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de madrid a fuentehermosa

Català, un alfil al centro del tablero

CARLOS AIMEUR. 30/05/2014 El nombramiento de la consellera como nueva portavoz se fraguó en los últimos días

VALENCIA. Miércoles once de las noche. Un miembro del equipo de la consellera de Cultura, María José Català, comenta con un allegado los movimientos en torno al Consell. "Parece que hay algo" "¿Y tu consellera?" "No sé nada. No te miento; no sé nada". "Pues sí no lo sabes tú...". Dos horas antes una persona del equipo del vicepresidente José Císcar lo comenta con un tercero. "Hay mar de fondo. Le he comentado al vice que circula que quiere dejar de ser portavoz y me ha mirado con cara de póker".

Dos candidatas, una elegida. Isabel Bonig fuera. María José Català sí. La decisión se comenzó a fraguar el lunes. El vicepresidente llevaba meses queriendo irse para centrarse en Alicante. Las elecciones obligaban a hacer algún acto, algún gesto. La jugada se preveía perfecta para el presidente Alberto Fabra ya que colocaba en primera línea a una de sus conselleras más incómodas, independientes y con predicamento en Madrid, un lugar al que le apetecía ir. Las bromas de García-Margallo en las convención del PP en Toledo llamándola "presidenta" en voz alta no sentaron bien en el Palau de Manises.

Situar a Català de portavoz, piensan algunos, es una buena solución. La consellera habla perfectamente valenciano, cosa que no sucede con el presidente. Tiene verbo y cierto predicamento entre los medios, es la chica buena, la joven prometedora. Asimismo, ahora el Consell se enfrenta a una de sus etapas más duras. La condena de Rafael Blasco, por su primer juicio, es sólo el prólogo a un año que va a estar salpicado por más escándalos judiciales que van desde Valmor hasta RTVV, con nuevo juicio pendiente, pasando por Gürtel, así como a los problemas de financiación que ni se han mitigado ni se mitigarán. El final de la legislatura del PP se prevé tan intenso como una montaña rusa y tan largo como una travesía en barco. La tormenta perfecta.

Se da la circunstancia de que Català es leal al PP hasta extremos poco recomendables para la salud. Eso lo sabía Fabra cuando le ofreció la portavocía. Ella asumiría responsabilidades cuando se le pidiese. A ella no le duelen prendas dar la cara. Cuando el presidente la sitúa en el estrecho espacio del Palau de Fuentehermosa lo hace a sabiendas de los riesgos. Fabra ha puesto a uno de sus alfiles en el centro del tablero y esa es una jugada peligrosa. Desde ahí el alfil puede hacer mucho daño, atacar, pero también puede caer en cualquier momento. Como movimiento, parece una decisión arriesgada.

"PUEDE QUE ALGUNOS DE USTEDES ESPERARAN MÁS"

El movimiento debía ir acompañado por el viaje de Serafín Castellano a la Delegación de Gobierno. Hasta que no se produzca este nombramiento el cambio en la práctica es mínimo; el gesto, banal. Fabra lo reconoció en su comparecencia este jueves. "Puede que algunos de ustedes esperaran más", dijo. Da la impresión de que da pequeños pasos en su Consell. Como si quisiera saltar y tirarán de él. Y su propuesta, más que un impulso a Català parece un empujón.

La consellera afronta el reto de la portavocía en un momento clave de su departamento. Le pilla con la comunidad educativa levantada en armas (¿cuándo no lo está?) por la sempiterna ausencia de recursos y las dificultades para la puesta en marcha de las líneas en valenciano. Cualquier propuesta es criticada. La última proposición, la del uso de tablets, ha provocado la respuesta airada de las asociaciones de padres, que la acusan de elitista. La perita en dulce que es la Cultura es ahora una manzana amarga, con la reconstrucción del IVAM, concurso incluido, en marcha, en medio del ERE del Palau de les Arts aprobado este jueves por nueve votos, el San Pío V cayéndose a trozos...

Por si fuera poco, la portavocía es un bombón envenenado. Las ruedas de prensa del Consell no son cualquier cosa. Prepararlas exige una coordinación exhaustiva con todas las consellerias. Hay equipos de asesores trabajando toda la semana. La anterior consellera de Cultura que fue portavoz fue Lola Johnson y tuvo problemas para sincronizar ambas tareas. Durante la etapa que compaginó la conselleria y la portavocía, poco más de un año, era tradición que los miércoles y, sobre todo, los jueves, se dedicara en exclusiva a preparar las comparecencias. No hacía comparecencias de Cultura, ni de Turismo en esos días, salvo contadas excepciones. Y Català, además de Cultura, tiene una de  las carteras más exigentes de todo el Consell, Educación, que junto a Sanidad absorbe buena parte del presupuesto del Consell.

LA CONCIENCIA DEL DEBER O ELLA NUNCA DICE 'NO'

En su libro de entrevistas con Alfred Hitchcok, François Truffaut se refiere a un personaje de 39 escalones, Mr. Memory, que muere por su conciencia de deber. Al personaje, que se dedica a contestar sobre un escenario cualquier pregunta que se le haga, se le inquiere durante un espectáculo sobre si sabe qué son los ‘39 escalones'. Él, por obligación profesional, "no puede negarse a responder" dice Truffaut, afirma que es una sociedad de espionaje. El jefe de los espías, que estaba en un palco, lo mata de un disparo. Català es como Mr. Memory. Su conciencia profesional le ha obligado a responder que sí. Este miércoles noche el presidente Alberto Fabra le preguntó si quería ser la portavoz del Gobierno y ella, no pudo negarse a responder, dijo sí.

Català dicen sus colaboradores más íntimos es "paciente". "La jefa tiene mucha paciencia", aseguran. Esa es una característica que ensalzan sus íntimos. No tiene prisa pero actúa sin pausa. Ella sabe por qué se le ha situado en ese puesto. No tiene miedo. Y quizás piense que no es mala opción.

El movimiento de Fabra era un sacrificio ajedrecístico para ganar una posición estratégica. Ahora quizás no tiene sentido pero no se rectificará. En la vieja política se considera que rectificar un error es peor que cometerlo. Por eso se ha seguido adelante con parte del plan inicial. El problema es que las elecciones europeas del domingo demostraron que la vieja política no tiene cabida hoy. Pero, como decía Kipling, esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

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