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ANÁLISIS

La crisis europea en su laberinto (de salida)

MARIAM CAMARERO. 26/01/2014

EL PEOR DE LOS TIEMPOS

Mariam Camarero

Catedrática de Economía Aplicada y titular de una Cátedra Jean Monnet en la Universidad Jaume I de Castellón
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VALENCIA. El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de publicar las proyecciones de crecimiento del PIB en 2014 y 2015 para la economía mundial (tal y como puede verse en esta tabla). En ellas realiza algunas correcciones (como cada trimestre) respecto a las previsiones hechas en octubre de 2013. Al Reino Unido se le asigna un aumento de 0.6 puntos porcentuales, mientras que España y Japón crecerán 0.4 puntos más de lo inicialmente previsto.

Pero más allá de estas rectificaciones, que implican un cambio de tendencia positivo, lo realmente importante es que se prevé para España un crecimiento del PIB de tan sólo el 0.6% en 2014 y del 0.8% en 2015. Son cifras, incluso en el nuevo escenario más optimista en el que nos encontramos, extremadamente modestas.

Estos datos son preocupantes porque, si en algo existe acuerdo ahora mismo es en la necesidad de un ritmo suficiente de crecimiento para poder salir con éxito de la crisis. Para disponer de una información más completa y a medio-largo plazo, conviene quizá que nos refiramos a otro informe, menos mediático que el del FMI, realizado por la Comisión Europea y aparecido a finales de 2013. Es el Informe Trimestral sobre la zona euro.

Su relevancia radica en que parte de esta tímida y progresiva recuperación para valorar las perspectivas a largo plazo y, aún más importante, para analizar cómo las reformas estructurales son fundamentales para una verdadera recuperación. Sin ello, la zona euro continuará alejándose de los niveles de vida de EEUU, siguiendo una tendencia que ya se inició hace unos quince años. Según este informe, la Unión Europea y, en concreto, la zona euro, había ido convergiendo con EEUU desde los años 60, primero más rápidamente y luego a menor ritmo.

Este proceso se frenó a mediados de la década de los noventa, hecho atribuible a una insuficiente incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) a la industria y los servicios. Desde ese momento la brecha ha ido aumentando, estando en la base de la misma un comportamiento divergente de la productividad, además de una baja tasa de inversión y un proceso de envejecimiento progresivo de la población. Según la Comisión Europea, el crecimiento a largo plazo de la UE dependerá de cómo se traten estos tres problemas.

En un documento de 2009, la Comisión Europea ya planteaba tres posibles escenarios de salida de la crisis que aparecen ilustrados en este gráfico. En el informe se muestra la proyección del PIB potencial antes de la crisis (producción máxima que podría alcanzar un país utilizando todos sus recursos de forma eficiente y con la tecnología existente sin provocar tensión inflacionista) utilizándola como referencia para compararla con las trayectorias que podrían darse ante tres posibles salidas alternativas.

En el primer escenario, el más optimista (parte superior del gráfico) la crisis provoca un alejamiento temporal en el ritmo y nivel de crecimiento, para al cabo de un tiempo retomar la antigua senda. Es decir, que el efecto de la crisis sobre el crecimiento a medio plazo de la economía sería nulo. No baja ni el ritmo de crecimiento ni el nivel de producción.

En el segundo escenario (parte intermedia del gráfico) los problemas económicos no permiten recuperar el nivel inicial de producción, pero se continúa creciendo al mismo ritmo.

Finalmente, el tercer escenario es el más negativo: no es posible recuperar ni el nivel de producción potencial inicial ni tampoco, lo que es peor, el ritmo de crecimiento, de manera que el país se va alejando cada vez más de la situación en la que se encontraba antes de la crisis.

Pues bien, los datos de crecimiento y sus proyecciones para los próximos años que aparecen en el último Informe de la Comisión sobre la zona euro antes citado nos conducen, precisamente, al peor de los tres escenarios teóricos posibles que acabamos de esbozar. En efecto, como es fácil comprobar en en este otro gráfico, el PIB potencial actual no sólo ha reducido su nivel respecto al anterior a la crisis, sino que se ha hecho más plano, es decir que también ha disminuido su ritmo de crecimiento (escenario 3 del primer gráfico). Este gráfico también muestra el PIB realizado, es decir, el valor de lo realmente producido (línea de color morado). Puede apreciarse que, después de la crisis, se encuentra claramente por debajo de la producción potencial, debido al desempleo.

De forma adicional a la inspección de las proyecciones a medio plazo realizadas mediante el PIB potencial, podemos completar nuestro análisis observando la evolución del ciclo económico, es decir, la diferencia entre la tasa a la que estamos creciendo en realidad y la potencial. Muchos recordamos que, a finales de la década pasada, se hablaba de las diferentes salidas de la crisis.

La salida rápida se denominó "en V" o "en U" según la velocidad a la que se diera el repunte en el ciclo; frente a ellas se planteaba el peligro de una recaída antes de salir de la crisis, lo que se denominó una salida "en W". Finalmente, la salida "en L" (si es que puede denominarse salida) supondría mantenerse en la parte baja del ciclo por un período indefinidamente largo.

Según este tercer gráfico, que nos muestra el denominado "output gap", es decir, la situación cíclica o diferencia respeto al PIB potencial, la evolución cíclica de la economía europea durante la crisis está siendo una combinación de los peores escenarios posibles: no sólo hemos tenido salida en W, sino que ahora mismo estaríamos sobre el PIB potencial, que ya hemos visto es bastante menor que antes de la crisis y, por tanto, situados en la salida en "L": una nueva situación de equilibrio con bajo crecimiento, baja productividad, bajos salarios y elevado desempleo.

Sin embargo, de la misma forma que el nivel del PIB potencial ha caído, es posible "empujarlo" hacia arriba. Eso se consigue mejorando la productividad e introduciendo los cambios necesarios en la tecnología para expandir nuestras posibilidades de crecer. La Comisión Europea da claras recomendaciones de política económica: realizar las reformas necesarias para eliminar las ineficiencias e invertir en educación e I+D. Por favor, una vez hechos (quizá) los ajustes, pongámonos (de verdad) con las reformas.

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Catedrática de Economía Aplicada y titular de una Cátedra Jean Monnet en la Universidad Jaume I de Castellón
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