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OPINIÓN

Emprendedores sociales, ¿existen?

MARGARITA ALBORS. 07/04/2014 "Si bien existen un gran número de emprendedores sociales hay dos nombres de referencia: Muhammad Yunus, el padre de los microcréditos, y Bill Drayton, fundador de Ashoka..."



VALENCIA. Si bien "empresa" y "social" no van a menudo de la mano, los emprendedores sociales existen y con ello demuestran que estos términos sí pueden ir juntos.
Al igual que los emprendedores "tradicionales", los emprendedores sociales parten de una visión. Una visión que les hace ser capaces de ver la oportunidad dónde otra persona, en la misma situación, tan sólo hubiera visto la existencia de un problema.

Cuando hablamos de lo que representa emprender socialmente debemos ir más allá de la búsqueda de una oportunidad empresarial para la sostenibilidad de la empresa, porque supone, en primer término, ver la oportunidad de provocar un cambio social al identificar la existencia de una problemática que afecta a los colectivos más vulnerables: personas con escasos recursos económicos, personas con discapacidad, personas sin acceso a los bienes más básicos.

El emprendedor social da un paso al frente y no se queda en la superficie del problema que busca atacar sino que plantea una solución innovadora dirigida a atacar el problema de raíz. Al intentar solucionar la problemática lo que están haciendo es crear un valor añadido que escapa al puramente económico. Por lo tanto, la clave para identificar a estos emprendedores se encuentra en el impacto social generado por su empresa.

Es comprensible, que llegado a este punto nos preguntemos si de verdad existen personas o empresas capaces de primar lo social frente al beneficio económico. Algunos ejemplos servirán para responder a la pregunta planteada en un primer momento. Si bien existen un gran número de emprendedores sociales, más de cuarenta millones en todo el mundo, hay dos nombres de referencia: Muhammad Yunus, el padre de los microcréditos, y Bill Drayton, fundador de Ashoka y artífice del término "emprendimiento social".

Asimismo hay otros nombres que, sin duda, nos resultarán más cercanos. Me refiero a Pilar Mateo, química valenciana que ha descubierto una pintura capaz de salvar vidas y a la empresa La Fageda, puesta en marcha por Cristobal Colón y que tienen como objetivo dar empleo a personas con discapacidad intelectual.

Éstos ejemplos ilustran a la perfección la búsqueda del impacto social, pero a su vez permiten poner el acento en que tienen que ser sostenibles en el tiempo, esto es, buscar la rentabilidad porque deben ser capaces de autofinanciarse. La empresa social, a la vez que da respuesta a una problemática social, necesita ser rentable y analizar la viabilidad del negocio incipiente. No podemos olvidar que empresas tradicionales y empresa sociales están sujetas a la misma disciplina de mercado.

Varios de los elementos característicos del emprendimiento social han ido surgiendo en estas líneas, cómo son la problemática y el impacto social, la viabilidad y la sostenibilidad, así como la innovación. En este sentido, Socialnest pone también el acento en los valores propios que una empresa social debe tener. Valores que se centran en la ética y la transparencia y que los emprendedores a los que apoyamos tienen presente al elaborar su proyecto empresarial.

Otra cuestión a la que debemos responder, es la importancia del emprendimiento social para nuestro entorno. El periodo económico que estamos viviendo, nos ha llevado a empezar a hablar de emprendimiento, de la necesidad de fomentarlo o del apoyar que las personas necesitan para poner en marcha una iniciativa. Todo ello con el objetivo de apoyar nuestra maltrecha economía. Asimismo, oímos hablar de incubadoras, start-ups, aceleradoras... se trata de un entorno nuevo que estamos empezando a descubrir.

Los emprendedores sociales existen, y el emprendimiento social está adquiriendo una relevancia considerable al ser visto como instrumento de lucha contra la crisis. De ahí el llamamiento de la Unión Europea para ofrecerles el apoyo necesario para su crecimiento y la búsqueda de iniciativas. Conscientes de que crean riqueza en su entorno próximo y que no necesariamente requieren de grandes acciones, sino de actuaciones concretas, estas empresas se vuelven cada vez más atractivas para entidades e instituciones.

En este sentido, el emprendimiento social, si bien no tan conocido en España como en el exterior, además de contribuir con la creación de puestos de trabajo, se le atribuye la creación de puestos más estables y en muchas ocasiones ocupados por segmentos de la sociedad más vulnerables. Si bien su máxima contribución es apoyar y fomentar el crecimiento sostenible, integrador e inteligente, basado en la innovación a través de la puesta en marcha de soluciones a problemas de la sociedad.

En España debemos recorrer aún un largo trayecto para equipararnos a aquellos países donde este tipo de iniciativas están a la orden del día. Primero que nada necesitamos, un cambio cultural basado en una mayor disposición al emprendimiento y un cambio en el sector social que es muy dependiente de fuentes de financiación públicas. Estamos ante un sistema, hoy en día, inviable debido a la escasez de fondos de las arcas públicas, a una sociedad cambiante con necesidades diferentes y cada vez mayores, y un Estado que no responde a todos los llamamientos sociales.

En este punto entran en juego las incubadoras como Socialnest, que tienen y tenemos un papel importante porque apoyamos a emprendedores sociales a desarrollar sus proyectos. Éstos normalmente tienen una visión muy clara del problema social que quieren abordar, pero es la parte empresarial donde necesitan más apoyo. Nuestro programa de incubación está diseñado en este sentido. Además de proporcionarles un apoyo de 360 grados, ponemos a su disposición un grupo de expertos que actúan como mentores de los proyectos y además les apoyamos con un programa de formación que integra lo social y lo empresarial.



En definitiva, nos situamos al lado del emprendedor al que no sólo apoyamos, sino también arropamos. Con tal fin buscamos la creación de un ecosistema, así como ampliar la colaboración que mantenemos con entidades y empresas que ven en el respaldo a estas iniciativas una forma de contribuir al desarrollo de la sociedad.

Probablemente sea ahora cuando estemos sembrando el germen del emprendimiento social. Es innegable que en España contamos con empresas que avalan nuestra capacidad empresarial, pero es hora de estar abiertos a formas innovadoras de resolver los nuevos retos que se nos plantean. Nuestro objetivo es contribuir a este cambio de cultura y apoyar a nuestros proyectos a que sean capaces de generar impacto social, trabajo y valor económico.

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Margarita Albors

Presidenta de Socialnest

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