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PANEL DE OPINIÓN / GOBIERNO DE CONCENTRACIÓN PP-PSOE

Alianza PP-PSOE:
'suicidio' socialista en la Comunitat, pero una vía posible en España

VALENCIAPLAZA.COM. 23/04/2014

Profesores, empresarios, abogados y analistas opinan sobre un posible gobierno de concentración o de un gran pacto entre los partidos

VALENCIA. El ascenso de los partidos minoritarios se ha convertido en una de las principales preocupaciones para PP y PSOE en los últimos meses. La pésima gestión de la crisis en la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero y la política de recortes económico-sociales acometida por Mariano Rajoy desde el inicio de su mandato, ha sumido al electorado en una fase de creciente desapego ante las grandes formaciones. Un rechazo que se hace más patente cada vez en los sondeos y que invita a dudar sobre si el bipartidismo establecido en España está tocando a su fin.

Con este escenario, no resulta extraño que algunos analistas y medios de comunicación hayan activado el discurso sobre la posibilidad de que se produzca una gran alianza entre 'populares' y socialistas para, según señalan, garantizar la gobernabilidad: ya sea a través de pactos puntuales o de un gobierno de concentración- Una tesis que suena en el ámbito estatal pero que también ha sonado para la Comunitat Valenciana e incluso, en forma de alianza en el Parlamento Europeo para la lucha frente a los euroescépticos.

Así, ValenciaPlaza.com ha consultado sobre estos posibles acuerdos a diversos profesores, empresarios, analistas y politólogos como Cecilio Tamarit, Guillermo López, Manuel Illueca, José Vicente González, Aida Vizcaíno, Eleazar Gallardo, Jordi Bataller y José Morgan. En general, la opinión de estos expertos apunta a un escenario "muy difícil" de pacto en la Comunitat Valenciana, pero una opción mo descartable en lo que se refiere a la política nacional así como la coincidencia de la complejidad de la política europea para este tipo de alianzas. A continuación, reflejamos las diferentes opiniones a esta cuestión principal:

¿Qué opinión tiene sobre la hipótesis de una gran alianza o gobierno de concentración y que efectos positivos y/o negativos podría tener sobre la vida de los ciudadanos, del país en su conjunto y de los propios partidos?".

GUILLERMO LÓPEZ. Profesor titular de Periodismo de la Universitat de València

Guillermo López

Distinguiría los posibles acuerdos legislativos que puedan darse en el Parlamento Europeo de la hipótesis de la "Gran Coalición" que está manejándose para el contexto español. Esta es una hipótesis que ha sido lanzada por varios medios y analistas, fundamentalmente próximos al PP, pensando en un escenario ingobernable tras las próximas Elecciones Generales.

Ingobernable, sobre todo, desde el punto de vista del PP, que merced al desarrollo de postulados independentistas por parte de la derecha catalana (y vasca, aunque haciendo menor ruido) tiene muy difícil revalidar pactos con los partidos nacionalistas. En cuyo caso, asumiendo que es casi imposible revalidar la mayoría absoluta, al PP sólo le quedarían dos opciones: un pacto con UPyD o una "Gran Coalición" con el PSOE. En determinadas circunstancias (si no salen las cuentas con UPyD, o este partido se niega a arriesgarse a un "abrazo del oso" del PP), tal vez sólo le quede esta última opción. Así que está claro por qué desde el PP están interesados en esta hipótesis.

La cuestión es: ¿le interesa al PSOE? Lo dudo mucho. El desgaste electoral del PSOE se ha producido no sólo por su gestión de la crisis, sino por su alejamiento de diversos postulados básicos de la izquierda. Porque se ha asentado en muchos votantes la idea de que PP y PSOE son lo mismo. Si el PSOE intenta presentarse como una alternativa de gobierno y luego se presta a ese juego, el desgaste electoral del PSOE puede ser mayúsculo. 

En la Comunidad Valenciana, por último, me parece evidente que dicho escenario es mucho más inverosímil, porque aquí llegaremos a las elecciones tras veinte años de gobierno ininterrumpido del PP, y con la constatación de su fracaso. La estrategia electoral del PSPV, se ha enfocado mucho más claramente como alternativa al PP. Se ha instalado también la idea, en muchos votantes de los partidos de la oposición que lo primordial en estas elecciones es echar a quien ahora gobierna. Un movimiento del PSPV para apuntalar al PP sería directamente suicida. Otra cosa es que el PSPV, en determinados escenarios postelectorales, juegue con la "geometría variable", pacte con UPyD, o sólo pacte con IU, ... Pero de ahí a una Gran Coalición valenciana hay un trecho muy grande.

CECILIO TAMARIT. Cátedra Jean Monnet. Universitat de València

Cecilio Tamarit

En mi opinión, la posible configuración de una coalición de gobierno o, al menos, la existencia de un pacto en políticas de Estado entre los dos principales partidos políticos puede ser un elemento positivo que contribuya a la estabilidad y al desarrollo económico y social. De hecho, creo que dicho acuerdo llega ya tarde. Desde el segundo gobierno Aznar, el impulso reformista necesario para hacer frente al nuevo contexto económico que constituye la unión monetaria había quedado muy rezagado. Desde 2004 la convivencia política se ha ido deteriorando y no parece posible encontrar acuerdos ni en los temas donde el sentido común y los aspectos técnicos podrían fácilmente conducir a ello. Sólo la necesidad de un rescate parcial de la economía española en 2012 condujo a un acuerdo rápido para suscribir el Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza y los cambios constitucionales necesarios para ello. 

La recuperación económica que empieza a atisbarse desde finales de 2013 es muy tenue y presenta una gran fragilidad. La evolución de nuestro entorno económico más cercano, posibles conflictos geopolíticos o militares en Europa, la desaceleración de las economía emergentes y, sobre todo, una evolución de las finanzas públicas en el filo de la navaja en diversas economías de la Unión Monetaria (entre ellas, España) pueden llevar al traste fácilmente con la incipiente recuperación. En el mejor de los casos, si la recuperación se consolida, sería necesario llevar a cabo un programa de reformas estructurales profundo y, para ello, el consenso político sería una gran baza.

JOSÉ VICENTE GONZÁLEZ. Presidente de Cierval

José Vicente González

Siempre hemos sido partidarios de pactos, bien sean de estado o autonómicos, entre los dos grandes partidos sobre algunos temas fundamentales. En el ámbito estatal estos pactos deberían abarcar como mínimo asuntos tales como la reforma, simplificación y reducción de las Administraciones Públicas; educación, financiación de las autonomías y las modificaciones que fuera necesario hacer para que todas las CCAA se sintieran cómodas en el estado, sin excluir "a priori" reformas constitucionales. A estos grandes acuerdos nacionales deberían añadirse otro relativo a la política económica y laboral en el que deberían participar las organizaciones empresariales y sindicales más representativas al estilo de los Pactos de la Moncloa.

En la Comunidad Valenciana a estos pactos debería añadirse otros sobre la exigencia al estado de una financiación justa equivalente como mínimo a la media nacional per cápita. La condonación total de la deuda acumulada en los últimos años como consecuencia de la infrafinanciación y / o una condonación parcial de la deuda con un plazo de devolución del resto de 25 o 30 años a un tipo de interés reducido. Además, las inversiones regionalizables del estado en la CV al nivel del promedio nacional per cápita.

La puesta en marcha de una reforma del modelo económico de la CV con el acuerdo de organizaciones empresariales y sindicatos. Los pactos deberían estar abiertos a otros partidos políticos que quisieran suscribirlos.

Estos pactos podrían materializarse con la formación de gobiernos del tipo de Gran Coalición alemana o simplemente formalizando el compromiso. Uno u otro sistema dependerá de la voluntad de los ciudadanos en las urnas y de la interpretación que los grandes partidos den a los resultados electorales. En cualquier caso los pactos son necesarios para mejorar la vida de los ciudadanos muy castigados por los efectos de la crisis.

MANUEL ILLUECA. Profesor en la Universitat Jaume I de Castellón e investigador del Ivie 

Manuel Illueca

Los principales diarios del país parecen apostar por la posibilidad de un gran acuerdo vista la relajación de la tensión política que se transmite a diario. De hecho, la crispación de la vida pública española forma ya parte de un pasado más o menos lejano, en el cual Partido Popular y Partido Socialista se disputaban el 85% de los votos. A día de hoy, ambas fuerzas mayoritarias apenas representan al 60% del electorado.

Los partidarios de una Grosse Koalition a la alemana nos aseguran que, si España aspira a profundizar en las reformas económicas, el pacto PP-PSOE es la única opción posible. El argumentario es de sobra conocido: las medidas de austeridad e impulso de la competitividad que todavía precisa nuestra economía solo serán factibles si ambos partidos comparten el inevitable desgaste electoral derivado de las mismas. El círculo se cierra con la apelación al fantasma de los mercados de capitales, siempre favorables a una solución que proporcione estabilidad política y, sobre todo, que garantice el reembolso de la deuda.

Sinceramente, no soy muy partidario de este tipo de planteamientos. En primer lugar porque el actual partido en el gobierno cuenta con un respaldo parlamentario suficiente para acometer las reformas que la economía española precisa. No creo que, tras un pacto con el PSOE, el apetito reformista del Partido Popular tienda a aumentar significativamente. Y en segundo lugar, porque el pacto PP-PSOE reforzaría la idea de que la democracia española excluye a una parte importante y creciente de la población, que opta por opciones políticas minoritarias. El pacto sería percibido por buena parte de la sociedad como una estrategia defensiva del status quo actual. Con toda probabilidad los partidos minoritarios se radicalizarían, con consecuencias impredecibles si la recuperación económica acaba siendo más lenta de lo esperado.

AIDA VIZCAÍNO. Socióloga y politóloga. Profesora en el departamento de Derecho Constitucional y Ciencia Política de la UV. Directora de Eixam Estudis Sociològics

Aida Vizcaíno

En clave estatal, el pacto entre los dos partidos mayoritarios sería difícil de imaginar para los votantes de ambas formaciones, pues ¿cómo se presentarían los socialistas ante su electorado si pactasen el gobierno con los conservadores? La teoría politológica nos dice que no se debe abandonar al propio electorado en la búsqueda de los electores de otros. Por tanto ¿qué credibilidad ideológica tendría un partido que comparte gobierno con sus grandes rivales? Y sobre todo ¿cómo gestionar ese sentimiento de abandono posterior? 

En clave valenciana, un movimiento hacia ese horizonte por parte de los socialistas sería su fracaso más absoluto al no aprovechar la oportunidad de gestionar y liderar las expectativas y esperanzas del hipotético triunfo de la izquierda. Por su parte, si fueran los conservadores quienes hicieran tal amago en estos momentos, lo entendería más como una estrategia de distracción (cortina de humo) que como estrategia real de gobierno, porque ¿por qué compartir el gobierno con un gran partido si con uno o dos pequeños sería más fácil negociar? Tripartitos los ha habido de todos los colores. Además, la pérdida de poder -y de eso trata la política, no lo olvidemos- sería menor con pequeños socios de gobierno.

En definitiva, curioso escenario éste en el que el manido PPSOE fuera quien gobernase. Asistiríamos a la mayor brecha -abismo más bien- política entre gobernantes y gobernados desde la Transición.

ELEAZAR GALLARDO. Politólogo y Máster en RRHH. Director de la empresa PolíticayMedia y del portal Maspolitología.com

Eli Gallardo

Los dos partidos mayoritarios en España constituyen un ejemplo claro de "partido cártel", que son aquellos partidos que actúan como brazos políticos del Estado, no tanto como parte de la sociedad civil. Hasta ahora el sistema D'Hondt garantizaba una cierta gobernabilidad, sacrificando una parte de la proporcionalidad de votos para sobrerrepresentar a los grandes partidos.

Pese a todo, siguen dándose mayorías absolutas como la estatal o la valenciana, pero se plantean opciones como las coaliciones de gobierno estables o coaliciones parlamentarias puntuales. La primera, el gobierno de coalición o de concentración, sería la opción menos deseable a nivel político, pues representan un antagonismo ideológico -que actualmente ya no es tal-, y a la hora de rendir cuentas ambos serán corresponsables de los resultados, padeciendo las consecuencias electorales. Además, el reparto de carteras y el acuerdo en torno al programa de mínimos podrían retrasar la actividad política; es por ello que las negociaciones suelen ser preelectorales, y se concurre a las elecciones con unos acuerdos de mínimos secretos ya prefijados, aunque algunos partidos someten a votación interna estas coaliciones.

La opción de las coaliciones parlamentarias puntuales es la más deseable a nivel sociopolítico, pese a que garantizaría una menor estabilidad de gobierno, permitiría acuerdos puntuales sobre materias concretas, sin que la responsabilidad fuese compartida, sin provocar crisis de gobierno y sin el problema del reparto de carteras y la gestión política de cada una de ellas.

En la Comunitat sería muy difícil (y casi suicida para los socios del PP) un gobierno de concentración, ya que la responsabilidad de la gestión sería compartida y lo acusarían en las urnas. También a nivel español sería contraproducente a nivel político y aumentaría el descrédito de los dos partidos cártel si los resultados de la gestión son negativos.

JORDI BATALLER. Secretario de Avapol, politólogo, Máster en Análisis Político por la UOC

Jordi Bataller

Desde el punto de vista del politólogo, la teoría de las coaliciones es un asunto relacionado con la teoría de juegos. En ella, podemos expresar la situación (común a los tres niveles institucionales, según mi punto de vista) que puesto que nos encontramos ante una situación donde el PP ve peligrar la situación más deseada por él (ganar por mayoría absoluta), se ve obligado a elegir la segunda opción, la menos mala: ganar por mayoría simple y mantener el gobierno a través de una coalición con terceros porque la opción más mala consiste en que todos los demás actores, o una coalición suficientemente amplia le quite el gobierno, última opción.

Llega el momento de plantearse qué coalición ayudará a conseguir mejor sus intereses: mantener el gobierno con los mínimos cambios posibles. Estos días hemos escuchado la posible oferta para que tras las elecciones, el PP y PSOE unan sus fuerzas con una coalición política fuerte en número, consiguiendo, en primer lugar, una mayor legitimidad, puesto que se presupone que serán los dos partidos con mayor número de votos y escaños y una coalición con un respaldo de una mayoría cualificada tiene muchísima fuerza, social, económica y ploítica.

Por el contrario, con esta situación encontramos que partidos pequeños, cuya presencia en los diferentes Parlamentos se vislumbra cada vez más numerosa, por una parte, se convertirían en fuerzas fuera del "gran acuerdo nacional/autonómico/local/europeo" pero que lleva implícita una característica que no se ha valorado lo suficiente: recogen todo el peso de ser la oposición a esta "entente cordiale", con una menor legitimidad númerica, pero con una visibilidad extraordinaria para el peso que realmente tendrían. Esta oferta de coalición creo que no tiene precisamente en los ciudadanos su razón de ser, puesto que el sistema político se configuraría, por primera vez en 30 años, fuera de la tónica general de gobiernos monocolor o con acuerdos puntuales para sustentarlos, y habría que preguntarse porqué ahora, con una crisis que ya no exige un gran acuerdo nacional y con unos años tan crispados en la escena pública.  

JOSÉ MORGAN. Abogado en ejercicio, especialidad Derecho Público. Coordinador del Fòrum Persones i Societat Valenciana

José Morgan

A nivel autonómico resulta una hipotesis muy difícil. En la medida en que las tres fuerzas de la izquierda sumen mayoría absoluta esa es la previsión de gobierno más probable. Existen indicios claros de que se apuesta por esa fórmula. Por ejemplo el anuncio de superación de los conflictos que llevaron a la ruptura del primer Compromís.

A nivel general no es una opción descartable siempre en un contexto postelectoral, es decir, de 2015 en adelante. La asunción de posiciones totalmente soberanistas por posibles socios tanto del PP como del PSOE, caso de CiU o el PNV, podria favorecer la busqueda de un acuerdo de gran coalición entre los dos grandes partidos en la medida en que ninguno de los dos obtenga una mayoría suficiente para gobernar en solitario. El crecimiento de UPyD a medio plazo puede convertirles en fuerza bisagra pero las previsiones no le otorgan todavía la suficiente fuerza para desempeñar ese papel. A la izquierda del PSOE, los socialistas van a tener muchas dificultades para encontrar aliados primero que no colisionen con su idea de España.

La experiencia de gran coalición más cercana está en Alemania. Ya se produjo en el periodo legislativo de 2005 a 2009 donde la CDU-CSU y el SPD fueron capaces de gobernar el país adoptando medidas y apostando por unas reformas que previnieron a la economía de una crisis en la que a diferencia del resto de europeos los alemanes apenas han sufrido.  

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1 comentario

23/04/2014 13:29

Solo se plantean estos pactos cuando a la derecha le hace falta. Cuando han tenido mayoria aboluta no han contado con nadie ni pensado en ser gobierno para todos sino exclusivamente para los suyos. A veces, los suyos han sido una faccion dentro del partido contra el resto de la sociedad. Cuando han tenido el poder absoluto han hecho contratos con clausula confidencial negando informacion a los representantes del pueblo, han contratado con los amiguetes de siempre, han legislado para los poderosos que luego los sentaban en los consejos de administracion... entoces no hacian falta pactos. Ahora que peligra su poder y pueden salir tantos trapos sucios de gente impune, ahora si hace falta pacto. Pues creo que si el PSOE entra en ese cambalache no conoce aun su suelo. Pienso que tras eso puede convertirse en un partido marginal.

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