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VALENCIA. La historia de la crisis de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) tiene episodios que retan a la razón. Más allá de los desmanes del equipo directivo, la vieja caja arrastraba un problema de gestión del negocio bancario. Es decir, al margen de que se desviasen irregularmente fondos a cuentas particulares de algunos de los primeros directivos, el modelo básico de negocio financiero era un auténtico caos, fruto posiblemente de que los encargados de desarrollarlo parecían estar más pendientes de sus intereses particulares que de los de la entidad.

Que CAM había sido abandonada a su suerte en los meses previos a su intervención es conocido. Pero más que en esa recta final, la caja acumulaba errores de planteamiento en su negocio que clamaban al cielo. Descubrirlo fue una tarea de tiempo y algunos de esos fallos de gestión afloraron por los caminos más insospechados.

Cuando Banco Sabadell llegó a la sede de CAM en la alicantina calle de Óscar Esplá para hacer la due dilligence que acabaría en la compra de la entidad por un euro se encontró con un dato muy llamativo. La factura telefónica de la caja de ahorros era tremenda. Desproporcionada. "Diez veces mayor que la nuestra... no tenía ningún sentido", explica uno de los directivos dle banco catalán que participó en aquel proceso.

Cuando los enviados del Sabadell preguntaron a los empleados de CAM las razones de aquel gasto telefónico desmesuarado llegó la sorpresa. "Cada final de mes, los empleados llamaban a los clientes que tenían un crédito hipotecario para que ingresaran la cuota porque la caja no había pedido que se domiciliara la nómina cuando se firmaban los préstamos. Eran miles de llamadas y un error de gestión que hacía perder a la caja negocio y a los clientes dinero al tener que hacer transferencias", explica el directivo. 

DE LAS PÉRDIDAS A LOS BENEFICIOS OPERATIVOS

Esta historia es más que una anécdota. Cuando Sabadell tomó las riendas de la gestión de CAM se empezaron a aplicar los criterios habituales en cualquier entidad financiera, entre ellos animar a los tenedores de una hipoteca a domiciliar sus nóminas. "CAM en su negocio bancario normal no aplicaba procesos para lograr mayor rendimiento y sin coste a los clientes, como es la domicialiación de la nómina. Hemos tenido que partir de cero", explica el directivo.

Cuando Sabadell llegó a CAM las pérdidas de la entidad no eran solo por su sobreexposición inmobiliaria y las dotaciones que tenía pendientes de hacer. Es que perdía dinero hasta en el puro negocio bancario, es decir, en el de captar y dejar dinero. Aunque la falta de atención a los clientes no era el único motivo, sí que tenía relevancia en las cuentas.

Tanto es así que este 2013 que se acaba de cerrar, el primer ejercicio completo con gestión integrada del Sabadell, la territorial de la antigua CAM, que agrupa a la Comunitat Valenciana, Murcia y Baleares, ha vuelto a los beneficios operativos. Con el negocio bancario gana dinero. Poco aún, pero ya aporta. Eso sí, no hay que contar todo el ladrillo que lastraba al banco y que está gestionado por la inmobiliaria del grupo Solvia.

Aún así, la rentabilidad de la antigua CAM aún tiene recorrido para el grupo Sabadell. Las viejas hipotecas de la caja ahora, con los tipos de interés en el punto más bajo de la historia reciete, apenas tienen margen de beneficio, más teniendo en cuenta el esfuerzo de captación de pasivo que tuvo que hacer la entidad a finales del 2012. "Pero cuando la normalidad vuelva, el potencial de crecimiento de la franquicia SabadellCAM es superior al de la territorial de Cataluña", explican fuentes del banco. Y es que en la antigua caja parece que estaba todo por hacer. 

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