabra que estos días ha llorado mucho en el mundo platónico donde habita. 

A continuación, el mismo Pedro Piqueras se refirió al Palacio Real como Alcázar de Madrid. A los naturales de esta ciudad nos han enseñado en las excursiones del cole que el Alcázar era una fortaleza que se quemó y sobre sus ruinas se levantó el Palacio Real.

Quién sabe si imbuido por el espíritu de la tradición que envuelve a la monarquía se puso a nombrar a los monumentos de Madrid por su nombre de hace varios siglos. Por cierto, que durante la Guerra Civil la calle Mayor que está al lado del Palacio/Alcázar se llamó calle Mateo Morral. Sí, aquel anarquista que le lanzó un ramo de flores-bomba a los reyes y mató a 24 personas porque rebotó en el tendido del tranvía. Pero éste no fue citado.

La retransmisión del acto de abdicación del jueves resultó tremendamente singular. Se leyó el mensaje de Juan Carlos que explicaba su decisión y ahí estuvo lo raro, que no lo leyó él, pero fue enfocado por todas las cámaras mientras se recitaba. Es decir, que aquello parecía, a menos que alguien busque una analogía mejor, un espectáculo de José Luis Moreno.

Llamó la atención que cuando el mensaje nombraba a Letizia, ésta se riera. Del mismo modo que cuando se refería a la Reina Sofía, pues la mueca era de otra clase. Entre el selecto público, estaban Rajoy y su esposa Viri, en lo que ya viene a ser una imagen frecuente: ambos permanecían sentados hieráticos y circunspectos.

Juan Carlos, visiblemente emocionado y tambaleante por su lesión de cadera cazando elefantes, firmó la abdicación con la cámara atendiendo a la estilográfica en un primerísimo plano. Luego un beso de Leonor le desequilibró y al caer a peso muerto en el sofá que tenía detrás se gastó toda la suerte que tenía asignada la selección por las leyes del caos y el demiurgo.

Zapeando, en TVE1 los tertulianos estaban repartiendo la droga dura y además a la hora en que los niños salen del colegio. Se dijo que los jóvenes españoles "prefieren una república no por nada, sino porque no han sido enseñados en el valor de la monarquía". Y lo decían como autocrítica en materia educativa. Entonces otro tertuliano le daba la razón: "Sí, si es que además los países más avanzados del mundo son monarquías". Imagino que entonces los niños dirían en casa ¿Marruecos? Y su madre contestaría: no, otras monarquías que anecdóticamente son países ricos con un buen reparto de la riqueza y servicios sociales muy desarrollados. 

En Telemadrid tuvimos comedia hilarante. Se denominó al himno nacional "símbolo auditivo de España". Hay casos de gente menos cursi y meliflua que ha muerto ahogada en su propia saliva. Y luego la comedia pasó a película de terror cuando un militar explicó que era muy importante señalar que el acto transcurrió con un busto detrás de Carlos I de España y V de Alemania que se llamaba El emperador dominando el furor, lo cual era muy significativo, muy simbólico, sostuvo, porque el monarca en la escultura estaba "cabreado", "rabioso", pero "conteniéndose".

En la proclamación de Felipe VI las frases que deberían ir acompañadas de un gong oriental fueron ya incontables. En TVE1 decía otro invitado de lujo experto en reyes: "¡Y mañana ya estará trabajando!". Luego se elogió el mérito que tenía saludar a 2.500 invitados uno por uno. Pero que Felipe y Letizia se prestaran a ello ha sido calificado de "impagable" en TVE1. Yo creo que algo sí que cuesta. Se puede consultar en los PGE si tal.

En Telecinco mientras tanto se habían dado cuenta de que el verde es el color de los monárquicos en España. Primera noticia. Por eso de que, explicaron, en tiempos de apocalipsis, caos, anarquía, sufragio universal y derechos de las mujeres, los partidarios del rey vestían de ese color queriendo decir 'Viva El Rey De España'. Servidor conocía la historia con el 'Viva Verdi' de los italianos, que era 'Viva Victor Emanuelle Rey de Italia'. En fin, muy amenos los monárquicos y los jeroglíficos en general.

De nuevo en Telecinco, antes de meterse en una tertulia que habrá acabado con el que subtitula para los sordos en el psiquiatra, han explicado que Felipe ha suprimido el yugo y las flechas del Guión Real, la bandera del rey, que es un símbolo que está ahí por los Reyes Católicos y no por el de la dialéctica de los puños y las pistolas, pero oiga, el marketing y el rigor histórico juntos son lo que Vogue llama "color block".

Para este momento, en las redes sociales ya había vídeos de ciudadanos reducidos por la Policía por llevar la bandera tricolor de la II República ya fuera en un asta o en una chapita. Mientras eso ocurría era triste por lo contradictorio que políticos socialistas o líderes de la UGT estuvieran bailándole el agua al monarca entre risitas. Sólo el milenario José María Aznar López parecía incómodo. No en vano, en TVE1 se permitieron el lujo de concluir: "Qué soso ha estado el presidente Aznar" sin que en Prado del Rey saltasen las sirenas de bombardeo.