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Cuatro años y un mes: así es cruzar el mundo en un velero en los tiempos de WhatsApp

EUGENIO VIÑAS. 06/03/2014 El valenciano Enrique Fenollosa prepara el libro en el que recoge las experiencias de una vuelta al mundo cruzando los cabos de Hornos y Buena Esperanza

VALENCIA. Dar la vuelta al mundo fue la ilusión de muchos hombres, sobre todo, a partir de la Ilustración. Otros aventureros ya habían cumplido el sueño mucho antes, pero todo aquello pareció culminar en el sentido literario con la publicación y el éxito de La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne. Sin embargo, con el desarrollo de las comunicaciones físicas y la definitiva conexión global de Internet, la inquietud parece haberse calmado.

Durante el siglo XX, tras las dos grandes guerras, la visión fue distinta y Bruce Chatwin supo definirla con exactitud: "privados del peligro, decía, nos inventamos enemigos artificiales, enfermedades psicosomáticas, inspectores fiscales y, lo peor, nosotros mismos, si se nos deja solos en una única habitación". Y citando a Chatwin inicio Enrique Fenollosa su aventura de cruzar el globo, a los 39 años, "entre otras razones porque pensé que se agotaba el tiempo en el que podía afrontar un reto similar en buenas condiciones físicas".

Este ingeniero superior de telecomunicaciones, MBA por el Instituto Empresa y, hasta la salida, director generente de Infoport Valencia S.A., consiguió su título como patrón de yate antes que el carné de conducir. Cuatro años y un mes más tarde, este valenciano vinculado al mundo del mar desde pequeño, ha cumplido su sueño. Una aventura que ahora compila en un libro "que está prácticamente finalizado", y para el cual trabaja estos días aislado, tratando de releer y depurar su texto para tratar de transmitir todas las vivencias de esta aventura oceánica en la que ha recorrido el globo.

-¿Cómo recuerdas la toma de esta decisión?
-
Lo recuerdo como un momento de clarividencia. Sencillamente, vi las cosas claras y tomé una decisión que en aquel momento se podía considerar como arriesgada. Después de todo lo vivido no me arrepiento para nada y sé que, sin duda, es un punto de inflexión en mi vida.

-Y la decisión es cruzar el mundo a vela. ¿Por qué este tipo de aventura?
-Elegí este tipo de aventura por varios motivos. El hecho de hacerlo en un velero es porque he sido un enamorado del mar y la vela y esto siempre había sido un sueño para mí. A día de hoy, navegando se puede llegar a sitios que no se puede acceder de otra forma.

Contacto con las civilizaciones remotas y oceánicas de Micronesia, en 2013

-El sueño está cumplido. ¿Qué es lo primero que te viene a la memoria cada vez que recuerdas todos estos años?
-La naturaleza. Vivir y navegar en un velero es estar en permanentamente con la naturaleza, es moverte con la energía del viento, es estar en contacto con el mar que está lleno de vida. Eso me viene a la cabeza.

-Un contacto con la naturaleza que también supone un reto personal.
-El recorrido fue una mezcla de sueño personal y desafío deportivo. Enfrentarse a los cabos de Hornos y Buena Esperanza no es cualquiero cosa... y lo pude comprobar. Por otro lado, a nivel personal me llamaban especialmente la atención las sensaciones de encontrarme en islas desiertas y remotas, en lugares a los que mucha gente no ha llegado...

-Y, al llegar, ¿era como lo imaginabas?
-Exactamente así. Todo lo que había leído desde pequeño en las novelas de aventuras, los viajes increíbles hacia esas islas, resultaban ser así. Unos lugares capaces de embaucarte porque sientes precisamente que muy pocas personas han llegado hasta allí... sobre todo, pienso en islas perdidas en mitad de la nada, en las que no hay nadie y que están a miles de kilómetros de distancia de cualquier otro punto con superficie terrestre.

-Viendo tu cuaderno de bitácora online, parece difícil que puedas elegir un lugar entre tantos.
-Con la aventura he visitado 47 paísis y cientos de puntos de recalada. Me costaría mucho elegir algo concreto, la verdad.

-De entre todos esos puntos, Cabo de Hornos y Cabo de Buena Esperanza... ¿son tan fieros como los pintan?
-Sí, acabaron siendo lo más difícil del viaje. Pasar esas dos áreas te exige un tributo físico, una donación a la naturaleza para superarlas. Fue lo que hice con mayor dificultad técnica y logística. Eran los dos grandes retos a los que nos enfrentábamos a lo largo del viaje [José Carlos Corral Márquez le ha acompañado en buena parte del recorrido, tomándose algunos descansos durante los cuatro años]. Y tuvimos suertes distintas: el Cabo de Hornos lo cruzamos con una buena 'ventana meteorológica', aunque nda más cruzarlo nos metimos de improviso en un temporal con intensidad de huracán. Esto nos desarboló, rompió el mástil, y este hecho cambió el curso del viaje.

[N.a.: en el Cabo de Hornos también se sumó un tercer tripulante y amigo, Eduardo Navarro, para salvar el temporal]

-¿Cómo os adaptásteis al contratiempo?
-De la mejor manera posible, aunqueno fue nada fácil. Nos pasasmos meses en Chile sustituyéndolo. Cuando lo enviaban hecho de nuevo [22 metros de mástil] desde Buenos Aires, se partió en el transporte. Para mi fue una situación extrema, en la que un retoLa grúa y el arbolado del nuevo mástil tras meses de espera burocrático, por así decirlo, era capaz de desalentarme más que el verdadero reto oceánico. Pero el mar es así y ahora lo digo con conocimiento de causa: las situaciones son extremas cuando navegas por de bajo de '40 Sur'.

-Meses 'varados' en Chile y readaptación de la ruta. ¿Tuvisteis que replanificar todo?
-Sí. Cuando haces una navegación alrededor del mundo tienes que tener en cuenta la época del año en la que viajas por según qué mares. Hay ciclones y zonas en las que solo es posible navaegar a vela durante alguna franja del año concreta. Viajábamos hacia Nueva Zelanda y Australia, pero por este retraso tuvimos que readaptar las fechas y las escalas y cambiamos de rumbo hacia Micronesia. Y fue maravilloso... ahora no me imagino no haber pasado por ese sinfín de islas. Pasar por Nueva Zelanda y Austrialia era, al fin y al cabo, acercarse a lugares más occidentalizados, por decirlo así.

Consiguiendo la cena

-Con el incidente del mástil, ¿pensaste en abandonar en algún momento?
-En abandonar no. No me he planteado tirar la toalla nunca, pero ha habido momentos del viaje, en el mar, en los que he pensado que no íbamos a salir. Lo del mástil fue una situación desesperante, pero no de emergencia. Eso sí, de un plazo de tres meses de reparación, nos fuimos a diez... 

-La replanificación del viaje cambia la fecha de llegda, la retrasa. ¿Estaba claro que entrábais en Valencia el 15 de diciembre de 2013?
-Sí, desde la replanificación estaba claro. Con este tipo de viajes siempre hay cierta olgura y margen de flexibilidad, pero teníamos claro qué partes de los océanos íbamos a cruzar en cada momento y con las condiciones del mar acabamos cumpliendo con la nueva fecha de llegada.

-Y, finalmente, la llegada. ¿Ha cambiado mucho el mundo tal y como lo conocías, tu entorno?
- A nivel personal son muchos los cambios que he tenido navegando por el mundo, viviendo de otra manera. Aprendes mucho. Tu escala de valores cambia y, por supuesto, lo que si que vas es agregando un bagaje cultural muy importante. Cuando pienso en el mundo ya no pienso en este micromundo de Valencia. Pienso en muchas culturas... pienso en muchas maneras de vivir. Pienso en valores básicos, en mucha gente que es feliz sin tener nada.

-En ese sentido material de la experiencia, ¿cuándo llegaste, qué cosas te impresionaron al ver cómo habían cambiado?
-Solo han sido cuatro años, pero han cambiado cosas, pero creo que lo que más destaco es que soy yo el que ha cambiado; ha cambiado mi percepción sobre las personas y las cosas. Como anécdota diré que había oído hablar de WhatsApp, sobre qué era. Nunca había tenido un Smartphone y ahora hay cosas que me sorprenden, como pasar por la terraza de un bar y ver a cuatro personas mirando el teléfono.

Tiempo para el turismo en la Isla de Pascua. Una fotografía de 2012

-Y te estás 'aclimantando' a esta nueva realidad. 
-Todavía no estoy aclimatado, la verdad. Voy a necesitar un tiempo para acabar de adaptarme. Desde que he llegado no he parado con las cuestiones en torno a la experiencia. Con el tema del vídeo que estamos preparando sobre el viaje, viendo a gente, hablando con gente. Tal vez ese ritmo no me ha dejado aterrizar del todo todavía.

-¿Qué quieres que transmita el libro y el vídeo-documental?
-Lo primero que quiero decir es que en realidad navegar en un velero es mucho más barato de lo que la gente se puede imaginar. Viendo mi día a día, me he gastado mucho menos dinero que si hubiera estado viviendo en Valencia. Dentro del barco comes, duermes y vives, y el velero se impulsa por el viento. La comida básica es barata en todos lados. En algunos sitios no se puede comprar nada, por lo que dejas de hablar de 'presupuestos económicos', y por su parte está claro que el barco es una inversión, pero si lo mantienes bien no tiene más costes.

-Aun así, si que habéis tenido que hacer frente a un presupuesto.
-Si que ha habido unos costes y ahí hemos contado con una serie de patrocinadores, a los que aprovecho para dar las gracias de nuevo. Todos ellos están en nuestra web. Pero sí, nosotros hemos tenido que poner parte de nuestros ahorros en esto. Y la razón es que desde pequeño he tenido un magnetismo por el mar y los deportes acuáticos. El título de patrón de barco me lo saqué antes que el carné de conducir, si no me equivoco. He estado muy vinculado al mar y, al final, al que le gusta el mar tanto... dar la vuelta al mundo y hacerlo por los cabos y las islas más remotas es lo máximo.

 Una parada turística frente al glaciar Perito Moreno

-Después de todo, para los que no están tan ligados al mar, ¿por qué dar la vuelta al mundo a vela?
-Pues hay una razón que sirve para cualquiera: salvo alcanzar los polos, dar la vuelta al mundo en un velero es una de las pocas aventuras que quedan. También hago montaña y todos los demas retos hombre-naturaleza están industrializados o paquetizados, por así decirlo.

-Por cierto, vuelta a la realidad y, ¿te ves desactualizado para tu profesión?
-Estés en el puesto de trabajo que estés, debes actualizarte constantemente. Más allá de esto, he intentado seguir los avances más significativos de mi ámbito profesional y, sinceramente, me veo especialmente bien. Me encuentro muy bien a nivel personal y ahora veo las cosas más claras que nunca. La razón es que tengo los principios más claros y creo que sé lo que verdaderamente importa de un 'conflicto' y lo que verdaderamente no.

-¿Ya tienes un próximo reto en mente?
-La verdad es que alguien que se da la vuelta al mundo con el viento no puede dejar de plantearse nuevos retos y sí, aunque estoy en un momento de reflexión, me cuesta pensar que no me embarcaré en alguna otra aventura. Cuando consiga ordenar las 43.000 fotografías y más de 1.000 vídeos pensaré en algo, porque va a ser complicado que no haga otra cosa. Ahora creo que es posible que aproveche esta experiencia también para otro tipo de retos inmediatos, como por ejemplo dar algunas charlas acerca de lo vivido. Estoy trabajando ya en ello.

Una imagen tomada un mes después de la partida, en 2009

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