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CRUZ SIERRA. 23/03/2010

(Artículo publicado en diario Levante-EMV el lunes 22 de marzo de 2010) 

VALENCIA. Quedan dos telediarios, menos de un mes, para que Arturo Virosque abandone su reinado sobre la Cámara de Comercio y se inicie un proceso de sucesión que si no se producen sorpresas de última hora conducirá al empresario José Vicente Morata al frente de tan sensible institución. Finaliza así un largo periodo de dominio absoluto -"tiránico" lo califican algunos- sobre la organización por parte de un empresario 'de los de antes'. Hecho a si mismo, Virosque supo suplir su falta de formación con tesón y trabajo.

Adicto al poder y poco dado a delegar, sus continuas salidas de pata de banco no le impidieron figurar como un dirigente cómodo para la Generalitat, a quien nunca osó oponerse pero sí meter en apuros. Bajo su mandato la Cámara de Valencia ha vivido su etapa de mayor esplendor económico, circunstancia debida más bien al floreciente contexto económico -booms, burbujas, etc- que a la gestión personal del viejo león de la calle San Vicente.

A él, eso sí, le deberá la Cámara la consolidación de un importante patrimonio inmobiliario que ha llegado a establecer hasta tres sedes propias en tres respectivos edificios singulares, todos propiedad de la institución. Mientras las grandes corporaciones españolas y mundiales se deshacían de sus activos inmobiliarios -sedes, redes de oficinas, etc- durante los últimos años, la Cámara de Comercio de Valencia, fiel a esa idiosincracia tan española ha caminado en dirección contraria acumulando edificios y sedes. El tiempo dirá quién ha acertado.

De puertas adentro, Virosque se va sin dejar atrás demasiado corazones rotos entre una plantilla que ha dirigido durante lustros con guante de acero en mano de hierro. Sin concesiones, así ha gobernado Virosque un equipo preparado y muy profesional, pero que con el paso de los años ha ido adquiriendo ciertos usos y costumbres funcionariales, tal vez por la falta de perspectivas mientras el 'boss' marcara el rumbo de la casa. Ahora y como colofón a su carrera, es posible que el veterano empresario reciba la presidencia de una fundación, aunque resulte discutible que en estos tiempos de austeridad sea necesario otro destino para él más que su pase liso y llano a la reserva con todos los honores. Virosque ha cumplido su misión (sea cual fuera ésta), finalizado un ciclo y tal vez eso debiera bastar.

LA INCÓGNITA MORATA. Ahora llega el momento de mirar hacia delante y estudiar cuál va a ser el papel de la Cámara en una etapa de crisis severa, con miles de pequeñas empresas y empresarios atascados en un cenagal de falta de financiación, bajo consumo, escasas perspectivas y una clase política más pendiente de resolver sus propias opciones que de crear un entorno favorable para la vida empresarial.

Morata será, todo apunta a ello, el encargado de pilotar esta nueva situación, extremadamente delicada para el empresariado de la provincia. Llega con ganas y se encuentra perfectamente acolchado por patronos y grandes empresarios. Cuenta con el apoyo de la organización decisoria en este ámbito territorial, la CEV de José Vicente González, y con el del empresario número uno de la Comunidad, Juan Roig. Se mire como se mire, dos excelentes garantías de calidad.

El 'estilo Morata' es una incógnita. Está sabiendo medir a la perfección sus tiempos evitando realizar declaraciones precipitadas, 'salir' en las fotos o dando por hecho una posición, la de presidente cameral en ciernes, que aún debe ser refrendada por el resto de sus colegas en las próximas semanas. Rechaza que aludan a su persona como presidente in pectore y mantiene un perfil bajo en sus relaciones con los medios. Es obvio que está siguiendo a rajatabla el manual del buen político.

Y es esta manera de ser y estar la que ha servido para que algunos dirigentes consideren que se avecina una etapa muy política bajo el mandato Morata. No se equivocarán mucho, seguramente. En la casa le espera una bicefalia que si hasta ahora ha convivido discreta y educadamente bajo el manto del poder total de Virosque, en la nueva etapa puede deparar ciertas emociones.

LA TRIBU. Existe cierta expectación por el papel que en el futuro desempeñen por un lado el director general de la institución, Fernando Zárraga, un correoso ejecutivo profesor de Dirección de Empresas que durante años se ha fajado a doble banda y con mucha habilidad entre el reivindicativo comité de empresa de la Cámara y los modos autárquicos de Virosque. Zárraga era el indiscutible número dos de la casa hasta que fuera nombrada como secretaria general de la entidad Ana Encabo, ex alto cargo de la Generalitat (secretaria autonómica de Empleo) que desprende cierto aroma político zaplanista y esposa del ex conseller Luis Fernando Cartagena, un político brillante y de larga trayectoria amortizado tras sus conflictos judiciales pero que nunca ha perdido su 'movilidad'. Cartagena forma parte de la misma tribu empresarial que Morata, agrupada bajo la alargada sombra de Juan Roig.

De salida podría parecer que existe indudable feeling personal, profesional y político entre Morata y Encabo, lo cual se traduciría en un ascenso de ésta a posiciones con mayor rango ejecutivo y, por tanto, más influencia en la casa. Sin embargo, Zárraga es quien conoce al dedillo los resortes de la casa y su funcionamiento cotidiano, lo cual es una garantía de eficacia justo en unos momentos en los que no se debe prescindir de ningún potencial.

La Secretaría General ha sido tradicionalmente un área más representativa y protocolaria que ejecutiva, función ésta reservada a la Dirección General. Pero será el todavía enigmático José Vicente Morata quien, si se confirman los pronósticos que le sitúan en la presidencia de la Cámara, deba resolver tan enjundiosa papeleta. Será su primera prueba del algodón y, de algún modo, una primera vara con la que medir el carácter de una era que se va a iniciar muy pronto en la calle Jesús, a partir del próximo y republicano 14 de abril.

(Mientras llega ese momento se están produciendo alguna que otra escaramuza por el camino por ver quién se aúpa a los puestos de foto y quién representa a quién. Entre las más vistosas cuentan del pulso entre Manuel Palma y Eloy Durá por coger una vicepresidencia, ambos en representación de los concesionarios).

GERARDO CAMPS. Ayer saltó de nuevo a la palestra el conseller intermitente Gerardo Camps. Ofreció lo mejor de su habitual repertorio en un discurso suelto, confiado y como siempre, alejado de la realidad. Todo un clásico. Aseguró con soltura y sin complejos que el Gobierno debe aprender de la política económica valenciana ya que la Comunidad es, vino a decir, modélica en cuanto a endeudamiento y empleo.

También anduvo 'fino' cuando afirmó con desparpajo que él va a "donde le mande el presidente Camps" y que el asunto Gürtel no tuvo nada que ver con el arrinconamiento de los socialistas en las cajas, así como otras varias mentirijillas como puños. En fin, en todo caso nos congratulamos del retorno del conseller (¿o es que nuca se fue?).

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