Comparte esta noticia

• Tweet
• meneame

Otras noticias

• El Tribunal de las Aguas se suma al 125 aniversario de Aguas de Valencia
• Grezzi quiere Metro nocturno y más bus para desterrar el coche privado del ocio
• La reparación de la climatización recupera la mayoría de cuadros del San Pío V afectados

VALENCIA. El proyecto llevaba en marcha desde marzo de 2010, cuando Legendary Pictures anunció que había comprado a la productora Toho los derechos para realizar una nueva película protagonizada por Godzilla (Gojira, en el original japonés). La idea era coproducir con Warner Bros., encargar la historia a David Callaham (Los mercenarios), contratar a Guillermo del Toro como director y estrenar en 2012. El cineasta mexicano declinó la oferta para realizar su propia película de monstruos, Pacific Rim (2013), así que el proyecto acabó en manos de Gareth Edwards (responsable de la atractiva Monsters, 2010), mientras que el guión pasó por las manos de David S. Goyer (Blade, Batman Begins) antes de acabar en las del bisoño Max Borenstein, con una sola película en su haber, inédita en España: Swordswallowers and Thin Men (2003). Sangre fresca para reanimar una franquicia que se resiste a desaparecer.

Godzilla 3D llega dieciséis años después de la anterior versión de la historia filmada por la industria americana (Godzilla, Roland Emmerich, 1998) y se estrena coincidiendo con el sesenta aniversario de la película que dio carta de nacimiento a la criatura, Japón bajo el terror del monstruo (Gojira, Inoshiro Honda, 1954). Hace una década, la industria nipona había celebrado su medio siglo de vida con Godzilla: Final Wars (Ryuhei Kitamura, 2004), al tiempo que anunciaba la cancelación de cualquier proyecto futuro relacionado con el monstruo. Hasta que Hollywood ha vuelto a interesarse por él para poner en pie una producción en tres dimensiones que cuenta con un atípico reparto, en el que coinciden Elisabeth Olsen, Aaron Taylor-Johnson (Kick-Ass), Bryan Cranston (Breaking Bad) y la actriz francesa Juliette Binoche. 

ENGENDRO ATÓMICO

Japón bajo el terror del monstruo no solo dio origen a Godzilla, sino que creó todo un género, conocido como kaiju eiga (literalmente: películas de monstruos), convertido en mito de la cultura popular del siglo pasado. Bien es cierto que la cinta original tenía resonancias de El monstruo de tiempos remotos (The Beast from 20.000 Fathoms, Eugène Lourié, 1953) y King Kong (Ernest B. Schoedsack y Merian C. Cooper, 1933), pero el director Inoshiro Honda y el guionista Takeo Murata supieron dotar de peculiaridad a su gigantesco saurio y conectar con el público apelando al doloroso pasado reciente del país. Godzilla es la mutación génetica de un ser legendario que habitaba en tiempos remotos junto a la isla de Oto, devuelto a la vida como consecuencia de una serie de experimentos nucleares efectuados por Estados Unidos en el océano Pacífico. Cuando se estrenó la película, solo habían transcurrido nueve años desde los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki.

Tal como señalan los especialistas Carlos Aguilar, Toshiyuki Shigeta y Daniel Aguilar, en el completo estudio Cine fantástico y de terror japonés (1899-2001), editado por la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián, el kaiju eiga "supone el primer tipo de cine japonés que consigue una plena repercusión universal, estrenándose, en mejores o peores condiciones, en los cinco continentes, distinción a la cual no accedían, ni mucho menos, el resto de la modalidades fílmicas, ni de género ni de autor. De este modo, el kaiju eiga se convierte en sinónimo del cine fantástico nipón". Entre las características singulares de Godzilla destacan su colosal tamaño y su aliento radiactivo, que lo hacen invulnerable a las armas militares. El monstruo destruye todo lo que encuentra a su paso, de manera cruel e indiscrimnada, en una suerte de parábola apocalíptica que combina la ciencia ficción, el terror y la fantasía.

El éxito de la primera película, que también sentó las bases técnicas del género (uso de maquetas en lugar de la stop motionamericana), dio pie a una primera secuela en 1955, El rey de los monstruos (Gojira no gyakushuu, Motoyoshi Oda), en la que un nuevo ejemplar del monstruo (el de la primera película fenecía desintegrado) vuelve a sembrar el terror a su paso. De hecho, y para evitar confusiones, los distribuidores americanos lo rebautizaron Gigantis. Pero se trata de la misma criatura, que seguiría dando guerra en títulos como Kink Kong contra Godzilla (Kingu Kongu tai Gojira, 1962),Godzilla contra los monstruos (Mosura tai Gojira, 1964) o Godzilla contra Ghidorah, el dragón de tres cabezas (San daikaijû: Chikyû saidai no kessen, 1964), todas ellas firmadas por Inoshiro Honda. Obviamente, cada título erosionaba un poco más la figura del monstruo, que acabaría luchando hasta contra mantis religiosas gigantes en la delirante El hijo de Godzilla (Gojira no musuko, Jun Fukuda, 1967).

Para entonces, se había pervertido el carácter del personaje en todos los extremos. Por un lado, el éxito de la serie provoca que se inviertan cada vez cantidades mayores en las producciones, lejos de su ingenuo espíritu inicial de serie B. Por otro, las películas buscan la complicidad del público familiar y acaban por convertir a Godzilla en un aliado del ejército japonés. La decadencia del monstruo queda también patente en el uso habitual de material de archivo perteneciente a películas precedentes y hasta en el tono abiertamente humorístico de algunas entregas. Invasión extraterrestre (Kaiju soshingeki, Inoshiro Honda, 1968) mantiene el tipo, pero después llegarán La isla de los monstruos (Oru kaiju daishingeki, 1969) o Hedora, la burbuja tóxica (Gojira tai Hedora, Yoshimitsu Banno, 1971), dos de los muchos ejemplos de degradación del personaje.

CAMBIO DE CONTINENTE

Japón cierra el ciclo con Godzilla contra Mechagodzilla (Mekagojira no gyakushuu, Inoshiro Honda, 1975), pero la industria americana continúa pensando que se puede sacar partido al monstruo. De hecho, cuando en 1956 se estrenó en Estados Unidos Japón bajo el terror del monstruo ya lo hizo en una versión especial. La distribuidora Embassy Pictures temió que el público no se identificara con tantos actores nipones en la pantalla y realizó un remontaje en el que incluyó insertos protagonizados por Raymond Burr.

Tras el cierre de la franquicia en su país de origen, en 1983 hubo un intento de resurrección por parte de Steve Miner (director de Viernes, 13), que adaptaría un guión del también realizador Fred Dekker (El terror llama a su puerta). Curiosamente, pretendían que fuera una película en 3D, pero el proyecto nunca se concretó, aunque por la red circulan unos prometedores storyboards. Casi diez años después, en 1984, fue Jan de Bont (Speed) quien intentó poner en pie Godzilla vs. The Gryphon, donde el saurio se enfrentaba a un monstruo diseñado por Stan Winston, pero tampoco tuvo suerte. Hubo que esperar hasta 1998 para ver la versión dirigida por Roland Emmerich.

El reclamo promocional de la película resumía sus intenciones: "El tamaño importa". Se referían al del monstruo, claro, pero de algún modo la frase resume la filosofía de Hollywood cuando se enfrenta a una nueva versión de algún clásico: Se trata de que todo sea más grande y mas ruidoso, sin importar los medios para conseguirlo. El film de Roland Emmerich se extendía hasta los 140 minutos y desplegaba una cantidad de efectos especiales a los que esta vez hay que añadir las tres dimensiones y los avances en tecnología digital. Y, por supuesto, un final abierto que ya ha suscitado rumores acerca de una posible secuela. Todo dependerá del rendimiento que obtenga en taquilla.