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VALENCIA. "Todos somos muy monos". De hecho, más de lo que pensamos. Esa es la tesis de Yo, mono (Ed. Crítica) del sociólogo y primatólogo Pablo Herreros Ubalde. A través de cientos de ejemplos, la mayoría sorprendentes, el director de investigación del Bioparc lo tiene claro: "somos primates y, la verdad, no es tanto lo que nos diferencia de un gorila o un chimpancé".

La primera pregunta, todo un hit entre los creacionistas, es obligada: ¿si hemos evolucionado del mono, por qué sigue habiendo monos? Se nota que no es la primera vez que se la hacen. "En realidad, no descendemos del mono sino que tenemos un ancestro común a partir del cual hemos evolucionado todos", explica. "Hay que tener en cuenta que ellos también han evolucionado y que no son iguales a cómo eran en el paleolítico".

Aclarada la duda, Herreros intenta despejar otros errores de concepto. El lugar de la entrevista, una zona acristalaba del Bioparc con vistas a la zona de los gorilas, le permite llamar la atención sobre un hecho curioso y que permite entender mejor a estos animales.

"Nosotros estamos aquí viéndoles, pero de lo que no nos damos cuenta es que estos cristales convierten la sala en una especie de pantalla de televisión. Si nos miramos desde donde están ellos ahora nos damos cuenta de que en estos momentos nos están observando con la misma curiosidad y haciéndose preguntas parecidas", dice.

COMO EN JUEGO DE TRONOS

Herreros sabe de primates, pero también de seres humanos. Al escucharle hablar, parece lógico que un experto en estos animales sea, además, director científico de la Asociación Española de Coaching.

"Cuando un jefe está dando un golpe en la mesa ante sus subordinados está realizando un gesto que llevamos haciendo millones de años: es un acto agresivo, para demostrar poder, pero también un gesto defensivo, para marcar terreno y evitar que los demás intenten arrebatarnos el puesto y tener que recurrir a la violencia para defenderlo", explica.

Y es que, como la sociedad, la vida de los primates parece un episodio de Juego de Tronos. "Las luchas por el poder son exactamente iguales. Para asegurar su puesto, un líder es capaz de someter a todo el grupo, pero al final lo que puede conseguir es lo contrario, que todos se unan contra él y acaben asesinándolo para librarse del enemigo común", señala. Sin duda, un comportamiento muy humano.

Él lo tienen claro, estudiar a los primates es una puerta para conocernos a nosotros mismos. "Muchas de sus reacciones de agresividad, el altruismo o el papel los cotilleos, por citar algunos ejemplos dispares, se pueden estudiar y comprender gracias a la observación de estos animales".

UN MONO LLAMADO ADAM SMITH

La economía, por supuesto, también. "Todo el mundo habla de La riqueza de las naciones, de Adam Smith, pero poca gente recuerda que también escribió Teoría de los sentimientos morales y decía que el capitalismo, sin sentimientos, sería un sistema injusto. Pues el comportamiento de los primates nos permite entender que nuestra decisiones económicas no se basan más que en parte en conductas racionales y de maximizar el beneficio. En realidad, el altruismo o la generosidad son más importantes".

De la observación de los primates, Herreros ha llegado a un conclusión más importante de lo que parece: "No somos malos por naturaleza. Su mundo, como el nuestro, es complejo y se basa en los ‘equilibrios dinámicos', es decir, que pueden cambiar". Para eso hay que entender que la vida en sociedad "en la suya y la nuestra, también es muy importante el compañerismo, la solidaridad, la unión frente a un enemigo común..."

La relación entre hombres y primates llega a lugares donde parece difícil encontrarlas. "Muchas religiones o filosofías hacen hincapié en valores como el perdón, la reconciliación, la justicia, el sentido de fair play... algo que también se da entre ellos". Y apoya su reflexión con una frase rotunda: "Hemos sacado al mono de la selva, pero no hemos sacados la selva del mono".

DEL PARLAMENTO AL CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN

Eso no quita que en un Parlamento o un Consejo de Administración veamos demostraciones de fuerza para mantener el poder, pero luego, como monos que somos, las relaciones sociales no son así.

"No somos clones", insiste para que su visión no parezca una especie de declaración de amor a los primates influida por su aprecio por la naturaleza. Por supuesto hay diferencias importantes. "En lo que se refiera a la memoria visual, por ejemplo, son mucho mejores que nosotros. Y por lo que respecta a la inteligencia, la capacidad de tomar decisiones en un contexto en función de la información, también tienen, pero ahí ganamos nosotros".

¿Y qué pasa con el habla? "Su aparato fonético no está hecho para hablar, pero eso no significa que no se comuniquen. Incluso pueden aprender lenguajes de gestos o entender la gramática". Alguna día El planeta de los simios nos parecerá un documental.

En otras palabras, sus comportamientos obedecen a estrategias concretas y no a simples estímulos viscerales o a reacciones instintivas. Hay más. "De hecho", precisa, "incluso tienen su concepto de la creación artística. Si se les da material para dibujar y luego se les interrumpe, al día siguiente comienzan dónde lo dejaron", explica. De algunos de los que van a ARCO no se podría decir lo mismo.

Acaba la entrevista. Varios gorilas se han hecho con los ejemplares de Yo, mono que se utilizaron durante la sesión de fotos a Pablo Herreros quién, por cierto, imita sus gestos a la perfección. Es la mejor crítica que se puede hacer a un libro que refleja el buen momento de la divulgación científica en España, el de los científicos que se ponen a la altura de los ciudadanos para explicarles cosas que no saben que les interesan. Los monos están devorando, literalmente, los ejemplares. Si a ellos les gusta será por algo.

Título: Yo, mono

Autor: Pablo Herreros

Páginas: 248.

Precio: 18 euros.

Editorial: Destino.