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VALENCIA. La 40 edición del Festival Internacional del Cómic de Angulema, premió en su día como mejor álbum del año al segundo tomo de la serie Quai d'Orsay. Crónicas diplomáticas, con dibujos de Christophe Blain y guión del falso Abel Lanzac, seudónimo de una fuente diplomática anónima.

Desde el principio este cómic se convirtió en un fenómeno en Francia ya que era una poco disimulada disección de Dominique de Villepin, ministro de Asuntos Exteriores francés y un personaje que en la intimidad se reveló como fatuo, ampuloso y ramplón.

Teniendo en cuenta que Francia es una de las cinematografías más importantes del mundo, era cuestión de tiempo que pasara a la gran pantalla. Y lo ha hecho posiblemente en las mejores manos porque la carrera profesional y creativa del director francés Bertrand Tavernier es impecable.

Ganador del BAFTA (La vida y nada más), de cuatro César y del Oso de Oro de Berlín (L'Appat), autor de una imprescindible historia del cine de EEUU (50 años de cine norteamericano), Tavernier aparca su afición por el drama psicológico e intimista, repleto de anti-héroes, para adaptar a la gran pantalla una sátira política que refleja en clave de humor las vicisitudes del Ministerio de Asuntos Exteriores francés las semanas previas a la guerra de Irak de 2003 y el discurso que Villepin pronunció en el Consejo de Seguridad de la ONU. 

Crónicas diplomáticas llega con el respaldo de galardones como el César al mejor actor de reparto para Niels Arestrup, y el Premio del Jurado al Mejor Guión de la 61º edición del Festival de San Sebastián, así como el aplauso unánime de la crítica que ha recibido con parabienes esta comedia en la que "los actores no van de cómicos", en palabras del gran actor francés Jean Rochefort.

La película narra las aventuras y desventuras del joven Arthur Vlaminck, encarnado por Raphaël Personnaz, quien empieza a trabajar para el Ministro de Asuntos Exteriores de Francia, redactando sus discursos, y tiene que lidiar con un ambiente de estrés, ambición y puñaladas traperas.

Gran peso del film se apoya sobre Thierry Lhermitte, un actor que ha protagonizado otras comedias de gran éxito en el cine francés como Un indio en París, La cena de los idiotas o Salir del armario, que le han convertido en un rostro popular en el país vecino. A él le corresponde interpretar el papel del ministro petulante, que da órdenes vagas, lo delega todo y confunde a su equipo.

Junto a ellos encontramos en el reparto a Julie Gayet (Mi mejor amigo) y el citado Arestrup (Un profeta) que ayudan a construir esta sátira basada en hechos reales, en la que se demuestra una vez más que en todo país que se precie podemos encontrar personajes berlanguianos y, si este país es Mediterráneo, hay bastantes posibilidades de que sean ministros.