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ESCÉNICAS

Zaplana, Camps, Barberá...
Los políticos suben
a los escenarios

BEGOÑA DONAT. 14/05/2014 Con las elecciones europeas a la vuelta de la esquina, analizamos los debuts de Rita Barberá, Eduardo Zaplana, Francisco Camps, Adolfo Suárez y Santiago Carrillo en los escenarios. No hablamos de mitines, sino de puro teatro

VALENCIA. Compartía con el público de la última edición de la Berlinale el director del drama político House of Cards, Carl Franklin, que un miembro de su equipo técnico le había confiado cómo su padre, que trabaja en la Cámara de Representantes, adoraba la serie, pero advertía de que la realidad es mucho más dura que la ficción. Así y todo, guionistas de todo el mundo se han afanado y se afanan por sondear los entresijos de ambición, traiciones y corrupción que se sobreentienden al primer poder. También sucede en el teatro. En los últimos años, la convulsión política en nuestro país ha envalentonado a varios dramaturgos a recrear las cuitas y sinsabores de primeras espadas del ejecutivo nacional y local, pasado y presente.

En febrero de 1977, una reunión marcaría las bases del pacto de la Transición y la legalización del Partido Comunista en España. La compañía andaluza Avanti Teatro ha estado dramatizando en el Teatro Central de Sevilla y en el Teatro Español de Madrid aquella cita entre el entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, y Santiago Carrillo, por entonces líder de una organización ilegal.

El montaje no es una reconstrucción de los hechos, sino que se sirve de un episodio histórico para invitar a la reflexión sobre la realidad contemporánea. "La determinación fue huir de la imitación y de la caricatura, y reflejar, en cambio, el contexto y la psicología de esos personajes, tan presentes en la memoria colectiva. Tratamos de universalizar al máximo el conflicto, para huir de la fotografía. Hacer una personificación hubiera desdibujado la puesta en escena, el público se hubiera perdido en la similitud del trabajo de los actores y los personajes en la vida real", explica el actor que interpreta a Carrillo, Eduardo Velasco.

Después de la incertidumbre inicial que les provocaba la reacción del público, la compañía respiró con alivio al comprobar que los espectadores entendieron El encuentro "como lo que es, una invitación al diálogo de la clase política y de la sociedad española".

En los coloquios posteriores a la función, el equipo comprobó que la obra no sólo activaba los recuerdos de la gente mayor que vivió aquel momento histórico, sino que jóvenes de entre 18 y 20 años se quedaban a debatir.

A VUELTAS CON LA TRANSICIÓN

"Necesitamos iniciar otra transición, porque la crisis que vivimos no sólo es económica sino también social y política. El orden mundial está totalmente dominado por los mercados y eso infuye en la vida diaria de las personas. Las nuevas generaciones afrontan más de un 50 por cierto de paro, viven en casa de sus padres sin poder independizarse o expulsadas de este país en un exilio que nadie quiere para buscar trabajo. El Estado les está dando la espalda. La juventud ha de tomar el control de España y proceder a profundas reformas en la Constitución y en el modelo social, abordar mejores caminos", argumenta Velasco.

Para espolear ese empoderamiento, Avanti Teatro ha desarrollado un cuaderno didáctico con el fin de que los alumnos accedan a un dibujo fidedigno del proceso de Transición en tres horas lectivas o extralectivas. La compañía inicia ahora una larga gira con el montaje por nuestro país.

El caso de El encuentro no es único. En la primavera del año pasado, el Centro Dramático Nacional, las compañías L'Om-Imprebís, Teatro Meridional y Teatro del Temple sumaban fuerzas para subir a escena Transición.

La enfermedad neurológica que aquejaba entonces a Adolfo Suárez, sirvió a los autores del texto, Alfonso Plou y Julio Salvatierra, para establecer un paralelismo entre las lagunas de la memoria individual y la colectiva. 

En palabras de los dramaturgos, la obra quería "evitar el planfleto,  la biografía, el documental o la obra de tesis" y, en su lugar, "sugerir, abrir interrogantes, despertar recuerdos...".

El valenciano Antonio Valero, que aportaba humanidad en el montaje al que fuera presidente del ejecutivo español entre 1976 y 1981, advertía durante la rueda de prensa en el Teatro Talía de la talla de los personajes implicados en aquel episodio histórico. "Con el tiempo, la figura de Adolfo Suárez, al igual que la de Santiago Carrillo, se ha engrandecido. Hasta el Rey, ahora tan cuestionado, tuvo una gran importancia para que España fuera un país democrático". Y lamentaba "la paradoja de que el consenso, tan necesario hoy en día entre los partidos, fuera enterrado en aquel momento".

DESPIERTA, VALENCIA

A finales de 2010, un nutrido grupo de profesionales teatrales valencianos echaba también la  vista atrás con miras a provocar una reacción en el presente, pero no subrayaban un momento de cambio, sino una doliente injusticia. En julio de 2006, Valencia vivía el accidente de metro más grave de Europa, con un balance de 43 personas fallecidas. A fecha de hoy, todavía no ha habido asunción de responsabilidad política ante la magnitud del siniestro.

En una de las concentraciones semanales que la Asociación de Víctimas del Metro 3 de julio, el dramaturgo Josep Lluis Sirera ofreció su talento al colectivo. El resultado fue Zero Responsables, donde más de 40 trabajadores de las artes escénicas clamaban a una contra la falta de asunción de responsabilidades políticas. La obra se estrenó en verano, a pesar de las intenciones de censura por parte del Gobierno valenciano.

Entre las escenas que integraban esta pieza colectiva, había una, titulada Paco e Isabel que subía a las tablas al entonces president, Francisco Camps, y a su esposa. "Vivimos aquello con inconsciencia, no nos atuvimos a las consecuencias que pudiera tener hablar de un personaje político tan activo en el momento en el que escribimos el texto -reconoce la dramaturga y actriz castellonense Begoña Tena, coautora de la pieza junto a Paco Zarzoso-. A través de la Asociación conocimos detalles del accidente escondidos a la población. Y esta documentación nos impulsó a hablar con libertad de Camps".

Ni el ex presidente del Consell ni su señora eran citados por su nombre en el transcurso de la obra, aunque el espectador resolvía cuatro al sumar dos y dos. Los dramaturgos extrapolaron el Macbeth de Shakespeare a la idiosincrasia valenciana, con un Camps atormentado y lleno de dudas y dolor.  "Partimos de un texto clásico para trabajar la tragicomedia y como consecuencia convertimos a nuestro Camps en un elemento patético", detalla Tena.

La dramaturga, que acaba de dar un cambio de tercio y estos días representa su primera obra de teatro para bebés, Volcán azul, en el Festival Cabanyal Íntim, resalta la gran aceptación y arrope que el público brindó a Zero Responsables, pero critica la repercusión sensacionalista en los medios.

"Era un montaje muy dramático, abordaba una tragedia muy grande, pero al reírnos de estos personajes públicos, por mucho que se tratara de risas amargas, se produjo una catarsis y los espectadores agradecieron poder visionar la podredumbre de sus representantes", describe la autora.

Tena lamenta las escasas ocasiones que se le presentan al pueblo valenciano para reírse de sus políticos, y cita el caso contrario de Catalunya, donde programas de la televisión autonómica como Polònia o compañías como Els Joglars han incidido en la parodia política de sus gobernantes.

El dramaturgo Xavi Puchades coincide con ella. "Me pregunto porqué no hacemos más series de televisión y obras de teatro sobre nuestros  políticos. Disponemos de un abundante material periodístico, psicológico y humano ligado a los altos cargos que da para hacer buenas historias y reflexionar sobre la realidad que estamos viviendo", reflexiona.

La única excepción, destaca, es la de su tocayo Xavi Castillo, un revulsivo de la escena teatral reciente con sus sátiras para un sólo actor y su estopa para toda figura pública polémica reciente. Del Papa a Rita, pasando por Camps, Ricardo Costa o Alfonso Rus.

A diferencia del trabajo de Pot de Plom, igualmente necesario, 'El mentider'pero enraízado en la parodia, los dramaturgos citados en este reportaje optan por el análisis de la psique de los hombres y mujeres que rigen nuestros destinos.

Este año pasado, Puchades tomó el guante lanzado por el actor Àngel Fígols para escribir un monólogo sobre la compasión, pero le dio un vuelco a la propuesta. "El mentider es una obra que busca despertar ese sentimiento por una persona pública que no la inspira", destaca el autor de un texto que, a partir del popular juego de dados, indaga en la mente de Eduardo Zaplana.

ESPECULAR CON LAS CONCIENCIAS

Como en el caso de Paco e Isabel, durante la representación de El mentider no se menta al político en torno al cual gira la acción. Pero, aclara Puchades, "sí hay rasgos biográficos de su relación con Benidorm y pinceladas de sus mitines que van descubriendo la identidad del protagonista al espectador".

La obra es un descenso a los infiernos en el que el personaje retratado recapacita sobre sus actos. El mentider se estrenó en noviembre en formato de cápsula en la programación 'mini' de la Rambleta, para más tarde pasar por el Miniteatro en el edificio del Rialto. También ha estado programada en Microteatre València y en la Sala Ultramar. En los tres casos se ha tratado de espacios reducidos, donde la proximidad con el actor fomentaba el desasosiego del público.

"Son 15 minutos de una gran intensidad teatral -detalla Puchades-. Y lo que llama la atención es tener a Fígols a una distancia tan corta y con un argumento tan tenso. Es un viaje muy duro, donde juego a provocar una risita inquietante: me gusta hacer reír pero al mismo tiempo dar un mal rollo generalizado".

Durante un tiempo, el dramaturgo valenciano estuvo acariciando la idea de extender la duración de la pieza con un final scifi en el que Zaplana era abducido por un ovni y se iba a otros mundos. "Hubiera sido una metáfora del mundo paralelo en el que vive la clase dirigente. Zaplana es alguien que siempre me ha generado mucha intranquilidad e interés en su forma de dedicarse a la política. Es uno de peores modelos de la política reciente, de aquellos que creen vivir en un mundo aristocrático, de patéticos nuevos ricos, distanciados de su papel real. En  Valencia hemos vivido el proceso de auge y decadencia que se vivió del siglo XVI al XVIII, pero de manera muy rápida", argumenta Puchades.

Curiosamente, cuatro meses después, entre las cápsulas de Miniteatro de la programación de marzo, se estrenaba una experiencia análoga. En este caso era una actriz la que pedía a un dramaturgo valenciano que le escribiera un monólogo, y de nuevo, el autor se veía impelido a descifrar la cabeza inescrutable de un político insignia de la era horribilis de la política valenciana. En Ya no vestiré más el rojo en la España azul, Víctor Sánchez Rodríguez plantea la posibilidad del fin de los días en el poder de la largo tiempo alcaldesa de Valencia. La intérprete Silvia Valero se ceñía los atavios de Rita Barberá.

"Nos propusimos un planteamiento diferente al habitual con este personaje, siempre tratado desde la farsa -desarrolla Sánchez Rodríguez-. Hemos intentado desgranar ese icono de la política valenciana y de la sociedad, partiendo de las antípodas, desde el asombro, porque no somos personas de derechas y nos cuesta entender cómo el programa de esta mujer ha conseguido tantos adeptos elecciones tras elecciones".

El texto alude a las consecuencias personales de una pérdida de las elecciones del bando popular en el Consistorio valenciano. "Más allá de Rita Barberá, nos preguntamos cómo encararía su vida una persona que ha pasado 30 años en el poder ,y las conclusiones a las que llegamos no alejaban a Rita de cualquiera de nosotros".

Como en los ejemplos anteriores, la actriz no buscó realizar una imitación del personaje real. A la pareja le interesaba más Barberá como abstracción. La reacción del público fue dispar, con casos de espectadores que sentían rechazo de principio a fin, y de otros que se sorprendían empatizando. "Reírse de los políticos y, más todavía, de los que tenemos en Valencia, es absolutamente necesario, pero nuestro juego dramatúrgico consistió en buscar una identificación con ese talante dictatorial y fanático". 

El próximo 16 de mayo el monólogo está programado en un acto cultural de la formación política Podemos en Sagunto. Su autor está trabajando en que Ya no vestiré más el rojo en la España azul forme parte de una trilogía sobre la situación política valenciana.

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