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LA OPINIÓN PUBLICADA

Esperanza Aguirre, 'la Fugitiva'

GUILLERMO LÓPEZ. 06/04/2014

LA OPINIÓN PUBLICADA

Guillermo López García

Profesor titular de Periodismo de la Universitat de València
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VALENCIA. Hace unos años, tuve el placer de moderar una mesa redonda en la Universidad de Valencia sobre periodismo y sátira política. Entre los participantes en la mesa, el dibujante y editor Óscar Nebreda, de El Jueves, nos dio una auténtica lección magistral. Una de las perlas que se me quedaron grabadas fue cuando Óscar respondió a la pregunta de si era muy difícil sacar semanalmente una revista de humor como El Jueves, dado que había que llenar muchísimos contenidos en muy poco tiempo. Óscar respondió que, en España, eso no tenía ningún mérito. Bastaba con coger algún periódico distraídamente y la actualidad te proveía de páginas y páginas de sátira y surrealismo. Y remachó: "donde lo tienen crudo es en Noruega. Ahí sí que tiene mérito hacer humor; nunca pasa nada".

En efecto: la actualidad española es una fuente inagotable de historias que contribuyen a dotar a la actualidad de un aura de surrealismo en el que caben los acontecimientos más improbables. Piensen en los grandes momentos que hemos pasado estos últimos meses en la Comunidad Valenciana, por ejemplo.

Aun así, lo sucedido con Esperanza Aguirre esta semana brilla con luz propia. La historia es ya más que sabida: Aguirre se para en el carril bus de la Gran Vía madrileña para sacar dinero de un cajero, unos agentes la multan y la retienen, ella se da a la fuga, derriba la moto de uno de los agentes, luego se niega a parar el coche cuando los agentes le conminan a hacerlo, mete su coche en el garaje y envía a los agentes de la Guardia Civil que custodian la entrada de su casa a que negocien con sus perseguidores.

Federico Jiménez LosantosEsto es lo que pasó, según el atestado policial, según los testigos presenciales y según lo que se colige del testimonio de la propia Aguirre. No está mal, la verdad. Pero lo increíble es que, en sólo unas horas, lo sucedido pasó a constituir un asunto secundario respecto de la estrategia de comunicación (o algo parecido) desplegada por Aguirre y sus apoyos mediáticos para emborronar el asunto, desviar la atención, y en suma concluir que Esperanza Aguirre era una víctima. De la violencia policial. De seis (6) abusones de una pobre ancianita. Del machismo. De esa fundamental injusticia que persigue con saña a los ricos y poderosos, mientras deja tranquilos (y con la multa, y una estancia en el cuartelillo si se tercia) a los afortunados ciudadanos anónimos.

Todo esto lo soltó Aguirre en su comunicado, y en entrevistas periodísticas varias. Se detecta fácilmente un crescendo en sus declaraciones, que nunca han llegado, ni de lejos, al nivel de pedir disculpas (lo que posiblemente haría un dirigente político normal en un país normal cuando suceden los acontecimientos que hemos relatado); pero que han evolucionado rápidamente hacia la exigencia, por parte de Aguirre, de que los agentes se disculpen con ella.

La lideresa pierde el norte

Esperanza Aguirre ha sido, durante muchos años, la (valga la redundancia) esperanza blanca de cierta derecha española, radicada en Madrid, para la cual Mariano Rajoy es un blandito "maricomplejines" (como le llamaba Federico Jiménez Losantos, uno de los principales aliados de Aguirre). Una derecha que se dice liberal y moderna, pero cuyos postulados, tras un apresurado barniz neoliberal, muestran el nacionalismo conservador español de siempre, si acaso sustituyendo el énfasis en el catolicismo por la clara noción de que España se defiende atacando a sus múltiples enemigos, que son, sumados, casi todos los españoles; y que, por si acaso, lo mejor es que España (el Estado, sus empresas públicas) esté en manos fiables, sean estas públicas o privadas. Una patrimonialización de lo público que se hace converger con el liberalismo merced a misteriosos procedimientos discursivos.

Esa derecha, con Esperanza Aguirre al frente, se ha postulado frente a Rajoy durante años. Una guerra que en muchas ocasiones parecía que podía ganar, en la que incluso ganó algunas batallas. Pero en donde, al final, era siempre Rajoy quien prevalecía. Con su táctica favorita: no hacer nada, esperar y ver, dejar que pase el tiempo y que los rivales se ahorquen solos.

Ángel Carromero y Esperanza AguirreTras la derrota del PP en las Elecciones Generales de 2008, el entonces director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, y el entonces director del programa La Mañana de la Cadena Cope, Federico Jiménez Losantos, proclamaron el final del liderazgo de Rajoy y su sustitución por alguien ilusionante y con convicciones. Alguien que, en sus palabras, no se resignaba a la derrota: la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.

Seis años después, ninguno de ellos continúa en su puesto, y sólo Aguirre lo abandonó voluntariamente. En septiembre de 2012, Aguirre dejó la presidencia de la Comunidad de Madrid por motivos de salud y, al menos durante un tiempo, se retiró del primer plano de la política. Pero nunca totalmente. Entre otras cosas, porque mantuvo el mando sobre el PP de Madrid. Desde entonces, ha actuado como un verso suelto, aún más que en el pasado, y sobre todo en los momentos en los que Rajoy estaba en dificultades (como, por ejemplo, el estallido del caso Bárcenas).

Muchos vieron, tras su marcha, una hábil maniobra táctica. Una retirada a tiempo, antes de que la crisis y las mareas blanca y verde se la llevasen por delante. Un momentáneo segundo plano cuyo objetivo era mimetizar la táctica favorita de Rajoy: sentarse y esperar a ver pasar el cadáver de su enemigo. Pero, como a menudo sucede, estas cosas las hace mucho mejor quien lleva toda la vida haciéndolas, y ha sido Rajoy el que ha visto cómo Aguirre perdía los papeles en una historia inexplicable y en las declaraciones posteriores.

Todo ello, ante el ominoso silencio, no exento de algunas significadas críticas, con que se ha llevado todo este asunto desde el PP, y desde los medios afines a Rajoy, que ahora son casi todos. En mitad del desierto, los apoyos provenientes de individuos tan acreditados como el dirigente del PP Ángel Carromero, contribuyen a hundirla aún más.

Todo es posible en España, como decíamos al principio. Pero, tras el lamentable espectáculo de prepotencia, alejamiento de la realidad y, directamente, desfachatez, ofrecido estos días por Esperanza Aguirre, resulta difícil pensar en un retorno de la "lideresa" a la política, por mucho carisma o habilidad política que atesore. Porque, aunque sea obvio que esta historia es mucho menos grave, a efectos prácticos, que la corrupción de altos vuelos, o la incompetencia en la gestión, el desgaste de la imagen pública de su protagonista, a ojos de unos ciudadanos cansados de la crisis, de las dificultades cotidianas, y de la ineptitud de una clase política totalmente desprestigiada, es mucho mayor.

#prayfor... #Aguirrealafuga

Naturalmente, el affaire Aguirre no sólo no pasó desapercibido en Twitter, sino que fue, con diferencia, el acontecimiento central de la semana en la red social (hablamos de política; seguro que el fútbol y los programas de televisión también tuvieron su espacio). Llegó a incluso a oscurecer la cuestión que hacía las delicias de muchos tuiteros hasta ese momento: la publicación del libro de Pilar Urbano sobre Suárez y sus revelaciones, que en tan mal lugar dejan a Juan Carlos I.

Pilar UrbanoTodo, incluso la idea de que el jefe del Estado fuese a la vez quien inició y finalizó el acontecimiento que más ha contribuido a fortalecer su legitimidad ante los españoles, quedó en un segundo plano ante el espectáculo de ver a una señora de la buena sociedad madrileña, que manda mucho, y ha mandado aún más, dándose a la fuga en su coche y llevándose por delante el vehículo de un agente, en la mejor tradición del cine quinqui español.

Como en los mejores reality shows, cuando el interés del público, siquiera imperceptiblemente, comenzaba a decaer, tuvimos las entrevistas con los protagonistas de la acción, comentando la jugada: el ciertamente anodino, pero también firme y claro, comunicado policial, contrastaba con las declaraciones de Aguirre, pródiga en joyas como la frase "Multita y bronquita, ¿no?", o las acusaciones de machismo a los agentes... combinadas con una conversación de Aguirre con Mariló Montero en la que se certificaba que dichos agentes eran guapos.

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Guillermo López García

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5 comentarios

baranda escribió
07/04/2014 15:10

Dos agentes par multarla, dos picoletos para gestionar la denuncia. Esto ha sido una performance para denunciar el despilfarro de dinero público del estalinista Rajoy.

keenan escribió
06/04/2014 20:15

Buah, la larga tradición pepera con el tema de la normativa de circulación. Aznar ya dejó claro su postura al respecto cuando aquello del vino y la DGT http://elpais.com/elpais/2007/05/03/actualidad/1178180233_850215.html. Yo, en general, veo en esta gente (y no solo los del PP) una actitud muy de que las reglas básicas de convivencia son para las pobres. La gente de categoría tiene otros problemas y otro estilo de vida, como pararse a ser amonestado por unos agentes del orden..

Nemigo escribió
06/04/2014 19:26

es una pena que una señora mayor termine discutiendo en las aceras

Rincewind (poseído por Marhuenda) escribió
06/04/2014 17:28

El PP ... malo! La derecha ... mala! Los liberales ... malos! Los obispos ... malos! El jefe de Dóminos ... malo! El whiskey Dyc ... malo! Y Carromero? Carromero enamorado, sólo hay que ver la foto que has puesto. Por cierto, no tiene cara de dibujo manga? A mí me ha recordado un poco a Nobita (http://img1.wikia.nocookie.net/__cb20130228161124/doraemon/en/images/b/be/Nobita_Shizuka03.jpg)

ate escribió
06/04/2014 09:47

Aguirre siempre ha pensado que vive en la Edad Media con sus siervos de la gleba. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com/2013/10/el-partido-antisistema-popular.html

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