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UN VISTAZO A BRUSELAS

El laberinto europeo para principiantes

X. AGUAR. 20/02/2014 Los grandes partidos se enfrentan al ascenso de los euroescépticos tras una legislatura dura que ha sembrado las dudas sobre el futuro de la Unión Europea y sus instituciones

BRUSELAS. La fiebre preelectoral ha invadido Europa y, especialmente, Bruselas. El nombre del viejo continente se repite estos días de forma constante desde foros donde apenas había sonado en los últimos cinco años. Y de paso, se piden cuentas a los periodistas sobre la falta de seguimiento a los grandes asuntos que se llevan a cabo entre Bruselas, Estrasburgo y Luxemburgo, ciudades donde se ubican las sedes de las instituciones de la Unión Europea.

Un par de días en Bruselas no son suficientes para conocer en profundidad los grandes misterios -que los tiene- del laberinto europeo. Ahora bien, sí puede tomarse una instantánea del momento actual e, incluso, rascar un poco en el maquillaje del 'monstruo' europeo para ver qué hay dentro.

Entre el 22 y el 25 de mayo tendrán lugar las elecciones al Parlamento, una cita a las que están llamados a las urnas más de 400 millones de ciudadanos europeos. Unos comicios especiales, dado que al margen de elegirse a los 751 diputados, también abrirá el proceso para designar al nuevo presidente de la Comisión Europea en sustitución de José Manuel Durao Barroso.

¿Qué es la Comisión Europea? Es el órgano ejecutivo de la Unión Europea, encargado de proponer y aplicar la legislación comunitaria, supervisar el respeto de los Tratados y gestionar el día a día de la UE. Pese a que las elecciones serán en mayo, este órgano, formado por 28 comisarios, no terminará su proceso de relevo posiblemente hasta octubre. Las cosas de palacio van despacio.

Así, lo que sale de la Unión Europea viene a ser el resultado de este Gobierno tripartito que forman la Comisión, el Parlamento y el Consejo de la UE, formado por los ministros de los diferentes Ejecutivos. Todo ello bajo la mirada del Consejo Europeo, compuesto por los jefes de Estado y de Gobierno de la UE. Una compleja arquitectura directiva -cuya efectividad ofrece dudas razonables- y que incluye además a 40.000 trabajadores en las diferentes instituciones.

LA BATALLA ENTRE PROEUROPEÍSTAS Y EUROESCÉPTICOS

Este miércoles, en un seminario para periodistas celebrado en Bruselas en el que Valencia Plaza estuvo presente, expertos como Simon Hix, profesor en la London School of Economics and Political Science, José Ignacio Torreblanca, jefe de la oficina de Madrid del European Council on Foreign Relations y David Farrell, presidente de la Political Studies Association of Ireland, ponían el foco sobre el probable ascenso de los euroescépticos en el Parlamento.

Los cálculos apuntan a que sumarán en torno al 27% de la cámara. Unos 100 diputados procedentes de las formaciones populistas de derechas, y otro centenar de otras fuerzas, también de izquierdas, que tampoco están conformes con el proyecto europeo tal y como está concebido.

Los expertos señalan que los razonamientos de los euroescépticos están funcionando ante los atascos de los proeuropeístas, donde se ubican los grandes partidos. El discurso de culpar a Europa y redirigir las claves de la salvación a los países de origen, utilizado con éxito por los euroescépticos, no puede ser empleado a la inversa por los proeuropeístas: no quieren culpar a sus países, pero tampoco a Europa.

Con este escenario, algunos apuntan a un gran pacto entre las fuerzas mayoritarias: populares y socialistas europeos. Sin embargo, los expertos señalan la problemática de una alianza de esas características. Por un lado, porque dentro de los grandes partidos también existen, según países, divisiones en grandes cuestiones y, por otro, porque un acuerdo de esta índole podría restar apoyo a estas formaciones en el futuro, dado que los electores podrían dejar de diferenciar a populares y socialistas. 

Así, mientras crece la preocupación ante un Parlamento que pueda resultar ingobernable, los proeuropeístas parecen asumir -si bien con cierta ausencia de autocrítica- los rigores de una legislatura marcada por la crisis económica. Eso sí, reivindicando la importancia de unos comicios que, sin embargo, en países como España parecen marcados en clave nacional, como un voto de castigo -o experimental- contra los partidos tradicionales, que posiblemente se conforman con 'salvarse de la quema'.

En esta tesitura, ante unas direcciones nacionales y autonómicas que no se han caracterizado en este periodo por ser una plataforma regular y exitosa para la información europea, y con una enorme y compleja estructura dirigente que tampoco ayuda a este propósito, la incógnita sobre el interés y la participación que suscitarán estas elecciones amenaza con prolongarse hasta el mismo día de la votación.

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