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'Moliere en bicicleta'; un canto a la amistad y a la magia del teatro

ALICIA GARCÍA DE FRANCISCO . 25/04/2014

MADRID (EFE). El texto de El Misántropo de Molière le sirve de excusa al realizador francés Philippe Le Guay para realizar un sutil retrato de la amistad entre dos hombres, pero también de la soledad en un paisaje maravillosamente triste como es el de la isla de Ré, que "envuelve" la historia con delicadeza.

Una historia que surgió a partir de la amistad que el director mantiene con Fabrice Luchini, el protagonista del filme, que conoce la obra de Molière de memoria y que lleva trabajando en ella desde hace más de 30 años, como explica Le Guay en una entrevista con Efe con motivo del estreno este viernes en España de Molière en bicicleta.

Un día que actor y director estaban juntos, Luchini "comenzó a recitar" el texto de Molière, interpretando a Alceste. "Y en ese momento tuve una visión casi mística de un filme en el que un actor ensayaba solo en una isla". Ese fue el punto de partida para poner en marcha una película que narra cómo un prestigioso actor, Serge Tanneur (Luchini) vive retirado en una casa medio en ruinas en la isla de Ré, un tradicional lugar de vacaciones de la costa Atlántica francesa.

Hasta allí llega Gauthier Valence (Lambert Wilson), un actor muy popular por una serie de televisión, que intenta convencer a su viejo amigo Serge para que interpreten juntos una nueva adaptación teatral de El Misántropo de Molière, la obra que retrata la soledad y el aislamiento por elección.

Conocido en España por Las mujeres de la sexta planta, filme por el que Carmen Maura ganó el César a la mejor actriz secundaria, Le Guay demuestra en su nuevo filme que es un maestro de las escenas de interior, pero sorprende con sus secuencias exteriores, ayudado por una paisaje que se convierte en un personaje más de la historia.

"Sabía que era un filme con muchas escenas de interior y quería que cuando los protagonistas salieran hubiera un paisaje impactante, con mucho mar y cielo, algo que les envolviera", explica el realizador. Un paisaje, el de la isla de Ré, que conoce muy bien porque es donde veranea desde hace 30 años, al igual que Luchini, que tiene una casa allí. Un lugar que en verano se llena de "gente muy snob, como actores y escritores", relata divertido el realizador.

Pero que en invierno es solitario y es cuando se puede apreciar mejor su belleza y su encanto, además de ser el escenario perfecto para el reencuentro de dos amigos, con sus carreteras solitarias y sus playas apacibles y serenas. Ahí construyen una intimidad en la que solo dejan entrar a Francesa (interpretada por la italiana Maya Sansa), una mujer en pleno divorcio.

Sansa, una cara habitual en el cine de Marco Bellochio, aporta un toque de realidad en el mundo teatral de los dos actores, en cuyo proceso de creación es en el que se detiene con preciosismo el realizador. Porque esa era su idea al montar esta película, mostrar a dos actores trabajando, ver cómo en los ensayos se apropian de un texto, un momento "muy cinematográfico" a juicio de Le Guay, que considera muy interesante enseñar el proceso que lleva al resultado que los espectadores ven.

En esos ensayos se desarrolla un paralelismo entre la obra de Molière y la historia de los protagonistas del filme. La amistad de Alceste y Filinto se confunde con la de Serge y Gauthier y se establece un juego de espejos pero con reflejos diferentes, en el que toman parte algunos personajes tan divertidos como el encarnado por la joven y bellísima Laurie Bordesoules, que encarna a Zoe, una chica que quiere ser actriz... porno.

En el filme, Serge es un hombre que sufre pese a haber elegido la soledad. Es, explica Le Guay, como "los niños que juegan a esconderse esperando que alguien venga a buscarles, pero el tiempo pasa y se quedan en el armario solos y no viene nadie. Luchini (En la casa) es como un niño que espera que le encuentren".

Una historia en la el peso recae sobre los dos protagonistas y si Luchini estaba claro desde el primer momento, Wilson fue una elección evidente para el director porque "tiene mucho humor, encanto, carisma y belleza y al mismo tiempo es capaz de reirse de si mismo", un perfecto contrapeso para Alceste.

Con más de dos millones de espectadores en el país vecino, Molière en bicicleta llega a España con la intención de lograr emocionar a los españoles con una "inmersión en la Francia de Molière y en la Francia de hoy", según su director.

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