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Draghi divide a la opinión pública europea

MANUEL ILLUECA. 11/06/2014

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

Manuel Illueca

Profesor en la Universitat Jaume I de Castellón e investigador del IVIE
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VALENCIA. El pasado jueves 5 de junio, Mario Draghi anunciaba un importante paquete de medidas para estimular el crédito a la economía real y combatir de manera preventiva los riesgos de deflación. En la conferencia de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno, el presidente del BCE aseguraba que la fragmentación del sistema bancario europeo todavía condiciona la incipiente recuperación de la zona euro.

De hecho, las estadísticas que maneja la autoridad monetaria europea indican que las empresas de los países periféricos encuentran más dificultades para acceder al crédito bancario, y que las condiciones pactadas en los contratos de deuda son generalmente peores en términos de plazo, coste financiero y garantías aportadas.

Lógicamente, los mercados han acogido con satisfacción el anuncio de Draghi, anticipando una subida generalizada de las cotizaciones ante el incremento previsto de la liquidez. Sin embargo, las reacciones en los medios de comunicación europeos han sido menos entusiastas. Los partidarios de las medidas sostienen que los bancos más afectados por la crisis todavía acumulan importantes desequilibrios que les impiden desarrollar la función primordial de canalizar el ahorro hacia la inversión. Los detractores señalan que la fragmentación del sector bancario europeo responde a los diferenciales de solvencia de las empresas, que obligan a los bancos del Sur a restringir el crédito para evitar un repunte de la morosidad.

Para evaluar la cobertura mediática de las medidas de Draghi, he revisado 24 editoriales y columnas de opinión publicadas en los principales medios de comunicación europeos y norteamericanos desde el 5 hasta el 8 de junio. En concreto, mi muestra incluye diarios de distintas tendencias ideológicas de Alemania (4), Austria (1), Reino Unido (4), España (2), Finlandia (1), Francia (3), Grecia (1), Holanda (1), Irlanda (1), Italia (2), EEUU (2) y Portugal (2).

Para objetivar el análisis, decidí aplicar un sencillo proceso de análisis de textos que me permitiera identificar el número de palabras con connotaciones positivas y negativas incluidas en cada artículo. En concreto, utilicé listados comúnmente aceptados de en torno a 2.000 y 4.000 palabras positivas y negativas respectivamente, y calculé para cada texto el ratio de palabras negativas por cada palabra positiva. Los resultados aparecen resumidos en el siguiente gráfico.




Claramente los resultados obtenidos varían en función del país de origen de la publicación. Los países de la periferia europea (PIGS) valoran positivamente la noticia señalando que sus sistemas bancarios se han visto más afectados por la crisis y que, por consiguiente, sus empresas registran mayores problemas de acceso al crédito. Sin embargo, en los países del Norte de Europa, el número de palabras negativas se dispara.

Se impone la visión de que la demanda de crédito solvente es más débil en la periferia debido a los excesos del pasado. Desde su perspectiva, aumentar la liquidez no mejoraría la situación porque las empresas sanas no quieren asumir más deuda. Al contrario, el equilibrio patrimonial de los bancos podría verse afectado si el crédito acabara desviándose hacia empresas poco solventes, provocando a medio plazo un repunte de la morosidad.

Curiosamente, la posición de la prensa francesa se sitúa más cerca de la de los medios de la periferia europea, sin que se observen diferencias relevantes en función de la línea editorial de las publicaciones. De hecho, las puntuaciones de Le Figaro, Le Monde y Libération son muy similares y claramente inferiores a las de los diarios alemanes. En cambio, la prensa anglosajona muestra un elevado escepticismo con respecto a las medidas adoptadas por el BCE, a pesar de que buena parte de ellas se inspiran en las aplicadas por la Reserva Federal y el propio Banco de Inglaterra.

En definitiva, los resultados indican que la opinión pública europea está profundamente fragmentada. Los países del sur necesitan comprar tiempo para acometer las reformas estructurales que precisan sus economías. Solicitan condiciones financieras favorables que permitan mitigar los costes de ajuste hacia un modelo productivo más sostenible. Por su parte, los países del norte desconfían de estas concesiones a los países del sur. Cuestionan la eficacia de las inyecciones de liquidez en el contexto de una crisis de balance, argumentando que estas medidas inhiben la voluntad de los gobiernos de acometer reformas estructurales.

En todo caso, aunque se proporcionan argumentos teóricos para justificar una postura u otra, parece evidente que lo que subyace en ambas posiciones es el inagotable debate sobre el reparto de los costes de la crisis. A nadie se le escapa que las medidas del BCE suponen una transferencia de riesgos desde los países más perjudicados por la crisis al Banco Central Europeo, de modo que algunos ven en ellas una mutualización de la deuda periférica por la puerta de atrás. Partidarios y detractores de estas medidas se esfuerzan por aportar argumentos económicos en favor de sus posiciones, pero evidentemente el debate tiene más connotaciones políticas que económicas.

En estas condiciones, la brecha que separa a la opinión pública de los distintos países aumenta cada día, mientras el proyecto europeo se debilita.

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

Manuel Illueca

Profesor en la Universitat Jaume I de Castellón e investigador del IVIE
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1 comentario

ZEN escribió
11/06/2014 14:35

Para mi lo que realmente es esperpentico y no admite debate entre el norte y el sur, es que el PSOE/PSPV presente candidatos como Madina y Diaz que necesitan aprender macroeconomía en dos tardes como ZP, y que no han trabajado en su vida en algo serio y productivo,teniendo cientos de profesionales de valía como Illueca.

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